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Torres-García y el fuego de Prometeo

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Montevideo – Igual que, según la mitología griega, Prometeo robó el fuego a los dioses para llevárselo a los hombres, el pintor uruguayo Joaquín Torres-García bajó el arte «del pedestal de los popes de la academia» para convencer a los ciudadanos de que «es una herramienta que tenemos todos para expresarnos y comunicarnos».

Esa analogía la sugiere el director uruguayo Emiliano Mazza de Luca, quien prepara un documental sobre esta «figura de talento mundial» con motivo de los 150 años de su nacimiento en Montevideo (1874-1949), que se cumplen en 2024.

En este proyecto, uno de los que se diseñan para esa celebración, participan en las tareas de documentación familiares del pintor, como Alejandro Díaz, director del Museo Torres García de Montevideo, o Jimena Perera, presidenta de la Fundación Torres García, quienes comparten para Efe la «necesidad» de seguir divulgando su obra.

«Pax in Lucem»

El creador del Universalismo Constructivo y destacada figura del arte latinoamericano, desarrolló una importante faceta como divulgador, tanto en libros y conferencias como con la invención de juguetes educativos, siendo uno de los aspectos más llamativos del pintor que, tras un largo periplo, regresó en 1934 a Uruguay, de donde salió con 17 años y donde falleció como un gran maestro.

El hallazgo de restos del mural «Pax in lucem» («Paz en la luz», en latín) elaborado por el pintor y su taller, que desapareció junto a otras pinturas en 1978 en un incendio en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, es el punto de arranque de este proyecto que cumplirá una década en 2024 y cuyo hilo conductor es el fuego.

Como el cineasta explica a Efe, «el fuego es un ‘leitmotiv’ en la vida de Torres-García», ya que, además de lo ocurrido en Brasil, posterior a su muerte, significativo fue el incendio de su fábrica de juguetes en Estados Unidos en 1925, que, según Mazza, fue «transformador».

De no ser por este acontecimiento, «el tipo iba a estar condenado a vender sus juguetitos de madera, capaz que se hacía millonario, pero no iba a pasar lo que sucedió después», cuando fue animador de las vanguardias artísticas en París, Nueva York o Madrid antes de retornar a Montevideo.

Además, el director y productor reflexiona sobre «un fuego muy importante que tiene que ver con su muerte», y es que el pintor falleció de cáncer de hígado, algo que, según la medicina china, está «asociado a las emociones» y cuyo «símbolo es el fuego».

Por su parte, Alejandro Díaz, bisnieto del pintor, indica que, más allá de lo ocurrido con algunas de sus obras, «el fuego es el símbolo del espíritu, de la búsqueda y del anhelo de siempre en adelante» y agrega que la secuencia seguida por Mazza «es una manera de también traer una persona muy viva, muy fogosa, literalmente».

La eternidad… e ifigenia

En un filme que «no es un biopic ni una biografía con una linealidad» ni «un documental de entrevistas», según su creador, el tiempo es tan protagonista como el propio Torres, ya que el pintor pasa de reflejar “un mundo atávico, imaginario y muy pasado” en sus inicios a la modernidad de las ciudades hasta que «deja la figuración».

«Deja de ser literal para incorporar el símbolo con proporciones áureas y sus pinturas empiezan a ser atemporales, porque, al ser simbólicas, no tienen tiempo: ni pasado ni presente ni siquiera futuro. Para mí, adquieren una cuestión eterna», explica el director, quien afirma que «Pax in lucem» es un nombre «condenado a la eternidad cósmica».

El documental, cuyo guion escribe Mazza en estos momentos, cuenta con la colaboración de una productora de Brasil y otra de Cataluña (España), pero aún precisa financiación, sobre todo para el rodaje en lugares donde vivió el pintor y para el ‘footage’ (metraje) histórico que usará como ambientación.

Mientras, Jimena Perera apunta que su aportación a este proyecto tuvo que ver con «encontrar a las mujeres» en la vida del pintor más allá de su «gran compañera a lo largo de todo el camino y más», Manolita Piña, quien le sobrevivió 45 años (1883-1994).

«Faltaba un poco esa mirada», explica la bisnieta del pintor sobre las mujeres de la familia, «que son las que, además, conservaron la memoria y vivieron más».

De ellas resalta a Ifigenia, tercera de los cuatro hijos que tuvo Torres-García, que, asevera, quedó «totalmente invisibilizada», pese a que «fue quien registró toda la obra, todos los libros, todos los manuscritos» de su padre.

«Gracias a ella hoy tenemos la posibilidad de números de inventario, fotografías antiguas… Tenemos ese archivo, absolutamente clasificado, no a una manera actual, sino con una cabeza bien interesante, de no dejar pasar nada, desde la fotito más pequeña, la cartita, la firma… está todo registrado por ella», apunta.

Con muchos detalles por afinar, pero con la mirada puesta en el 28 de julio de 2024, este documental intentará arrojar luz sobre, concluye Mazza, «un señor que dio vuelta (el mapa de) América, y que dibujaba cuadraditos de colores, pero que no sabemos realmente quién es». AG

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