Washington, (EEUU) – (Especial para “Proceso Digital”. Por Alberto García Marrder).
El segundo “impeachment” (juicio político) contra el expresidente Donald Trump ha quedado muy claro para los libros de historia de Estados Unidos: “culpable” por haber incitado a una insurrección, el asalto al Capitolio por miles de sus simpatizantes.
Pero para la mitad de los cien jueces, los miembros republicanos del Senado, Trump no lo es. Sus fieles senadores republicanos se disponen a absolverlo, a pesar de todas las pruebas en su contra.
Y valiéndose que es necesario dos tercios para declararlo culpable, cifra que los 50 demócratas no van a lograr alcanzar, a pesar de unos cuantos republicanos, tal vez unos seis, que rompan filas.
Pero los senadores demócratas están buscando un triunfo apabullante: impresionar a la opinión pública y dejar en vergüenza a los rivales republicanos, que votarán para absolverlo, solo por lealtad política al gran jefe, y no por convencimiento de los hechos.
Y sobre todo, deja a Trump en un lugar tétrico en la historia de Estados Unidos: el único presidente sometido a dos “impeachment”. Nada para vanagloriarse, a una persona tan vanidosa y narcisista.
He seguido, día a día, las transmisiones por televisión del “impeachment” y a pesar que tengo que concluir esta crónica, antes de la votación final, estas son mis conclusiones iniciales:
1-Los demócratas han presentado contra Trump una denuncia coherente, muy convincente y hasta muy cruda por los videos que han mostrado como Trump incitó a sus seguidores y como estos asaltaron el Capitolio, poniendo en peligro la vida de los congresistas y senadores. Y produciendo cinco muertos.
2- Pusieron también en peligro la vida del exvicepresidente, el republicano Mike Pence, que presidía en el Senado una sesión conjunta para certificar la victoria del nuevo presidente, Joe Biden en el Colegio Electoral. Esta se interrumpió mientras todos se escondían de las turbas.
3- El congresista demócrata Jamie Raskin, el principal “manager” de la acusación, describió bien al principio el papel de Trump: “Renunció a su papel de Comandante en Jefe y se convirtió en Incitador en Jefe de una peligrosa insurrección”.
4- El joven senador republicano Josh Hawley, de Missouri, siguió desde la galería de visitantes, en el segundo piso, los debates, con los pies sobre el asiento delantero y leyendo otros documentos: “Nada de lo que se diga en los debates, va a cambiar mi opinión de absolver a Trump”.
5 – Un sondeo de la cadena ABC/IPSOS revela que un 56 por ciento de los encuestados piensa que Trump debe ser declarado culpable y que no se le permita presentarse de nuevo a unas elecciones presidenciales. Un 43 por ciento, que debe ser absuelto.
Las sesiones en el Senado han dejado en evidencia que el expresidente no ha tenido una defensa coherente y creíble. Tanto que en su primera intervención el martes pasado, el principal abogado Bruce Castor, se permitió el lujo de felicitar “la buena presentación inicial de los demócratas”.
Castor y David Schoen fueron elegidos de prisa y corriendo hace una semana como abogados defensores una vez que el equipo inicial renunciara por oponerse a la táctica sugerida por Trump: la de insistir en que le robaron las elecciones presidenciales del 3 de noviembre.
Ha estado claro desde el inicio del segundo “impeachment”, que ninguna evidencia presentada por los demócratas, ni los videos, han servido para cambiar la decisión de los senadores republicanos de absolver a Trump. Esa decisión ya estaba tomada mucho antes.
Según testigos (la televisión no podía enseñarlo por imposición republicana), los senadores pro-Trump estaban leyendo y sin poner mucha atención a lo que sucedía en el hemiciclo. Era como si no fuera con ellos, su decisión ya estaba adoptada.
Pero seis senadores republicanos rompieron filas y votaron, con los 50 demócratas que no era “anticonstitucional” el debate. Pero son necesarios que 17 de ellos republicanos voten con todos los 50 demócratas para aprobar el “impeachment”. Cosa difícil de lograr.
¿Y por qué los senadores republicanos apoyan ciegamente a Trump?
Porque el expresidente tiene en sus manos el futuro político de cada uno: Una indicación suya, a favor o en contra, al Partido Republicano en cada estado de donde son originarios ellos, basta para encumbrarlo o para buscar otro candidato “más leal”.
El primer “impeachment” fue en 2019. Fue debido cuando Trump amenazó, en una conversación telefónica, al presidente de Ucrania, Volodymir Zelensky, de suspender la ayuda militar de 400 millones de dólares a su país si no colaboraba en obtener información dañina al entonces pre-candidato presidencial demócrata, Joe Biden.