spot_img

Tito Alvarado, hizo historia al diagnosticar los primeros casos de Sida y dengue

Tegucigalpa (Especiales Proceso Digital / Por Verónica Castro) – En 1985, un recién retornado al país, tras una preparación completa en el área de la medicina interna, enfermedades infecciosas y epidemiología, diagnosticó el primer caso de VIH-Sida, hoy, más de 39 años después Tito Alvarado Matute rememora, entre otros aspectos de su vida, ese momento en esta entrevista concedida a Proceso Digital.

El día en que Alvarado Matute, un hondureño oriundo del sur del país, apasionado por la investigación médica, descubrió el primer caso en Honduras, estaba celebrando su natalicio, haciendo lo que más ama, ejerciendo la medicina.

“Sabemos que en el mundo, el Día Internacional del Sida es el 1 de diciembre y como yo descubrí el primer caso el 18 de mayo de 1985 entonces los diputados del Congreso Nacional han declarado el “Día Nacional en Respuesta al VIH y Sida en Honduras esa fecha”, la que fue establecida según Decreto Ejecutivo 25-2015 y publicada en La Gaceta en noviembre del mismo año.

Una niñez en el caluroso sur

“Yo nací el 18 de mayo de 1947, en Nacaome, Valle”, señaló al recordar que su niñez trascurrió bajo el cuidado de sus padres, Estela Matute Zúniga, de profesión maestra, y el abogado, Augusto Ramón Alvarado Pineda, quien era conocido como Tito Alvarado, razón por la que el galeno fue bautizado con ese nombre.

Esta etapa de la vida de Alvarado Matute la vivió con su hermano y sus cuatro hermanas, disfrutando de la vida del sur y cursando los primeros años escolares en esa zona del país.

Tito Alvarado en 1973 al obtener su título de doctor en Medicina y Cirugía, en la UNAH.

Fue hasta que inició la vida de estudiante colegial que llegó a la capital Tegucigalpa, donde se graduó con excelencia académica de bachiller en Ciencias y Letras en el Instituto Central Vicente Cáceres. “Estudié bachillerato, porque era requisito para entrar a la universidad”, recuerda.

Tras obtener su título de medicina en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), el joven Tito Alvarado Matute salió del país para comenzar una enriquecedora preparación académica que lo llevó a Israel, Inglaterra y Estados Unidos.

En la Universidad Hebrea de Jerusalén, obtuvo la maestría en Salud Pública, luego en la Universidad de Londres, Inglaterra sacó una maestría en Medicina Tropical.

“Allí mismo en Birmingham, al norte de Londres, saqué Medicina Interna, en el Instituto de Medicina Tropical. De allí pasé a la Universidad de Texas, en Houston, para hacerme infectólogo, en el Hospital MD Anderson y Herman, y después de eso, vine a Honduras, allá por los años 85´”, relata al detallar su formación académica.

Pasión por la medicina

En su charla con Proceso Digital, Alvarado Matute mencionó varios colegas que han acompañado este camino en su vida por la medicina y entre estos destacamos al doctor Ramón Custodio, su maestro de patología clínica y a su asistente Carlos A. Javier, un microbiólogo, pues al consultarle quien inspiró su camino en la medicina, los mencionó a ellos, al igual que al doctor Enrique Aguilar Paz y a Jorge Haddad Quiñonez.

El galeno es un apasionado de la investigación.

“El doctor Carlos A. Javier era muy cercano a nosotros, él identifica a las personas que tienen ese deseo de estudiar microbios y él fue uno de los estimuladores de mi especialidad”, dijo al agregar que el galeno también lo acompañó en sus primeros pininos en investigación.

Del doctor Aguilar Paz, afirmó que junto al doctor Jorge Haddad Quiñonez, fueron los promotores de su primera beca, para prepararse en Israel.

En su haber, además de haber descubierto el primer caso de VIH-Sida, el infectólogo también fue quien descubrió el primer caso de dengue hemorrágico en el país, así como el brote de leptospirosis después del paso del huracán Mitch por el país.

El doctor Alvarado Matute señala que todavía tiene un pendiente en su extensa huella en el mundo de la medicina nacional, tanto como galeno, catedrático, investigador o asesor de la Organización Mundial para la Salud, “lo más pendiente es que nos aprueben el posgrado de infectología”, reconoce.

“Estamos a un paso de lograrlo, probablemente el otro año vamos a entrenar médicos infectólogos en Honduras, siempre será voluntario, ahí va ser el concurso de todos los infectólogos que habemos, Efraín Bú, Elsa Palou, Renato Valenzuela, Maribel Díaz, Diana Valera y varios otros”.

Sobre la mayor amenaza de transmisión vectorial en la actualidad, el especialista apunta al dengue, la enfermedad que llegó en los 70´ al país y que desgraciadamente quedó para quedarse, lamenta al enfatizar las condiciones favorables del clima tropical del país, sumado al comportamiento del ser humano, el que debe controlarse para que esa amenaza deje de causar tanto dolor y muerte en el país.

“Yo diría que en esta época, el dengue es una de las enfermedades vectoriales que más ataca, obviamente las enfermedades respiratorias, las influenzas de todos los años, el COVID que se quedó y recientemente estamos pendientes de la viruela del mono”, advierte.

