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Violencia se ensancha en principales corredores de la droga en Honduras

Tegucigalpa (Especial Proceso Digital) – La violencia ha iniciado con fuerza en tres zonas consideradas como importantes rutas en el flujo de la droga y la narcoactividad en Honduras: la región de Colón, la zona de Olancho y la región de Copán, todas ellas con importantes conexiones marítimas y terrestres en el transporte de narcóticos de Sur a Norteamérica.

Las muertes violentas, las masacres, los enfrentamientos armados se han vuelto parte del paisaje cotidiano en esos territorios, cuyas tasas de homicidios sobrepasan la media nacional según reportes del Observatorio de la Violencia de la UNAH.

“No queremos seguir levantando muertos, queremos que nos digan qué está pasando en Catacamas. Hoy la ciudad amaneció como un pueblo fantasma, nadie sale, nadie dice nada; el miedo los tiene paralizados. Queremos que nos digan qué está pasando aquí”, dijo a los medios locales el alcalde de Catacamas, Ramiro Lobo, del oficialista partido Libre, tras las últimas cuatro masacres acontecidas en esa ciudad entre el 14 y 15 de febrero del presente año.

Hasta equipo nuevo y oneroso ha desplazado la Policía para enfrentar al crimen en Olancho.

El edil de esa importante ciudad olanchana, de donde es oriunda la pareja presidencial que gobierna Honduras, no entiende cómo en un lapso de 24 horas, más de ocho personas perdieron la vida en al menos dos cantinas, donde desconocidos han llegado a acribillar personas. A esas muertes se suman también varios heridos.

Byron Ruiz, olanchano recientemente asesinado en Guatemala.

Solo el sábado 15 de febrero, “en un lapso de tres a cuatro horas, se dieron tres atentados, y la ciudad está llena de policías y militares, ¿cómo es posible que pase esto? Nos hemos comunicado con las autoridades policiales para que nos den respuestas, que haya una investigación y ver qué medidas tomar para un trabajo más efectivo”, dijo un preocupado alcalde de Catacamas, que no quiere que la violencia e inseguridad tome como rehén a su ciudad.

La violencia en Catacamas es solo la punta del iceberg de otros hechos violentos sucedidos en el departamento de Olancho, en zonas como Juticalpa, Culmí, Santa María del Real, San Francisco de la Paz, entre otros. Las bandas locales de la droga que han operado a lo largo de ese vasto departamento han entrado en reacomodos y las disputas por liderazgos hacen mella en sus enfrentamientos con asociaciones de carteles externos, en especial los mexicanos ligados al cartel de Sinaloa, según los expertos antidroga.

Recientemente, uno de los líderes mafiosos más violentos de ese departamento, Byron Ruíz, fue asesinado en Guatemala por sicarios colombianos en un enfrentamiento abierto en una calle de una zona urbana. Ruíz recién había purgado condena por narcotráfico en una cárcel estadounidense y salió por rebaja de penas y colaboración eficaz. Se había instalado en Guatemala donde aparentemente había vuelto a sus andanzas de capo de la droga. Sus nexos con sus aliados hondureños, entre ellos olanchanos, habrían sido retomados. La virulencia de Byron Ruíz se caracterizó por la forma despiadada de operar donde abuso de mujeres, menores, además de poner en práctica escalofriantes métodos de tortura, según las autoridades policiales de Honduras. Se vincula a Ruíz con la desaparición de ciudadanos hondureños capturados en el Crique, Las Marías, y en Baracoa, Cortés.

Desde 2024 se reportaron desapariciones masivas en la zona norte de Honduras.

Cartel de Sinaloa en Copán

La policía ha sostenido que ese hecho del Crique, Las Marías y de Baracoa, Cortés, ha sido una especie de ajuste de cuentas entre bandas de crimen organizado, mientras la defensa de una de las víctimas desaparecidas, sostiene que en ese hecho se encuentran implicados efectivos de la policía nacional. El hecho sigue bajo una silenciosa investigación en la cual aparecen, esporádicamente una serie de cabos sueltos.

Tras la muerte de Byron Ruíz, uno de los sicarios colombianos capturados, relató con frialdad que les habían pagado para matar a un tipo que no conocían. Solo les dieron una fotografía de Byron Ruíz, y el número de placa del carro. No sabían cómo se llamaba, le dieron seguimiento por casi un año. “Matamos a un ‘man’ que es bandido, no era una persona inocente, era una persona que mataba niños”, dijo el sicario en su declaración preliminar a las autoridades guatemaltecas.

El cuerpo de Byron Ruíz fue velado por su familia en la ciudad de Juticalpa, en Olancho para ser sepultado en un cementerio de esa ciudad. En tanto, las autoridades policiales y militares han reforzado con fuertes cordones militares y policiales la ciudad de Catacamas, mientras el departamento presenta como su quinta intervención, bajo un estado de excepción que vive el país desde los últimos dos años con la suspensión de ciertas garantías constitucionales a los hondureños.

