Tegucigalpa – El cardenal Óscar Andrés Rodríguez, lamentó hoy durante su homilía dominical celebrada en la Catedral Metropolitana San Miguel Arcángel de la capital, que exista tanto odio y confrontación en la sociedad al tiempo que cuestionó el consumismo desmedido al que se abocan las personas durante esta temporada, pero no le prestan atención al mensaje para transformarse y cambiar.
Aludiendo palabras de Juan El Bautista, el cardenal indicó que las mismas no sólo son para el pasado, “también son para cada uno de nosotros hoy, conviértanse porque está cerca el reino de los cielos, conviértanse significa en griego, un cambio de mentalidad, en hebreo significa un cambio de orientación, es una llamada a una renovación profunda de nuestra vida”.
“Necesitamos que nuestra vida vaya transformándose y cambiando, dejar ciertas actitudes, ciertos comportamientos, la manera de vivir, la manera de relacionarnos en nuestras actividades y eso se debe reflejar en cambios en nuestra sociedad, en nuestro mundo”, apuntó el purpurado en su mensaje del segundo domingo de adviento.
Preguntó a su feligresía si este adviento finalizando del año 2016, comenzando ya el año litúrgico 2017, si será verdaderamente un cambio un cambio profundo en su vida o será una rutina más, año tras año de repetir lo mismo.
Añadió que el Señor da una oportunidad para renovarse, de cambiar, de mejorar lo que puede andar mal en su vida.
Se refirió al segundo elemento de la predica de Juan El Bautista, en la que señala que el reino de los cielos está cerca, donde ciertamente el reino ha llegado de manera plena en la vida, en la resurrección del Señor, en Jesús, el reino se ha hecho persona.
No obstante, cuestionó que empero “el mundo sigue sumergido en sus contradicciones, en las violaciones de la justicia, liquidando la justicia, la paz y la fraternidad, entre los seres humanos”.
“Qué es lo que encontramos nosotros en nuestro mundo, la injusticia, la guerra, la muerte, quiere decir que la mayoría de la humanidad cierra sus oídos al mensaje del adviento, quiere decir que cada uno de nosotros, debemos recibirlo en nuestro corazón y debemos también portadores de este mensaje, especialmente a los que no lo oyen, a los que no se acercan, a los alejados o aquellos que están heridos por la vida y no confían ya en Dios”, acotó el líder religioso.
Añadió que necesitamos abandonar los caminos ambiguos, preparar el verdadero camino de liberación, quitando los obstáculos que impiden la llegada de Dios a nuestra vida y no bloquear las puertas del corazón a su presencia.
“Hay personas que lo que quieren son resultados inmediatos, y dicen le he pedido a Dios esta gracia y Dios no me la concede, entonces quiere decir que Dios no existe, tantas personas piensan así y otras personas buscan solamente satisfacción inmediata, placer a cualquier precio y entonces cómo vamos a encontrar sentido a nuestra vida, si ponemos la vida en las cosas que no tienen sentido”, reflexionó.
Acotó que la forma de vestirse y de alimentarse de Juan El Bautista, es un recordatorio para que nosotros quitemos de nuestra vida lo superfluo, aquello que nos ofrece una sociedad de consumo desmedida y vivir en lo más importante, en lo necesario para vivir.
Aludió que Juan El Bautista dirigiéndose a los fariseos y a los saduceos que eran los representantes del poder político y religioso de aquel tiempo, les llamó “raza de víboras, agentes de muerte y tristemente cuánto odio hay en nuestra sociedad, cuánta confrontación, no somos enemigos somos hijos del mismo padre que es Dios, y puede que las personas piensen distinto, pero eso no quiere decir que son enemigos a los cuales hay que destruir, el Señor nos ha puesto en esta vida para hacer el bien, nos ha puesto para ayudarnos los unos a los otros y no para destruirnos ni tampoco para odiarnos”.
Puntualizó que la sabiduría, el entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad, temor de Dios, eso es lo que trae el Señor Jesús para vivir una vida llena de sentido para que realmente la conversión no sea solo una frase más en el segundo domingo del adviento sino para que sea un cambio que prepare el camino a Cristo.