El Sida y la estigmatización que persiste

En 1985, cuando recién había retornado al país, remitieron desde San Pedro Sula, el caso de un odontólogo con un cuadro febril de origen desconocido, quien tenía preferencia sexual masculina y que todos los años llegaba a San Francisco, California de turista, donde el galeno cree que fue donde probablemente se infectó y trajo el virus al país.  

El doctor Alvarado Matute muestra un recorte que guarda en un álbum, cómo se registró la noticia del primer caso de Sida en Honduras.

“Ese primer contacto ocurrió en un hospital (privado), yo estaba recién llegado a mi clínica privada, cuando el doctor César Larach (QDDG), un cardiólogo internista de San Pedro Sula, le envió a la doctora Flora Duarte el caso como una fiebre de origen desconocida, mi consultorio estaba enfrente y ella me dijo, ´Tito, este caso te corresponde a ti, porque hay que estudiar la causa´”, recuerda.

Para el doctor Alvarado, este tipo de síntomas no eran desconocidos, pues señaló que cuando estuvo en Houston había visto algunos casos, ya que la epidemia había comenzado cuatro años antes, en 1981, donde él conoció por primera vez la enfermedad, que en esa época no tenía nombre.

Esa experiencia le permitió extraerle sangre al paciente y remitirla al CDC de Estados Unidos y al mes, el médico recibió la respuesta, “ya con la clínica del paciente, con una manifestación de sarcoma kaposi del paciente y la serología me fui al Ministerio de Salud, estaba de ministro el doctor Ramón Villeda Bermúdez y le dije, aquí hay un caso de esa enfermedad que está ocurriendo en EEUU”.

Tras la notificación se comenzó a formar la primera comisión con el objetivo de estudiar la enfermedad e informar sobre la misma.

“La enfermedad fue creciendo y hemos vivido esta enfermedad desde que no habían retrovirales, que los pacientes venían y nosotros prácticamente solo los diagnosticábamos y nos quedábamos de brazos cruzados porque no podíamos hacer nada”, dijo.

Para el especialista en infecciones en ese momento se dio cuenta de lo vulnerable que eran y siguen siendo ante una infección devastadora, la que recuerda que en un inicio, ni los propios médicos querían tocar.

Al ser una enfermedad muy estigmatizante, el doctor rememora lo difícil que fue para él y para su familia este primer diagnóstico.

“A mí me tildaron de que yo estaba divulgado lo que este paciente tenía y sufrí mucho los embates de los mismos colegas, de los familiares del paciente, los medios fueron demasiado amarillistas y le pusieron nombre al paciente, ellos creyeron que yo no había dicho, pero no lo hice”, afirma. Este caso también le valió el apodo de “Tito Sida” . 

Alvarado mencionó que cuando los pacientes llegaban demasiado tarde, con súper infecciones, “se nos morían”.  En la actualidad hay unos 35 centros de atención integral para tratar a los pacientes de forma integral y los avances son tales que hay como 15 casos de pacientes que se han curado.

“Fue un caso muy sonado, el primer caso confirmado y después de ese, vinieron muchos casos. Hay como tres mil muchachos jóvenes que se están infectando cada año”, enfatiza al recordar que la enfermedad va a existir siempre.

Y es que debido a que su transmisión es por lo que él llama el talón de Aquiles del ser humanos que es el sexo. “Ya por transmisión sanguínea están controladas al 100 % en Honduras, ya que la Cruz Roja tamiza toda esta sangre que va ser donada y de madre al niño, hay medicamentos que abortan la infección”, destacó.

La factura de su dedicación a su vida personal

Estar dedicado en tiempo y alma a esta profesión le pasó factura en su entorno familiar, reconoce. “A mí, obviamente me afectó con mi primer matrimonio. Mi familia me exigía y allí soy autocrítico, fallé en ese sentido. Ahora estoy casado con Patricia Inestroza en segundo matrimonio, ella es una políglota, con quien nos hemos compenetrado en todo lo que hacemos”, apunta.

Pero refiere que a muchos de sus mentores les pasó igual, “se ausentaron de sus hogares y quedaban horas y noches en los centros de trabajo, investigando y todo, pero luego pude balancear y claro, mi pasión ha sido el estudio de las enfermedades infecciosas, estudiarlos y publicarlos”, insistió.

Sus hijos, Melissa y Ronald no se inclinaron por la medicina, pero destaca con orgullo sus profesiones: administración de empresas y comunicaciones, respectivamente.

Además destaca la cercanía de su relación y lo feliz que le hace ser abuelo de dos niños.

Para cerrar la plática, Tito Alvarado Matute refirió que no quería jubilarse, si no que quería continuar en los hospitales, “pero el sistema en nuestro país le exige a uno que si uno no se jubila pierde la famosa bonificación y no pude convencer a las autoridades, solo me auto denominé que soy médico voluntario social de mi querido Hospital Escuela”.

Para este apasionado del mundo de la medicina, estar en casa no es una opción, “yo crecí en los hospitales, en las universidades y no puedo estar en casa, me voy a deprimir”, confiesa. VC

spot_img
spot_img
spot_img

Noticias recientes

spot_img
spot_img