Tegucigalpa – El clásico capitalino entre Olimpia y Motagua se volvió a teñir de rojo cuando la noche de este sábado al menos cuatro personas murieron y decenas más resultaron heridas.
– De nuevo el coloso capitalino volvió a ser una zona de guerra. El operativo policial falló en esta oportunidad y los gases lacrimógenos volvieron a asomar en la noche capitalina.
– Las barras vuelven a ser protagonistas en momentos reprochables para el fútbol nacional.
Tres personas llegaron sin vida a las instalaciones del Hospital Escuela y decenas de heridos también ingresaron para recibir atención médica. A primeras horas del domingo se confirmó la muerte de una cuarta víctima.
Los afectados iban con diversas lesiones y algunos convulsionando por el consumo de gas lacrimógeno. Escenas de histeria colectiva y caos fueron notorias en el máximo centro asistencial del país.
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— Proceso Digital (@ProcesoDigital) August 18, 2019
Las víctimas mortales fueron identificadas como Jefferson Josué Banegas (24), Carlos Fernando Alvarado Meza (26) y Velis Antonio Baquedano Méndez (27), los tres jóvenes esta noche iban a disfrutar de un clásico. El cuarto deceso fue reconocido como David Antonio Zepeda Zúniga (22).
La lista de heridos la componen: Loany Maribel Sauceda Aguilar, Eduardo Morazán, Jason Orlando Carranza, Ariel Alejandro Salgado, Steven Martínez Álvarez, Jimmy Antonio Rodríguez Roque, Rubén Alexander Cruz y Omar Hernández.
Personeros de Medicina Forense llegaron casi inmediatamente al Hospital Escuela para hacer el levantamiento de los cuerpos y determinar las causas de las muertes.
La portavoz del Hospital Escuela, Laura Schoenherr, dijo que tres pacientes presentan condiciones críticas debido a que recibieron heridas con arma de fuego, politraumatismo y golpes.
De nuevo el caos, la histeria y la intolerancia se apoderó de las afueras del Estadio Nacional. Centenares de aficionados corrían tratando de poner a salvo sus vidas. Las piedras y el gas, esta vez se hicieron presentes a la instalación deportiva.
Niños, mujeres, jóvenes y adultos se confundían entre la multitud atacada por momentos de pánico. Las sirenas de las ambulancias anunciaban la magnitud de la tragedia que esta noche cobró la vida de tres personas.
El partido Olimpia-Motagua es considerado de alto riesgo por la rivalidad de sus barras. Esta es la enésima vez que se producen hechos violentos con el saldo trágico de muertos.
El ataque al bus de Motagua
El juego entre Olimpia y Motagua, correspondiente a la quinta jornada del Torneo Apertura de la Liga Nacional, estaba programado para las 7:00 de la noche, pero una hora antes del cotejo cuando el bus del Ciclón Azul llegaba al Estadio Nacional fue atacado a pedradas por la barra Ultrafiel.
Pese a que el bus iba con resguardo policial y se había planificado varios anillos de seguridad, en esta oportunidad no pudieron hacerle frente a la turba de aficionados que estaban apostados a la altura del barrio Morazán.
En el ataque de los barristas resultó afectada la unidad de transporte del conjunto motagüense y los jugadores Emilio Izaguirre, Jonathán Rougier y Moreira recibieron algunas esquirlas en sus rostros.
Inmediatamente el club Motagua decidió regresar a su hotel de concentración, mientras los jugadores afectados fueron llevados a un centro asistencial.
Desde una hora antes del inicio del juego, cuando se produjo la agresión contra el club Motagua, el dirigente Juan Carlos Suazo anunció que no se presentarían para no poner en peligro a sus jugadores.
La suspensión del juego era un secreto a voces, pero no se tomaron las medidas por parte de los responsables de la seguridad. Incluso, el equipo Olimpia y los árbitros salieron al terreno de las acciones para realizar ejercicios de calentamiento.
Fue como un efecto dominó. Con el paso de los minutos se produjeron enfrentamientos entre barristas y la propia autoridad, la situación se salió de control y centenares de personas corrieron despavoridas al terreno de juego para evitar ser alcanzadas por los gases lacrimógenos.
La escena era dramática, el terreno que debía albergar el juego entre los dos equipos más populares del país, más bien sirvió para darle cabida a los aficionados asustados, golpeados y con signos de shock.
Afuera del Estadio Nacional varios carros resultados dañados y saqueados. Los jugadores del Olimpia tuvieron que salir caminando cuando la situación había mejorado.
Tras salir del coloso capitalino algunos jugadores condenaron los hechos ocurridos esta noche y coincidieron que la sangre no tiene porqué teñir el fútbol. Los llamados a la cordura a sus barristas fueron notorios y pidieron acciones definitivas para evitar que la gente se aleje de los estadios.
Pasadas las horas, la calma volvió a la instalación deportiva en la que aún se respiraba el ambiente contaminado por el gas lacrimógeno. Se apagaron las luces del Nacional y también las vidas de cuatro jóvenes hondureños. La pregunta es: ¿Qué sigue?