Esa misma cámara de la muerte fue ocupada 24 horas antes por el también hispano James Edward Martínez ejecutado por matar a dos personas en el año 2000.
Casi al mismo tiempo fue ejecutado en el estado de Georgia Robert Newland, quien hace 23 años degolló a una mujer porque rechazó sus avances amorosos.
En su última declaración antes de morir, Salazar se despidió de su madre, sus hermanos y sus cuatro hijos a quienes dijo llevar «en el corazón».
Inmediatamente después, comenzó a rezar el Padrenuestro, según relató una portavoz del penal de Huntsville.
Durante el juicio, los fiscales dijeron que el 11 de octubre de 1997 Salazar entró furtivamente por la ventaja de la casa de Martha Sánchez en San Antonio y la mató a puñaladas.
También hirió a Erick, el hijo mayor de Sánchez de 10 años, que trató de defender a su madre y logró huir a la casa de un vecino a quien pidió ayuda.
En su defensa Salazar dijo que en esos momentos se encontraba bajo el efecto de las drogas y que pensó que se encontraba en su casa y que la mujer y su hijo eran unos intrusos.
Sin embargo, los fiscales señalaron que los cables del teléfono de la residencia habían sido cortados y que las heridas sufridas por la mujer indicaban que había sido víctima de una intento de violación.
La ejecución se llevó a cabo después de que los abogados de Salazar agotaran todos los recursos por conseguir un aplazamiento o una conmutación de la pena.
«Jurídicamente ya no queda nada que podamos hacer», señaló el abogado Michael Gross.
La ejecución de Salazar fue la número 12 de este año en Texas, estado que tiene previstas otras tres el mes próximo, entre ellas las de los también hispanos José Briseño y Michael Rosales.