Por: Otto Martin Wolf
Todavía existen locutores y presentadores de radio y televisión que tratan de ganar audiencia a base de alarmar al público.
Sirenas, pitos, toda clase de ruidos y voces estridentes son parte del intento de conquistar auditorio, ofendiendo a todos aquellos que tienen buen gusto y sentido común.
Antes de la explosión tecnológica, que nos permite ver en nuestro teléfono en tiempo real lo que sucede en cualquier lugar del mundo y también escuchar a los mejores y más profesionales periodistas, antes de eso, quizá podíamos ser sorprendidos con artificios primitivos, pero ya no.
Ahora podemos comparar y darnos cuenta que, en la forma más burda, tratan de manipular nuestros sentidos con trucos que irrespetan la inteligencia del público, todo para lograr más audiencia.
Utilizan la sangre de los muertos en accidentes o asesinatos y el dolor de las víctimas y parientes en una cruda de explotación del morbo, para los mismos fines.
Uno se pregunta si de verdad les interesa informar o si lo que pretenden es alarmar, todo para lograr mayores “ratings” y con eso conseguir más anunciantes y, finalmente, más dinero.
Explotación de las noticias por dinero.
Cuánto tardará el público en darse cuenta de esa manipulación y alejarse de esa clase de “informadores”?
Ya está sucediendo, la gente no es tonta, tiene sentido común y sensibilidad.
Estamos abiertos al mundo, podemos conocer costumbres, adelantos, inventos y tendencias de todo el planeta sin movernos un centímetro de nuestra posición.
Rápidamente muchos hemos abandonado los viejos hábitos de ver y escuchar esos “alarmo-periodistas”, más dispuestos a asustarnos que a cumplir una labor realmente informativa.
Ahora, en lugar de todo ese barullo, plácida y tranquilamente podemos enterarnos de lo que sucede en Honduras y el mundo, leer los más variados comentarios, editoriales e información en general, desde nuestros dispositivos móviles, sin tener que soportar la carga emocional que nos provocan los alarmistas de la noticia.
No hace mucho solicité a varios amigos que, camino al trabajo, en lugar de escuchar noticieros en la radio, pusieran alguna plácida radioemisora, con música alegre y suave y que, luego, me dijeran del resultado del experimento.
Cuál fueron los comentarios? El nivel de estrés bajó considerablemente, la agresividad al conducir se redujo y, más importante aún, durante todo el día disfrutaron de mejor temperamento para hacer frente a los problemas diarios.
La conclusión fue que las noticias presentadas en forma escandalosa contribuían a arruinarnos el día.
Le invito, estimado lector, a que ponga en práctica los siguientes 4 puntos:
1) NO sintonice ningún noticiero de radio o televisión en la mañana
2) Lea en su dispositivo móvil las noticias más importantes, las primeras planas de los periódicos nacionales y extranjeros.
3) Tenga un buen día, descansado, relajado, sin descargas emocionales innecesarias.
4) Finalmente: Deje todas las “últimas horas” para cualquier otro día, preferible del año entrante.
Verá que su estado de ánimo cambia por completo, tendrá un día mejor.
El ruido, el escándalo, las sirenas y los titulares alarmantes NO le informan mejor, sólo le hacen perder la tranquilidad.