Vivan por siempre los cohetillos!

por: Otto Martín Wolf
Porqué será que año tras año las autoridades  insisten en ir contra la voluntad popular -y el sentido común- al tratar de evitar que la gente reviente cohetillos en las fiestas de Nochebuena y Año Nuevo?

Durante más de media hora cada una de esas noches, la población demostró que está a favor de los cohetillos, como pudimos escucharlo en todos los barrios, colonias, calles y plazas Porqué entonces insistir en prohibir esa sana voluntad popular?
Empecemos por el primer pretexto: Los niños quemados. Cierto, cuando eso sucede es una desgracia, la cual no es culpa de los cohetes; la responsabilidad total de sus padres, que no supervisan lo que hacen sus hijos.
Pero, prohíben  las autoridades otras actividades que también ponen en peligro la seguridad de los niños? Acaso son prohibidas las patinetas o las bicicletas. Estas producen más lesiones -y muertes- que los cohetillos. Aún más riesgoso es nadar en piscinas, ríos o el mar; ahí todos los años hay cualquier cantidad de niños ahogados… acaso lo prohíben las autoridades?
Es peligroso subirse a un árbol de mangos, montar a caballo, ruedas de chicago, montañas rusas y otros juegos mecánicos, porqué no los prohíben entonces?
Está comprobado que prohibiendo los cohetes no se evita nada, lo único que se logra es convertir una tradición folklórica en un delito y permitir que los delincuentes (que no pagan impuestos ni tienen ninguna regulación) sean quienes manejen el negocio.
Pensemos bien: Quiénes son los que queman cohetes? No vienen de otro planeta o de otro país, somos todos nosotros, nuestros vecinos, amigos amigos y familiares.
Y nosotros nos vemos obligados a comportarnos como delincuentes escondiendo y “contrabandeando” los cohetes con los que nos da la gana celebrar las doce de la noche.
Quiénes son las autoridades para tratar de cambiar lo que es una de las pocas tradiciones que conservamos desde hace cien años o más?
La voluntad popular está por encima de cualquier funcionario empecinado en remar contra corriente.
Durante algún tiempo pensé que se debería llevar a cabo un plebiscito para definir el asunto, pero no es necesario, el pueblo vota cada 24 y 31 de diciembre y lo hace masivamente, en forma alegre, sincera y espectacular.
Lo que las autoridades deben de hacer es establecer sanciones para los padres que descuiden a sus hijos, así como regular -dentro de lo posible – el poder explosivo de los cohetillos. De momento ese control es dejado en manos de los delincuentes que se encargan de burlar a las autoridades y ganar más dinero, la prohibición les permite especular con los precios. 
Puedo decir con orgullo  que nunca, jamás, van a lograr cambiar la tradición que llevamos dentro desde nuestra infancia.
El pueblo se rebela contra medidas impopulares, lo viene haciendo desde hace diez o más años, porqué llevarle la contraria y convertir lo que debe ser una folklórica celebración familiar en un acto delincuencial?
En lugar de gastar recursos en perseguir a los que reventamos cohetillos, porqué no los emplean en tratar de contener las nubes de delincuentes que aprovechan las fiestas de fin de año para despojar a la ciudadanía de su dinerito?
Es hasta estúpido poner a la policía a reprimir a los vendedores y usuarios de los cohetillos en lugar de cuidar a los ciudadanos de los verdaderos peligros de la inseguridad. 
El deber de las autoridades es proteger a la gente de la delincuencia, no convertir en transgresores de la ley a todos aquellos que sólo deseamos disfrutar sanamente de esa -repito- quizá la única tradición auténtica que nos va quedando.
A pesar de la mala situación económica y de los múltiples problemas que nos aquejan, todos pudimos escuchar la voz del pueblo tronar por todo lo alto.
Habrá algún diputado, funcionario municipal o aspirante político que tenga el suficiente valor para enfrentar esa estúpida disposición y se lance a luchar públicamente por lo que el pueblo desea?
Ahí hay una causa, el que la asuma saldrá victorioso.
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