Llegadas estas fechas resulta imperativo escribir sobre la Navidad. Palabra procedente del latín: “nativitas”; del verbo “nascor”: “nacer”. Navidad significa nacimiento, en referencia a un bebé llamado Jesús. Si hace dos mil años los cristianos eran perseguidos por el solo hecho de profesar una religión distinta a la oficial, condenados al martirio y la muerte, en la actualidad se produce una nueva persecución contra los cristianos. Cruenta, en lugares como la India, y en países islamistas de África. Incruenta, en sociedades democráticas occidentales, como parte de la nueva colonización ideológica global.
Botón de muestra es el documento publicado por la Unión Europea (UE), supuesto paradigma de tolerancia y libertades, titulado “Unión por la igualdad”, donde partiendo de la premisa de que todas las personas tienen derecho a ser tratados de forma igualitaria, determina la necesidad de utilizar en las comunicaciones un lenguaje inclusivo, no discriminatorio, sin referencias a temas como raza, religión, género y orientación sexual. Se exhorta a respetar la sensibilidad de cada persona sobre sus tradiciones religiosas, porque en estas fechas no todos los europeos son cristianos, y las palabras que se utilicen pueden molestar, incluso resultar ofensivas. El bodrio panfletario propone suprimir la palabra “Navidad”, sustituyéndola por “fiesta” o similar. Ejemplo: “tiempo de Navidad”, por “tiempo festivo”, “periodo de las fiestas”. También insta a no utilizar el nombre de la Virgen María, o el de los santos, para no herir susceptibilidades. ¡Flipo en colores! Los partidos conservadores europeos protestaron ante la UE, y su vocero, Eric Mamer, se disculpó explicando que se trata de un documento interno cuya finalidad es aumentar la conciencia de una comunicación inclusiva, y que sería revisado. No dijo descartado.
Buscando un lenguaje inclusivo, la UE pretende suprimir derechos y libertades, tradiciones y costumbres, la diversidad de pensamiento que enriquece la comunicación mediante el lenguaje. Ciertamente la Navidad es una celebración religiosa, cristiana, especialmente católica. Jesus es el Hijo de Dios que se hace hombre, naciendo de una madre cuyo protagonismo resulta imprescindible en el proyecto de la salvación. Si cualquier padre que ama a su hijo, limpia y protege el lugar donde vivirá durante nueve meses, Dios, Padre Omnipotente, preservó del pecado a quien llevaría en el vientre a su Hijo, la virgen María, madre Inmaculada, entre otros atributos. En linea con la UE, no existe Navidad para quien no cree en estos dogmas, solo son días de fiesta y jolgorio: reunirse la familia y amigos, intercambiar regalos y parabienes, comer y beber, consumir. Felicidad ficticia, buenas intenciones efímeras, para regresar a la realidad del vacío espiritual en el que viven quienes fundamentan sus aspiraciones en lo material, alejados de Dios…
La semana pasada escribía sobre la dictadura del relativismo, citando una reflexión del escritor Fiódor Dostoyevski. Vivimos en un laberinto perverso de derechos y libertinajes que está esclavizando a las sociedades. Pareciera que la única forma de elevar el marco de convivencia democrática es desde las arenas movedizas de la tolerancia. De tal manera que no existiendo una verdad única sino diferentes puntos de vista, valoraciones e intereses, las posiciones minoritarias deben atenderse para equiparar derechos a la hora de legislar. Estamos atrapados por la presión coactiva de los grupos singulares. Si con ello se pretendía fortalecer la sociedad, a la democracia, se produce lo contrario, se debilita gravemente.
Si tradiciones y valores quedaron obsoletos, si gays y lesbianas tienen derecho a casarse y adoptar niños para formar aberrantes “familias”, aceptadas socialmente, los cristianos deberían tener derecho a protestar pacíficamente, a congregarse para rezar delante de una clínica donde se practica el aborto, el asesinato legal del no nacido. Pero no es así, son perseguidos por su fe. Recordamos la imagen de un sacerdote franciscano detenido en Virginia por ponerse de rodillas en la calle, para rezar frente a una clínica abortiva. En Francia se sanciona con dos años de prisión y multa de 30.000 euros, a quien intente o impida la práctica de la interrupción voluntaria del embarazo por cualquier medio, incluso electrónico.
Navidad es la fiesta del nacimiento. De fuerte significado para los católicos que tenemos por estandarte a la Sagrada Familia: José, María y el niño Jesús, que nace en el corazón de quienes lo tienen limpio y preparado, a modo de pesebre, para recibirle.
“La Navidad es alegría religiosa, una alegría interna de luz y paz”. -Papa Francisco-