Análisis de Alberto García Marrder – Especial para Proceso Digital
El mapa de América Latina es ahora más rojo que hace unos nueve meses.
Con la victoria de Luiz Inacio Lula da Silva en Brasil, las seis principales economías de la región por su PIB (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú) estarán en manos de presidentes de izquierdas que gobernarán en el 86 por ciento de las poblaciones de América Latina.
Y en este año, Xiomara Castro asumió el poder en Honduras el 27 de enero (la primera mujer presidenta en su historia), Gabriel Bodric en Chile el 11 de marzo y el ex guerrillero Gustavo Petro, quien es el primer presidente progresista de Colombia, desde el 7 de agosto.
Los tres son de izquierdas o aparentan serlo. No olvidemos al pintoresco presidente del Perú, Pedro Castillo (desde el 28 de julio del año pasado) quien ya se quitó el sombrero de campesino y que está acusado de corrupción, con su esposa y cuñada.
Si vamos a analizar a los políticos de izquierda o lo que ahora prima “progresistas”, hay que matizar:
1- Esta nueva hornada de líderes izquierdistas latinoamericanos no tiene nada que ver con los de “otra época”: Hugo Chávez (Venezuela), Fidel o Raúl Castro (Cuba), Evo Morales (Bolivia), Rafael Correa (Ecuador) y Daniel Ortega (Nicaragua).
2- Estos nuevos no viven del lema de “Abajo los gringos” y observan un socialismo más moderado hacía el coloso del norte.
3- En América Latina hay tres dictaduras, todas de izquierda. Por ideología o por conveniencia: Cuba, Nicaragua y Venezuela. La más represiva y grotesca de las tres parece ser la de Daniel Ortega (presidente) y Rosario Murillo (vicepresidenta y esposa), en Nicaragua.
4- Cuba es el único país de la región gobernado por un partido comunista. Y ya van más de 60 años…
5- Puedo pronosticar que este grupo de países latinoamericanos van a tratar de sacar de su aislamiento internacional a uno de estos tres dictadores. A Nicolás Maduro de Venezuela, el primer paso lo ha dado Gustavo Petro, el nuevo presidente colombiano con su reciente visita a Caracas. Pero coincido con Isayen Herrera en el “The New York Times” de que “muchos analistas piensan que Maduro tiene pocos incentivos para unirse al Sistema Interamericano de Derechos Humanos”.
Al de Cuba, Miguel Díaz-Canel, (en sustitución de Raúl Castro) no lo creo y tampoco a la impresentable pareja Ortega-Murillo, de Nicaragua, enfrascados en una radicalización de la dictadura familiar, hasta que Washington diga “basta”.
He pedido al prestigioso historiador hondureño, Mario Argueta, su visión de este nuevo mapa latinoamericano de izquierda: “El término de izquierda debe ser matizado y ubicado en contextos específicos. Hay que diferenciar entre la retórica izquierdista, estridente para consumo interno y externo y medidas radicales como la expropiación de empresas extranjeras asentadas en sus países”.
“Varias de las medidas de estos gobiernos latinoamericanos de izquierdas podrían ser vistos en Europa como propias de un régimen y partido Social Demócrata”, asevera Argueta.
Cuando le recuerdo que el nuevo gobierno en Honduras de la presidenta Xiomara Castro, actúa como de izquierda, le pregunto: ¿es o no de izquierda?
“Pese a que se dice de izquierda, tengo mis serias dudas”, asevera Argueta.
El columnista Héctor Estepa, corresponsal en Río de Janeiro del portal español “El Confidencial”, se hace eco de muchos analistas al destacar que “más que un giro a la izquierda, lo que está ocurriendo en una América Latina con severos problemas económicos, alta inflación, depreciación de las divisas naciones, es un castigo a los gobernantes en curso”.
“Los últimos siete años de procesos electorales en la región se han caracterizado por el rechazo y la no reelección de los presidentes que aspiraban a renovar el poder, casi todos de derechas, algo que aumentó tras la pandemia mundial. Y que podría afectar también a los nuevos gobiernos de izquierda”, escribe Estepa.
Esa interesante tesis se podrá comprobar dentro de cuatro o cinco años y ver cuantos líderes de izquierda son capaces de renovar sus mandatos, indefensos ante el “castigo de los votantes.” Y no como una lucha de ideologías.
El brasileño Lula da Silva, con la sombra detrás de su ex rival Jair Bolsonaro, y el colombiano Gustavo Petro se perfilan como los dos nuevos líderes en América del Sur y sus objetivos principales serán los de la integración regional.
Alberto Fernández, el presidente de Argentina, debería ser el otro, pero no lo es porque está a la sombra de su vicepresidenta y lideresa del peronismo, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner.