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Treinta años de Andrew: las icónicas casetas que cambiaron la playa de Miami

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Miami – La historia de Miami Beach es la de sus playas bajo un invencible verano y la icónica imagen de sus coloridos puestos de socorristas, con ese aire retro que el arquitecto estadounidense William Lane ha sabido preservar en los actuales tras el paso devastador del huracán Andrew en 1992.

Alegres y optimistas, su estética y formas abstractas y el uso de colores llamativos (rosa, amarillo, naranja o púrpura) han convertido estos puestos de salvavidas no solo en un atractivo turístico añadido, sino en un referente del arte urbano.

Ahora, 30 años después de que Andrew azotara la costa de Miami (el 24 de agosto de 1992) con vientos de categoría 5 (más de 250 km por hora), Lane y su estudio de arquitectura han completado la instalación de las 36 nuevas casetas de socorristas en esta famosa playa que el cine y el turismo han ido popularizando a lo largo de décadas.

Un caribeño Rosario de 36 artísticas torres playeras

Forman un colorido rosario de artísticas torres que salpican Miami Beach desde la punta sur, en South Point Park, hasta la punta norte, en calle 87, en total 7 millas (11,5 kilómetros) de una «larga infraestructura playera de acento caribeño que son un complemento maravilloso para una ciudad tropical de blancos edificios», dice Lane a Efe en su estudio de Miami Beach.

En la pantalla de su computadora desfilan una a una las 36 coloridas torres, «más grandes y lujosas que las reconstruidas en 1995», pero inspiradas en similares motivos: «Automóviles, dibujos animados, fauna y flora, el mar, todo muy animado y gráfico», explica.

«Empecé a trabajar en los prototipos de las nuevas casetas en series de seis torres en 2015 por petición del ayuntamiento de Miami Beach, y para 2020 ya estaban prácticamente instaladas todas», añade Lane.

Una inspiración «vintage», urbana y tropical que procede tanto de sus trabajos de arquitectura y diseño en Nueva York (donde residió 15 años), como, principalmente, de su estancia posterior en las Islas Vírgenes estadounidenses y luego, a partir de 1992, en Miami.

«Pasé de un ambiente urbano al Caribe, una región animada por sus arrecifes de coral, los peces tropicales, la paleta de colores, el mar, la naturaleza, el submarinismo». Todo un mundo que, según dice, marcó profundamente sus posteriores trabajos.

Cuenta Lane que fue testigo de los estragos del huracán Hugo en el Caribe en 1989 y que en 1992 se mudó a Miami, donde le tocó vivir el paso de Andrew; pero, lo más importante, fue «asimilar el estilo de casas de Cayo Hueso (extremo sur de Florida)» y «la diversidad cultural y de formas que es Miami» y su reflejo del estilo Art Decó y MiMo (Miami Modernist).

En ese contexto, sus puestos de socorristas «son muy Miami» no solo por la influencia del «océano y las dunas en contraste con el blanco tropical de la ciudad y sus animadas estructuras y edificios», sino, «definitivamente, por lo caribeño y tropical».

Esta infraestructura playera confeccionada con madera (tratada para ser resistente al ambiente marino), aluminio y acero inoxidable expresa en sus «formas abstractas y antropomórficas» la identidad y «diversidad cultural» de Miami Beach, apunta Lane mientas despliega planos y borradores de sus diseños primeros.

Casetas de vigilancia móviles

«Son, en cuanto a los materiales usados, muy antigua escuela», dice al hablar con pasión de estas torres de vigilancia que, en caso de amenaza de huracán, pueden ser remolcadas hacia el interior.

Cada instalación se apoya en una estructura elevada sobre la arena, «con un gran trabajo de ingeniería para poder ser trasladada por un buldócer ante el peligro de un inminente huracán», apunta.

Recuerda que la primera cuestión que se planteó en 2015, con el encargo del ayuntamiento de Miami Beach, fue «cómo convertir una infraestructura que necesitamos, un espacio utilitario, en algo especial, diferente, con un significado cultural añadido», tal como en el metro de París, comenta.

«Ese es el valor cultural que quise imprimir a las casetas, que sean una forma de arte y expresión y, a la vez, parte de la comunidad: un espacio utilitario y público llevado a otro nivel de experiencia», subraya.

Se muestra el arquitecto muy satisfecho de la reacción y comentarios que generan sus casetas «vintage», estandarte de estas famosas playas que el cine y el turismo han ido popularizando a lo largo de décadas. AG

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