Por Alberto García Marrder
Para Proceso Digital, La tribuna y El País de Honduras
El dictador venezolano tiene ahora no solo una flota norteamericana de navíos de guerra que lo buscan, sino también a una oposición envalentonada por contar en sus filas a una nueva Premio Nobel de la Paz, María Corina Machado.
El nombramiento de Machado, escondida en un lugar secreto de Caracas, es una bofetada a la dictadura de Nicolás Machado, que cada día se tambalea.
Maduro ha intentado huir dos veces de su país y las fuerzas aéreas norteamericanas, que controlan el espacio aéreo de Venezuela, han interceptado su avión y lo han hecho regresar a Caracas.
Primero fue un intento de viajar exiliado a La Habana y el segundo a Managua. Maduro es ya un político tóxico y no lo quieren ni sus antiguos “compadres socialistas”.

Y por mar que no lo intente. Hay ocho buques de guerra norteamericanos y un submarino nuclear patrullando las costas venezolanas del Caribe que han hundido ya cinco supuestas lanchas del narcotráfico y matado a 11 tripulantes.
A Maduro, si quiere salvarse, solo le queda la opción terrestre por los puestos fronterizos con Colombia o Brasil y ha puesto sus ojos de un posible retiro en la ciudad brasileña de Boa Vista, me informan fuentes bien informadas.
Pero Maduro, cada día más nervioso y neurótico, tiene otros problemas más urgentes:
El presidente Donald Trump ha dado órdenes de suspender cualquier negociación y luz verde a atacar los centros del narcotráfico en territorio venezolano, una vez controlada las salidas por mar.
Fuentes bien informadas me confirman que hay un grupo de generales venezolanos dispuestos a negociar la entrega de Maduro a cambio de una salida “honrosa” y de sus familiares. Y esa recompensa de 50 millones de dólares por Maduro, es muy apetitosa.
Estados Unidos no se contentaría con neutralizar a Maduro: quiere acabar con el chavismo y para eso ha aumentado la lista. Además de Maduro (vivo o muerto), quiere también al segundo del régimen, Diosdado Cabello y ministro del Interior, al ministro de Defensa, Vladimir Padrino y a los hermanos Rodríguez (Delcy la vicepresidenta y a Roberto, el presidente de la Asamblea Nacional.
Los familiares de los mencionados están jugando un papel muy importante, especialmente la esposa de Maduro, Cilia Flores. Quieren también un asiento en ese avión que los llevará al exilio.
Extraña el silencio del líder ruso, Vladimir Putin, un supuesto aliado de Maduro y muy ocupado con Ucrania y asaltar a los Países del Báltico.

Extraña también el silencio del presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez y mucho más del expresidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, ferviente defensor de Maduro en otros tiempos.
No ha sorprendido las palabras del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, poniéndose a las órdenes de Trump si es necesario. Las cárceles de Bukele son famosas…
A pesar del peligro inminente que tiene encima, Maduro sigue con sus peroratas: “los venezolanos estamos cada vez más preparados para defender el suelo sagrado de Venezuela de un imperio gringo”.
“Estados Unidos busca robarse el petróleo, el gas. Pero le tenemos noticias a ese imperio: ese petróleo, ese gas y ese oro, seguirá siendo venezolano y jamás permitiremos que nuestra patria sea vulnerada ni tocada, jamás”, dijo Maduro.
Fuentes de la oposición venezolana en Madrid me confirman que el presidente electo, Edmundo González Urrutia, está listo para viajar desde esta capital, donde vive exiliado, a Puerto Rico. Cuando llegue el momento adecuado, González Urrutia tomaría un helicóptero americano hacia un portaaviones de Estados Unidos cerca de las costas venezolanas. Luego tomaría otro helicóptero hacia el Palacio de Miraflores para ser juramentado como el nuevo y legal presidente de Venezuela. Y como vicepresidenta, la nueva y flamante Premio Nobel de la Paz, María Corina Machado, quien gobernaría realmente en una nueva Venezuela.