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Unidad y fraternidad para el bienestar, con dignidad y justicia social

Dr. H. Roberto Herrera Cáceres

La institución del Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (CONADEH) reitera permanente respeto por nuestra Bandera Nacional que simboliza valores inspiradores, como la fraternidad y unidad, entre todas y todos los habitantes, que debemos practicar para que nuestra independencia nacional sea efectiva y duradera.

Ese deber no lo hemos atendido y no podemos excusarnos de ello, pues es la causa de la situación actual de Honduras, como una patria dividida por el odio y confrontación entre compatriotas hermanos y hermanas, por lo que es hora del cambio pacífico de esa situación para que demos contenido a nuestra independencia con la democratización cultural conducente a cohabitar armónicamente en una patria, por todas y todos compartida.

Por consiguiente, nuestro mensaje es sobre la distancia que nos falta todavía recorrer para dar contenido real a nuestra independencia nacional; y valorar lo que hemos hecho y lo que debemos hacer en esa dirección, como ciudadanos y ciudadanas y como sociedad y Estado: por nosotros mismos, por nuestras familias y nuestras comunidades, y así alcanzar el destino que buscamos de bienestar y justicia para todas y todos, en democracia, desarrollo, paz y libertad.

Por ello, respaldamos soluciones que hoy necesitamos para sustentar la paz social estable y permanente que conduzca al desarrollo sostenible del pueblo entero, para liberarlo del temor y de la pobreza, y dotarle de los útiles necesarios para que viva su dignidad, en un ambiente de oportunidades para su progreso económico, social y democrático real. 

Buscamos la conformación de un factible sistema nacional de bienestar y justicia social, que requiere de un esfuerzo solidario de profundizamiento de la cultura democrática y la educación en derechos humanos, en la vida familiar, en las diferentes modalidades educativas y a lo largo de toda la vida, para hacer viable la seguridad humana y el desarrollo sostenible de nuestra población.

En esa dirección, estamos luchando, incidiendo y avanzando en  la sensibilización nacional de la sociedad y del Estado, para ir ocupando los espacios que históricamente hemos dejado desocupados, y que han sido utilizados por quienes en su discurso, emplean los términos de  pueblo y de bienestar en democracia, conforme a sus propios fines y utilidad individual o de grupo; mientras que, en su propia vida y liderazgo, promueven, por el contrario, la intolerancia, el odio, la confrontación y la violencia entre hermanos hondureños. Prácticas dañinas y antidemocráticas que han lamentablemente penetrado en gran parte de las familias, las comunidades locales y la comunidad nacional.

El Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (CONADEH), ha levantado el estandarte de la dignidad humana, frente a quienes, pretenden llevar esas prédicas, social, cultural y políticamente antidemocráticas, al campo de los derechos humanos.

Hemos logrado confianza creciente de parte de nuestro pueblo y cambios de actitudes y comportamientos hacia el respeto a la dignidad humana, por nuestra promoción y defensa permanente de la dignidad individual, el pluralismo, la diversidad y las expectativas colectivas de los habitantes de los territorios municipales; por  recibir y resolver constantemente sus quejas individuales y atender sus problemas comunitarios; por compartir, con ellos, conocimientos en derechos humanos como un servicio esencial para las personas y comunidades; y por sentirnos solidariamente unidos, como partes de un solo pueblo, en el cual no debe haber discriminación alguna.

Esa convicción es la que se revela en todas nuestras actuaciones independientes, guiadas por el Plan de Acción “Vanguardia de la Dignidad Humana” 2014-2020 del CONADEH. Actuaciones que, por el espíritu de cambio pacífico que las animan, van más allá de las palabras, de los discursos, de lo teórico y de actos formalistas en materia de protección y promoción de los derechos humanos, para ser expresión fehaciente de democracia viva.

Así hemos actuado y la institución deberá seguir haciéndolo, en especial, por medio de la “Estrategia de Seguridad Humana para el Desarrollo Local Sostenible: Municipios de Bienestar Solidario”. Estrategia que ha incidido en personas y comunidades que hoy comienzan a recorrer senderos de dignidad, para vivir el goce y cumplimiento de sus derechos y deberes humanos, y crear bases firmes para la convivencia armónica, la justicia social y la democracia real.

Esta estrategia local, después de más de 4 años de haberse iniciado y avanzado como proceso en 36 municipios, distribuidos en los 18 departamentos de la República: ha llegado a ser reconocida, a nivel nacional, como parte de la política de transparencia, integridad en la gestión pública y lucha contra la corrupción, tal como se hace en el IV Plan de Acción Estado Abierto Honduras 2018 – 2020. Este es un logro de las comunidades, desde los territorios locales. Ahora se trata de asegurar que las comunidades estén siempre solidariamente unidas para que nadie les arrebate esa conquista social y política que hace factible la vida ordenada en familia y en comunidad para fomentar el bienestar, por medio del esfuerzo colectivo la gobernanza democrática y el desarrollo sostenible, en municipios que protegen y respetan la dignidad humana.

“Municipios de Bienestar Solidario” es estrategia de seguridad humana para el desarrollo local sostenible porque posibilita medios preventivos y de solución de conflictos que permiten, a las personas y comunidades, superar sus temores y amenazas provenientes de la pobreza, el desempleo, las crisis recurrentes, los incendios forestales, sequias, inundaciones, escasez de alimentos, plagas, deterioro del medio ambiente, enfermedades, violencia, delincuencia incluyendo corrupción e impunidad.

Esa seguridad humana es creadora del ambiente más favorable para avanzar en el desarrollo sostenible personal, familiar y social de los habitantes, en paz, libertad y democracia, como cambio progresivo de la calidad de vida de las personas y comunidades, con su participación activa; por medio del crecimiento económico inclusivo y con equidad social; del cambio de los métodos de producción y de los patrones de consumo; con respeto a la diversidad étnica y cultural, al pluralismo ideológico y a la diversidad; y favoreciendo relaciones armónicas  de las personas con la naturaleza.

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