- La inseguridad está afectando la fortaleza de los hondureños
- Problemas de salud pública son gigantescos
En primer lugar la primera tarea que debe enfrentar el presidente Porfirio Lobo Sosa es recuperar la confianza de la población en el tema de seguridad, ya que actualmente los múltiples asesinatos están provocando de nuevo una sensación de que nadie está a salvo en el país.
Desde secuestros de familias establecidas y empresarios, hasta el asesinato de trabajadores sencillos y personas humildes en barrios en crecimiento, el tema de inseguridad parece que adquirió el formato 24/7, todos los días de la semana a todas horas la población esta expuesta a los criminales.
De nada sirve los reconocimientos internacionales al gobierno de Lobo Sosa, si llegase a perder la fe de la población que dirige.
Asimismo, de nada sirve las alabanzas externas, si la completa inseguridad no permite la llegada de turistas y de inversiones foráneas que generen empleo, y con ello riqueza nacional, para aliviar el otro gran mal de la sociedad: la faltad de oportunidades laborales para los más pobres.
Lobo Sosa y su equipo deben centrarse ahora en recuperar la fe de los ciudadanos y hacerlos sentir que tienen una administración que se ocupa de sus problemas reales y no en los asuntos internacionales, a los cuales dedico ya cinco meses.
No importa que el presidente Lobo Sosa no acuda a los operativos, como señaló recientemente que no estaba para tales misiones, pero si para exigir a su equipo de seguridad que reenfoque sus estrategias actuales que han sido desbordadas por las diversas modalidades del crimen.
Incluso la Fiscalía General acaba de darle un apoyo al hasta ahora quehacer fundamental de Lobo Sosa, al archivar todas las acusaciones judiciales que tenía contra el ex presidente Manuel Zelaya y las pocas que quedan puede enfrentarlas en libertad.
Salud
Además del tema de seguridad y empleo, los hondureños enfrentan el problema de salud pública, el cual no puede ser enfrentado eficientemente por el gobierno.
La expansión de los casos de dengue demostró que la administración no se preparó para enfrentar esta cíclica epidemia y se esperó hasta que la misma colapsara en los centros estatales de salud y provocara cerca de 13 muertes para decretar emergencia y comenzar a realizar compras de pánico.
Además de casos de dengue, todo el sistema hospitalario estatal enfrenta problemas graves con personal supernumerario mal administrado, pero con escasos y obsoletos equipos médicos y con la falta de medicamentos.
Virtualmente todos los pacientes que acuden a los hospitales salen con recetas para adquirir los medicamentos en las farmacias privadas y ordenes para hacerse exámenes en laboratorios particulares.
Toda esa población afectada nunca ha sido beneficiada por estar en el Sistema de Integración Centroamericana (Sica) o en la Organización de Estados Americanos (OEA).
