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Velásquez, pintor primitivista hondureño que no debe ser olvidado

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Tegucigalpa El pintor primitivista hondureño José Antonio Velásquez, de quien este martes se conmemoran 40 años de su muerte, «es un baluarte nacional que no se debe olvidar», dijo a EFE en Tegucigalpa una de sus hijas, Elia Ruth Velásquez, quien promueve la creación de un museo que lleve el nombre de su padre.

«Este mes de febrero se conmemoran 40 años de su muerte y 117 de su nacimiento, no hemos querido como familia dejar en el olvido el nacimiento de él y su muerte, porque pensamos que él es un baluarte del arte nacional que no se debe olvidar», enfatizó Elia Ruth.

José Antonio nació el 8 de febrero de 1906 en Caridad, departamento de Valle, en el sur de Honduras, pero saltó a la fama internacional con las pinturas que le hizo a su segundo pueblo, San Antonio de Oriente, donde fue telegrafista, barbero y, durante tres períodos, su alcalde. El pintor falleció en Tegucigalpa el 14 de febrero de 1983.

La apertura de un museo o una casa museo de Velásquez, en Tegucigalpa o San Antonio de Oriente, es algo en lo que Elia Ruth y su familia vienen trabajando desde hace varios años, tocando puertas de instituciones públicas y privadas, incluso internacionales.

Su hija señaló además que ha celebrado dos reuniones con autoridades de la Secretaría de Cultura, que están «conscientes de la necesidad del museo y conocen la trayectoria del arte de mi padre».

LA FAMA NO LE HIZO PERDER SU HUMILDAD

José Antonio también hizo famoso a San Antonio de Oriente, del que se maravilló por sus calles empedradas, su iglesia blanca, las casas con techos de teja de barro, el colorido de los cerros que circundan al «pueblo de sus amores», al que pintó desde todos los ángulos y donde conoció en 1930 a quien fue su esposa, Raquel Maradiaga.

En el siglo pasado Velásquez fue considerado el mejor primitivista de América y quinto a nivel mundial.

El proyecto que impulsa la familia del pintor se denomina «Tras la huella del pintor Velásquez».

Elia Ruth recordó que como padre, José Antonio «fue excepcional, contábamos con él en todo tiempo, nos enseñó la humildad y a pesar de todos los honores que recibió, siempre decía que pintar era algo especial que Dios le había dado y que lo único que quería era dárselo a su patria, porque era un patriota insigne».

Después de muchos años viviendo en San Antonio de Oriente, José Antonio se trasladó a Tegucigalpa, donde siguió pintando a diario, menos el domingo, aunque muchas veces ese día se dedicaba a dibujar.

El domingo 13 de febrero de 1983, un día antes de su muerte, José Antonio estuvo dibujando en su cama. Dejó un cuadro con un dibujo y un lienzo a medio pintar, además del reconocimiento internacional a Honduras con su pincel.

DE PINTOR ANÓNIMO A UN ÍCONO MUNDIAL

«Como hondureños todos debemos estar orgullosos de que un artista sea un icono muy grande, en este caso el mérito es especial porque recordemos que José Antonio Velásquez fue un autodidacta», indicó a EFE el artista de la plástica Óscar Mendoza.

Agregó que ser pintor autodidacta «tiene un mérito inmenso, sobre todo en los niños y niñas que aprenden a fuerza de ponerse ante el material de trabajo».

Mendoza, exdocente de la Escuela Nacional de Bellas Artes, en la capital hondureña, dijo que Velásquez quizá no tuvo la oportunidad para asistir a una escuela de arte, pero que haya logrado un reconocimiento a nivel internacional es un mérito personal suyo y de su familia.

«Saltar de ser el telegrafista de su pueblo y barbero de la Escuela Agrícola Panamericana (cercana a San Antonio de Oriente) a ser un ícono mundial, me parece algo maravilloso y es cuestión de orgullo para todos los hondureños», recalcó.

UN ABUELO CARIÑOSO Y JUGUETÓN

La periodista Ileana Morales, nieta de Velásquez, señaló a EFE que es «un hombre que escribió historia para Honduras y el mundo», y «un referente de la cultura genuina del país, de una sociedad, de una cultura».

José Antonio también fue un referente de la sencillez con la que viven muchos pueblos de Honduras, además de «un pedacito de la historia del país», añadió.

Ileana se imagina ahora a su abuelo compartiendo con la familia y hablando sobre otros pintores y la felicidad compartida con él en San Antonio de Oriente.

«Me lo imagino como el hombre sencillo, como lo recuerdo, pero a la vez el hombre que le dio una imagen a nivel mundial a Honduras a través de su pintura», enfatizó Ileana, quien mantiene vivo el recuerdo de su abuelo, en su hijo, José Antonio, quien estudia en Francia. JS

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