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Una madre coraje excepcional

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Proceso Digital / Gerardo Bustillo

Tegucigalpa – Su lema es luchar por sus hijos, nunca dejar de tener fe y protegerlos hasta que ya no tenga fuerza, por eso trabaja fuerte cada día y gran parte de la noche.

Suyapa Medina Macías es una mujer de 57 años, madre de tres hijos, uno de ellos asesinado en plena juventud.

Suyapa vive en la colonia Óscar A. Flores en Comayagüela, se gana la vida en su taller de costura, además de ser maestra en taller de corte y confección en el Instituto Nacional de Formación Profesional (Infop).

En Honduras el 33 por ciento de los hogares están bajo la responsabilidad de mujeres jefas de familia, según el estatal Instituto Nacional de Estadísticas (INE).

Eran las 7:00 de la noche cuando Suyapa nos recibió en su casa, la encontramos cómoda, con sus pies sobre el sofá en señal de descanso tras una larga jornada de trabajo y así empezó a contar su historia.

“Mi vida ha sido con altos y bajos, como mamá he tenido bonitas experiencias, pero también he tenido etapas de sufrimiento”, inició contando.

Sufrimiento porque a su hijo mayor lo asesinaron cuando él tenía 20 años en el 2002 y su segundo hijo tuvo un accidente en una motocicleta que provocó quedar en coma por varios días, con mínimas esperanzas de vida.

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“La vida me toco partes que yo no esperaba, en primera instancia me tocó mi matrimonio, yo pensé que me había casado para toda la vida y tuve que separarme, la casada era yo y el soltero era él”, confío.

Detalló que su esposo un día agarró sus maletas y nunca regresó ni por sus hijos, ni por ella, lo que provocó que tuviera que hacerse cargo de los gastos de la familia.

Contó que tuvo mucho tiempo de depresión y de sufrimiento porque cuando su esposo la dejó su hijo mayor era un adolescente y entró en una crisis de rebeldía, pero que todo eso lo superó hasta que llegó la peor prueba de su vida, le mataron a su hijo.

“Ese momento fue el fulminante, me mataron a Gerardito, murió a los 20 años, para mí fue un gran impacto y de nuevo la vida me dio otro golpe, ese fue más fuerte, totalmente más fuerte que cuando me separé, ese no se compara con nada”, relató.

Activistas de derechos humanos registran que entre 2010 al primer trimestre de este 2018, en Honduras se registraron 26,400 muertes violentas de jóvenes en Honduras, al menos 98 por ciento del total comprendidos entre los 12 a 30 años mientras que el resto corresponden a infantes.

El Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (OV-UNAH) indica que en 2017 las muertes violentas bajaron a 43 homicidios por cada 100 mil habitantes. Un año antes el registro era de 63 por cada 100 mil habitantes y cuatro años antes de 86 por cada 100 mil habitantes.

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La vida casi le quita a otro hijo

Suyapa no ocultó que después del asesinato de su hijo se resintió con Dios, señala que no encontraba explicación, no entendía porque le habían quitado la vida a su hijo, pero eso no la detuvo para que siguiera luchando. Pero en medio de su dolor trabajaba, aunque muchas veces no podía contener su llanto, pero al final era la lucha por la vida de sus otros hijos, Kevin y Génesis.

Las madres como Suyapa en Honduras representan el 33, 6 por ciento de los 1.9 millones de hogares, lo que se traduce en alrededor de 670 mil mujeres jefas de hogar de acuerdo con los datos del INE.

Después de salir de su crisis y empezar a caminar por sus hijos, la vida le volvió a dar otro golpe, otro de esos duros, que se piensa que no se van a superar.

Su hijo Kevin iba en su motocicleta para ir a trabajar cuando un carro le impactó, el golpe fue tan grande que cuando cayó en el pavimento sufrió fuertes daños en la cabeza.

