Tegucigalpa – El padre José María Tojeira, fallecido este viernes en Guatemala, estuvo marcado por las tragedias de sus compañeros de la Compañía de Jesús sacerdote Guadalupe Carney y la conocida masacre de los jesuitas, perpetrada por el ejército salvadoreño en 1989, de donde surgió su “lealtad firme” por los suyos, sin interrogarse o hacer maniobras.
Ese fue uno de los puntos cruciales planteados por el padre Tojeira, un sacerdote español que vino a Honduras y luego fue trasladado a El Salvador, y que hizo de la lucha de ayuda a los pobres y la defensa de los derechos humanos una actividad central en su vida religiosa.
En un diálogo mantenido con el padre Ismael “Melo” Moreno para Radio Progreso el 13 de noviembre del 2020, “Chema” Tojeira, como fue conocido popularmente en la región centroamericana, el desaparecido sacerdote indicó que lo que marcó su huella sacerdotal fue su labor durante un año en el municipio de Sulaco.
Fue la “experiencia más honda y más rica que le da sentido al resto de la vida”, explicó Tojeira al también conocido como padre “Melo”, jesuita como Tojeira y su alumno en su etapa de estudiante en el instituto San José de El Progreso y luego en el centro de formación de teólogos de la Compañía de Jesús centroamericana.

En el diálogo vía virtual, “Chema” Tojeira explicó que su primer año en Honduras lo hizo visitando a los campesinos de las aldeas de Sulaco y viajaba con lo poco que tenía para celebrar misa, pero explicó que estaba con la gente y eso le motivaba.
Indicó que después fue trasladado a tareas en El Progreso, que podrían considerarse como burocráticas, ya que se hizo cargo de Radio Progreso y del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (ERIC) de la Iglesia Católica, donde tuvo actividades interesantes, pero que no se compararon con su primer año de sacerdocio en Honduras.
Le explicó al padre “Melo” que el ERIC publicó el libro Historias no contadas, que les provocaba miedo por que hablaban del entonces hombre fuerte de Honduras general Gustavo Álvarez, así como del narcotráfico que comenzaba muy fuerte “con aquel (coronel Leonidas” Torres Arias”.
Amigo de Herminio Deras
Detalló en la conversación que fue amigo del asesinado dirigente comunista Herminio Deras, a pesar de no comulgar con sus ideas, pero que le respetaba porque siempre estaba a favor de los pobres.
Indicó que le dolió la muerte de Deras e indicó que cree que una de las causas fue su trabajo de ayuda a los refugiados salvadoreños en la década de los 80 y 90 del siglo pasado.
Masacre de los jesuitas
Como provincial de la Compañía de Jesús en El Salvador le tocó vivir la masacre de los seis jesuitas y dos trabajadoras de hogar que les asistían a manos de elementos del ejército salvadoreño en 1989, indicando que incluso hace un tiempo atrás había militares de alto rango que les querían convencer que fue obra del entonces grupo guerrillero FMLN, devenido después en partido político, producto de los acuerdos de paz.
Señaló que su lealtad incondicional creció con la masacre de sus compañeros jesuitas de El Salvador, así como la muerte del padre Guadalupe Carney, otro sacerdote jesuita estadounidense que murió a manos de las Fuerzas Armadas hondureñas en los años 80 del siglo pasado.
También señaló que otro punto de inflexión en la lealtad fue la masacre del río Sumpul, ocurrida el 13 de mayo de 1980 en Chalatenango, El Salvador cuando ciudadanos salvadoreños fueron masacrados por el ejército de su país e intentaron ingresar a Honduras para salvar sus vidas, pero les fue negada la misma.
Tojeira indicó que vivió la solidaridad del clero de Santa Rosa de Copán que fue firme e incluso la de su obispo José Carranza Chévez. (PD).