Por: Otto Martín Wolf
Los creadores de Superman vendieron los derechos del personaje por $130.oo (ciento treinta dólares). Hasta el momento el primer súper héroe de los tiempos modernos ha producido 20 ó 30 mil millones (suma y sigue). Cuando vieron la barbaridad que habían hecho demandaron a DC Comics -la empresa compradora- y perdieron.
Finalmente –por piedad y relaciones públicas- les otorgaron una pensión vitalicia, la que sólo debe haber servido para prolongarles la vida y con eso el arrepentimiento diario por el gran error.
Como un caso opuesto, al actor Sylvester Stallone, creador del boxeador Rocky Balboa, le ofrecieron cualquier cantidad de dólares por el guion de la película. Aunque “Sly” estaba pasando hambre se negó a vender ya que insistía en que él mismo tenía que ser el protagonista.
Finalmente convenció a los productores; el resultado es historia. El hombre se hizo mundialmente famoso y ganó millones de millones.
Qué hubiera pasado con él de haber vendido?
Estaría como un hombre de apellido Epps quien de niño vendía limonada casera en el frente de su casa. Una fría mañana encontró que un vaso de limonada que había dejado a la intemperie, con una cuchara dentro, se había convertido en la primera paleta de la historia.
De adulto Epps patentó el invento –nadie podía fabricar paletas, sólo él. Luego vendió la patente por una miseria, los empresarios le cambiaron el nombre a Popcicle y hasta la fecha los fabricantes de cualquier golosina que sea sostenida por un palito tienen que pagarles derecho por utilizar la idea. Se imagina lo que Mr. Epps siente cada vez que ve a alguien comiendo una paleta o un bombón?
Hace algún tiempo uno de los primeros accionistas de Apple (iPhone, iPad, computadoras, etc.) vendió sus acciones por $600 (seiscientos dólares). Era dueño de un 10%, actualmente tienen un valor $ 58 mil millones (cincuenta y ocho mil millones de dólares).
Su falta de visión, fe en la empresa o quizá una necesidad en ese momento, con seguridad sirven para que cada día, al despertar, se arrepienta 58 mil millones de veces.
Los indios Lenapes fueron tradicionalmente dueños de un pedazo de tierra en el territorio entonces casi virgen de los Estados Unidos. Algunos colonos llegados del viejo mundo lo adquirieron por la cantidad de 25 dólares. Ahí se levantó la ciudad de New York, donde están quizá los bienes raíces más caros del mundo.
En la actualidad usted no puede siquiera pagar una hora de estacionamiento en Manhattan con 25 dólares, vale que el viejo jefe de los Lenapes no tenía carro.
Se dice que Van Gogh nunca logró vender una de sus obras o que lo hizo por centavos. Actualmente una sola de sus pinturas (Los Girasoles por ejemplo) vale más de ciento cincuenta millones de dólares.
Lo interesante es que nunca dejó de pintar, jamás se dio por vencido, siguió pintando siempre. Hubiera usted persistido como él?
El peor día de mañana puede tener su origen hoy. Quizá un pequeño error, algo imperceptible, puede convertirse en algo monstruoso mañana, una acción insignificante puede tener enormes consecuencias.
Cómo podemos saberlo? Si vendemos a Superman cuando no vale un centavo, o seguimos pintando y pintando sin que nadie nos compre un maldito cuadro, cómo podemos estar consciente del error que cometemos?
Y, cuántas decisiones acertadas pueden hacer que en el futuro, cada día pueda ser el mejor día de la vida?
Apuesto que el hombre de Apple, cuando se echó los seiscientos dólares en la bolsa pensó que había logrado un gran negocio, a lo mejor sus acciones en ese momento sólo valían trescientos.
Seguro, feliz, se fue a tomar unas cervezas con sus amigos y a reírse del tonto de Steve Jobbs.
Hoy usted puede estar preparando el peor día de su vida… o el mejor.
Lo sabremos en el futuro.