“Fue otra experiencia fulminante para mi vida, mi hijo Kevin tenía 23 años, no sabemos quién lo golpeó. Ese dolor fue muy fuerte, lo metieron al quirófano inmediatamente, el timón de la moto le rompió el vaso y el mayor golpe fue en el cerebro, se lo desprendió, entró en cuidados intensivos, lo conectaron a una máquina y me dijeron que solo lo podían tener 10 días y que si no despertaba del coma lo iban a desconectar, yo me negué a que se muriera, yo le pedía a Dios que por favor le permitiera vivir a Kevin, me decían que en cualquier momento iba a morir y que si vivía iba a quedar en estado vegetal”, contó entre lágrimas.

Siguió contando que “toda mi familia se unió a mí en oración, me apoyaron, en ese momento el Seguro Social (IHSS), estaba en crisis, nosotros cubríamos todo, pero fuimos un ejército. Recuerdo que entró de 23 años en cuidados intensivos y estando conectado cumplió los 24 años, le cante las mañanitas, sabía que no eran las últimas”.

Suyapa relataba que todos los días le decían que se preparara porque en cualquier momento su hijo iba a morir y ella les decía que no iba a morir.

“Recuerdo un día que estaba llorando en la capilla y una mujer se me acercó y me preguntó que me pasaba, le dije que mi hijo se estaba muriendo, que al cumplir 10 días lo iban a desconectar, le dije que le había pedido a Dios que no me lo llevara porque ya me había quitado a un hijo. Ella me dijo, – usted va a regresar a su casa con él, -. Me dijo que él iba a sufrir, pero que iba a regresar con él a casa, me preguntó el nombre y le dije Kevin Ariel Castillo, ella volvió a decirme que él iba a despertar, esa palabra se cumplió, a los 7 días despertó del coma”, compartió.

Regresó a casa con su hijo

Pero ese no fue todo el sufrimiento en el Seguro Social porque su hijo después de que despertó del coma, agarró una bacteria en el hospital y se volvió a poner grave. En esa ocasión hasta agonizó, contó Suyapa.

“En cuidados intensivos estuve 22 días, ahí dormía en las gradas, solo ponía una colchoneta, luego lo pasaron a sala y en total estuve tres meses en el Seguro Social, noche y día, nunca dejé solo a mi hijo”, comentó.

Siguió contando que cuando su hijo se contaminó en el Seguro Social, en ese momento agonizó, cerro sus ojos y no tenía palpitaciones.

“En ese momento me fui llorando, luego volví, estaba expirando, me quedé dormida y en la mañana estaba diferente, Dios le dio de nuevo un soplo de vida, desde ahí se fue recuperando. Cuando salió del hospital solo pesaba 90 libras, estaba muy flaco, pero para mí era una bendición porque estaba vivo”, dijo con alegría, como si viviera de nuevo ese momento.

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Su vida como mujer, obrera y papá

Aparte de las historias complicadas que ha tenido Suyapa en su vida, le ha tocado ser la columna vertebral de su hogar, ella se define como “mapa”, es decir es mamá y papá al mismo tiempo.

“Tengo mi taller de costura y me desenvuelvo como instructora en el Infop. Lo que puedo decir es que mientras uno pone un esfuerzo y da la vida por los hijos todo es posible, el amor de madre es el único semejante al de Dios”, expresó.

Luego dijo que “no me quiero despedir sin hablar de mi hija Génesis, es una muchacha que estudia nutrición en la universidad, es bailarina, gritona, entusiasta, inteligente y junto a Kevin son mis dos amores”.

Suyapa finalizó contando que el Día de la Madre se une con todas sus hermanas, revela que no tiene mamá, pero que la esposa de su papá ha sido una gran mujer.

“Hace poco murió mi papá, ella quedo sola, pero ha sido una pieza importante en mi vida, así que nosotros nos reunimos con ella. A las madres les digo que nunca flaqueen, que los hijos son lo más importante en la vida y a los hijos les pide que siempre estén atentos a sus madres, no olviden el único mandamiento que tiene promesa, honra a tu padre y tu madre y se te alargaran los días en la tierra”, finalizó.

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