Tegucigalpa – “La cultura vacía de nuestra sociedad deja un gran vacío en nuestros corazones”, reprochó hoy el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez, quien durante toda la celebración eucarística no se retiró la mascarilla.
– Una mascarilla de color negro con la imagen de la Virgen de Suyapa acompañó al cardenal hondureño durante toda la celebración eucarística.
De esa manera se pudo observar un cardenal más precavido, ya que otras ocasiones durante varios momentos de los distintos ritos litúrgicos se retiraba la mascarilla, algo que no sucedió este domingo.
Lo anterior obedece a que Honduras enfrenta los peores números de la pandemia. De acuerdo a datos del Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (Sinager) enero de 2021 se ha convertido en el mes con más contagios de la COVID-19 en Honduras desde marzo de 2020, con más de 22 mil nuevos enfermos y 400 decesos.
Con base en lo anterior, las autoridades han enfatizado en mantener las medidas de bioseguridad y el arzobispo de Tegucigalpa ha dado el ejemplo sin retirarse la mascarilla durante la Misa dominical.
En su mensaje el líder religioso reconvino la cultura vacía de la sociedad que en muchos casos no deja escuchar a Jesús.
Al respecto, el cardenal hondureño instó a preguntarnos qué es lo que estamos escuchando y a qué voces obedecen nuestros impulsos.
“También dentro de nosotros se pueden levantar gritos, ruidos, que quieren hacernos perder de vista nuestra dignidad y generan la división entre nosotros”, reflexionó.
Exhortó a cuestionar qué gritos están ejerciendo más presión en los hondureños y a pedir a Jesús deje escuchar su voz.
La fuerza que libera está en Jesús y estamos llamados a reconfortar a la gente, hombres y mujeres de hoy, apuntó.
Finalmente invitó a la oración y pidió a Jesús abrir un camino de paz y libertad para toda la raza humana.
A continuación Proceso Digital reproduce la lectura del día tomada santo evangelio según san Marcos (1,21-28):
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.
Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»
Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él.»
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.»
Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
(RO)