Miami, (EEUU) – El periodista mexicano Jorge Ramos, el presentador de la televisión hispana más prestigioso de Estados Unidos lo ha dicho muy tajante: “Los periodistas debemos dejar de pretender que somos neutrales”, dijo el presentador del noticiero nacional de la cadena Univisión al recoger en Nueva York un premio por su defensa de la libertad de prensa.
La opinión de Ramos, considerado uno de los 25 latinos más influyentes de Estados Unidos, según la revista “Time”, ha despertado una gran controversia, por poner en jaque a uno de los principios básicos del periodismo.
En un artículo publicado en más de 40 diarios de Estados Unidos y América Latina, Ramos va más allá:
“Podemos y debemos usar el periodismo como una arma para un mejor propósito: la justicia social. Lo mejor del Periodismo se da cuando nos atrevemos a tomar postura, cuando cuestionamos a los que están en el poder y evitamos que abusen de su autoridad, cuando denunciamos una injusticia”.
Ramos es famoso por hacer preguntas difíciles en sus entrevistas a políticos.
Cuando entrevistó al presidente Barak Obama, antes que éste tomara una orden ejecutiva para evitar la deportaciones de unos cinco millones de inmigrantes latinos indocumentados, le dijo en su cara: “Usted prometió una ley de inmigración para su primer año de mandato presidencial y no cumplió su promesa. Y una promesa es una promesa”.
Desde su silla de presentador del noticiero más visto en los hogares hispanos de Estados Unidos y en 13 países latinoamericanos, Ramos ha asumido su compromiso con los inmigrantes indocumentados en una feroz defensa de sus derechos para poder trabajar y vivir legalmente en este país.
Si algún día esos once millones de indocumentados, en su mayoría mexicanos y centroamericanos, puedan disfrutar de una amnistía en este país, se lo deberán a Ramos, no a los políticos de Washington.
“No soy menos periodista por tomar una posición. Al contrario. Hay veces en que la única manera honesta de hacer periodismo es dejando de ser neutral y confrontando a los poderosos”, agrega Ramos.
Lo que Ramos pregona es una sacudida a la conciencia de los periodistas, sobre hasta qué punto debemos dejar de ser objetivos y tomar partido.
En su defensa, muchos pueden sacar a relucir si no hubiera sido por la insistencia de dos jóvenes reporteros del “Washington Post”, Bob Woodward y Carl Bernstein, no se hubiera sabido de las ilegalidades de la Casa Blanca del presidente Richard Nixon en el escándalo “Watergate”.
Y en México, y ante la complacencia de buena parte de la prensa mexicana con el gobernante de turno, ha sido una periodista radial, Carmen Aristegui, la que ha destapado un escándalo sobre la primera dama, Angélica Rivera, que ha dañado la imagen del presidente Enrique Peña Nieto.
Aristegui reveló que la ex estrella de telenovelas mexicanas había comprado una mansión de siete millones de dólares a una constructora que estaba ligada a un consorcio chino que había ganado una licitación para construir un tren de alta velocidad entre la capital y Querétaro.
La comunicadora, quien también tiene un programa en CNN En Español, ha sido despedida de muchas emisoras por su constante enfrentamiento con el poder y por haber cedido estos medios a las presiones gubernamentales.
“Se pueden imaginar lo que podría pasar si un contratista del gobierno de EEUU hubiese financiado secretamente la casa de Michelle Obama?”, se preguntó Ramos, al implicar que eso es corrupción y que, sin embargo, en México, “ni siquiera hay una investigación independiente al respecto”.
Los que son escépticos sobre lo que pregona Ramos (“Los periodistas debemos dejar de pretender que somos neutrales”) ponen de manifiesto que es muy fácil decirlo desde su posición de poder e influencia, sabiendo que su empresa (Univisión) siempre lo respaldará y nunca lo despedirá.
En varios países latinoamericanos, el periodista no sólo tiene que enfrentarse al poder del gobierno de turno, sino también a la censura del empresario del medio para el que trabaja, deseoso de no perder la publicidad gubernamental.
Aunque la objetividad y neutralidad debe ser un faro a seguir para todo periodista, que duda cabe que la opinión, aunque encubierta, siempre se cuela en cualquier nota periodística.
Pero hay matices. Esta crónica, por ejemplo, desde el título hasta el párrafo anterior, lleva la intención de llevar al lector de hacer una reflexión subjetiva del tema que trata.