Olancho se desangra desde hace unos años frente a la poca respuesta de las autoridades.

La tasa de homicidio de Olancho en 2023 era de 51.3 por 100 mil habitantes. La tasa de homicidio nacional es de 26.8 por cada 100 mil personas, según la Policía Nacional que la considera la más baja del país en los últimos años. Olancho es un territorio que facilita no solo el tránsito de droga, sino que también su siembra dada la extensión geográfica del departamento. Es una zona que conecta fácilmente con el atlántico y otras zonas del nororiente del país.

Otro corredor de droga que se ha revuelto con la violencia es el departamento de Copán, en occidente, una zona fronteriza con Guatemala. Copán ha sido una de las zonas en donde operaron dos carteles locales de droga: el clan de los Valle Valle y el clan de los hermanos Ardón, entre ellos Alexander, “Chande” Ardón, quien purgó pena en Estados Unidos por narcotráfico y fue favorecido con una sentencia de tiempo cumplido por haber colaborado con la Fiscalía de Nueva York. Se encuentra desde enero de este año en libertad condicionada.

Las muertes violentas en el departamento de Copán se registran desde municipios ligados al paso de la droga como La Unión, Nueva Arcadia, así como en la cabecera del departamento en la colonial ciudad de Santa Rosa de Copán, donde parece haberse afincado un cartel que opera a lo largo del territorio de occidente denominado “La Chapiza” con presuntos nexos con el cartel de Sinaloa.

De acuerdo con los expertos antidroga se está generando una reconfiguración de los carteles de la droga en el país entre viejos y nuevos actores, mientras en la región de El Paraíso, Copán, sus habitantes esperan el retorno del exalcalde “Chande” Ardón, tras conocer su liberación. En el 2023, la tasa de homicidios en Copán fue de 39.7 por cada 100 mil habitantes.

Colón, otra zona caliente

Colón es un departamento con un cóctel de problemas que agudizan la violencia.

La otra zona marcada por la conflictividad en donde convergen muchos factores es la de Colón, donde los enfrentamientos por problemas de tierras e invasiones ha empezado con fuerza este año, llevando al gobierno nuevamente a enviar un contingente militar y policial para intervenir ese departamento presa de la inseguridad y la violencia. Es como la tercera intervención en Colón, una de las zonas más fértiles y productivas del país.

Los problemas de territorios, tierras, invasiones y recuperación de tierras ha sido una de las constantes que ha marcado la región del Bajo Aguán por décadas, pero otro factor ha hecho que la complejidad se torne más peligrosa e incierta: la llegada del narcotráfico y el crimen organizado. Los equipos antidrogas indican que el Bajo Aguán por la ingobernabilidad de la zona, es blanco atractivo para el tránsito no solo de droga, también del cultivo y procesamiento de esta, generando pequeños mini carteles que se disputan el control de determinadas franjas del territorio.

La ubicación de Colón y su conexión con las aguas del atlántico y caribe hondureño vuelven el departamento estratégico y atractivo para los capos de la droga. Las autoridades del Instituto Nacional Agrario, aceptaron recientemente que no pueden resolver el conflicto en el Aguán porque los carteles de la droga están metidos en la batalla por el control de determinados territorios, que por eso se ha tenido que intervenir, y mientras no se desmantele esta presencia, poco o nada se podrá hacer para poder resolver el conflicto de tierras, dijo el subdirector, Francisco Fúnez a un noticiero local, al indicar que en las próximas semanas deberán dar un informe situacional a la presidenta Castro.

Los Cachiros forjaron un imperio de terror en Honduras.

Colón fue por años una zona bajo el control del cartel de Los Cachiros que con su influencia económica obtenían también influencia política logrando mantener “control” de la zona frente a rivalidades o penetración de otros carteles. Con el desmantelamiento de Los Cachiros, surgieron mini carteles disputando el territorio y colocando la violencia como el centro “de las negociaciones”. La región de Colón de acuerdo con los analistas debe ser vista con detenimiento dado los factores que ahí se conjugan y las organizaciones sociales y territoriales que trabajan en esas zonas piden al gobierno acciones de intervención integrales, no solo de efectivos militares y policiales si la represión se va a centrar contra quienes luchan por el acceso a la tierra, haciéndose de la vista gorda de las otras fuerzas lícitas e ilícitas que operan en ese departamento. En Colón la tasa de homicidios para el 2023 fue de 71.8 por cada 100 mil habitantes.

Estos picos de violencia que han sacudido el país en los primeros dos meses del 2025, en medio de un estado de excepción que no está dando los resultados previstos, solo indican que, por ahora, tres de los principales corredores de la droga están arrojando muertes, violencia, enfrentamiento y masacres sin freno, de allí los riesgos de la falta de accionar gubernamental, el difícil acceso a la justicia y la ausencia de políticas públicas eficaces, lo que permite a los carteles de la droga tener carta blanca para operar con mayor impunidad en el país. (PD)

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