Por: Marlon Escoto Valerio
El sistema educativo nacional desde sus inicios no consideró la certificación del sistema como parte fundamental de su validación y sentido de existencia. La formación docente como responsabilidad del Estado ha recaído en las Escuelas Normales y en las Universidades Públicas.
El Estado ha funcionado como formador de recurso y como empleador de forma simultánea, acciones que no siempre tuvieron coherencia entre el perfil del formado, reconocimiento de méritos y demanda del sistema educativo en todos sus niveles.
Si ya la formación docente se convertía en un desafío, se sumaba a este la poca transparencia en los procesos de selección e ingreso, completando el círculo la no existencia de un proceso de capacitación basado en evidencia previa de la evaluación docente.
Las primeras evaluaciones censales a estudiantes y docentes se implementaron en 2013. Frente al desafío y la amenaza latente de protestas y manifestaciones, las evaluaciones se convirtieron en el pulso a la gobernabilidad del sistema educativo del país.
Más de 55 mil docentes tuvieron la primera oportunidad de conocer el nivel de actualización de sus conocimientos, y alrededor de 2 millones de escolares pudieron experimentar el inicio de la promoción de la cultura de la evaluación.
Gracias al aporte de fondos nacionales complementados con recursos provenientes de la cooperación internacional, la mesa redonda de cooperantes en educación, el fondo común, apoyo de entidades bilaterales y profesionales hondureños, hoy la cultura de la evaluación toma forma y se apropia de todo el sistema educativo.
La estrategia de las evaluaciones para conocer con más detalle el nivel de aprovechamiento de los estudiantes y el nivel de actualización de los docentes ha funcionado razonablemente. Los docentes y los estudiantes son conscientes que debe hacerse y que sirve para elaborar planes de mejora y de intervención.
Los niveles de aprovechamiento y de actualización producto de las evaluaciones indican que nuestro sistema educativo no goza de la mejor salud. Es necesario, inicialmente, al menos hacer coincidir los objetivos expresados en el contenido del Currículo Nacional Básico con los contenidos desarrollados por las Normales y las Universidades que forman docentes, sumando a ello el vínculo con el mecanismo de ingreso a la carrera docente, su actualización, evaluación y certificación.
El marco legal para la evaluación y acreditación del sistema educativo ya existe. En adelante la Secretaria de Educación pondrá en marcha un proyecto piloto de capacitación y certificación del sistema educativo. Inicialmente se trabajará con estudiantes que finalizan la educación media y con profesores que les atienden.
Para este cometido se cuenta con el apoyo de un ente de cooperación externa, quienes han diseñado tanto los contenidos necesarios para la capacitación, como las herramientas internacionales para la certificación.
Este ejercicio permitirá mantener activo el proceso de aprovechamiento estudiantil de la inversión realizada por el Estado y actualizado y respaldado internacionalmente el desempeño de los docentes.