Al menos eso dejan entrever los últimos sondeos de opinión pública, que ubican a los partidos Nacional y Liberal, como fuerzas partidarias, liderando la simpatía entre el electorado, en especial en sus estructuras de base y fieles partidarios.
De ahí que no sea extraño que estos dos centenarios partidos políticos promuevan en sus campañas dos tipos de mensajes: uno hacia su base partidaria para reunir lo que llaman “la casa unida” y otro hacia el resto de electores que les permitan, de darles un triunfo, salir un poco más holgados de la contienda.
El estratega y publicista, Mario Rivera Callejas, es del criterio que si bien el panorama se ha reconfigurado en el sistema político de partidos, el voto partidario está retornando “a casa” en alusión a los partidos Nacional y Liberal, lo que a su juicio, podría aumentar más antes de los comicios, si se mantiene la tendencia de crecimiento sostenido de los últimos meses.
Rivera habla de la importancia de los partidos políticos de tener una “casa unida” y en ese sentido señala que el Partido Nacional, en el poder, ha logrado una unidad de alrededor del 85 por ciento, le falta un 15 por ciento que serían unos 180 mil electores, en tanto el Partido Liberal, debe apostar a recuperar un 21 por ciento de sus electores duros que equivale a unos 160 mil votos, si se parte de la última estadística arrojada en las elecciones internas y primarias de noviembre de 2012.
Consolidado este voto, tanto nacionalistas y liberales deben buscar el llamado voto independiente o voto oculto, que en este proceso parece aumentar, y ello obedece a criterio de otros expertos, al hecho que la gente tiene temor a ser estigmatizada en caso que se reviva a fondo la confrontación entre ideologías de derecha e izquierda. La gente tiene temor a que la golpeen o vayan en contra de sus bienes como carros o viviendas.
De ahí que aparezca con un alto porcentaje esa franja de indecisos, voto oculto o voto independiente como lo caracterizan las diversas firmas encuestadoras, que al cierre de la “guerra de encuestas” dejaron a un electorado con más incertidumbre que certezas ante el vario pinto de datos proporcionados sobre un eventual triunfo.
En cuanto a la recuperación del bipartidismo, algunos estudios de opinión ponen al Partido Liberal cinco puntos abajo del Partido Nacional y relegan a un tercer lugar a Libertad y Refundación, que hasta hace tres meses se vislumbraba como una fuerza en solitario que crecía en forma sostenida.
Pero según el analista político, Jorge Yllescas, Libre se encontraba solo hasta que entró al ajedrez político la maquinaria partidaria de liberales y nacionalistas, dispuestos a dar la batalla para mantenerse en el liderazgo de la contienda y no dar opción a que les quiten el puesto al resto de los partidos políticos que están en la contienda.
Yllescas dijo en un foro televisivo que el Partido Liberal, a quien todos apuestan que fracasará en esta contienda, les ha demostrado desde las internas que sigue vigente y con amplias posibilidades de crecer si realiza una campaña ofensiva de crecimiento en lo que resta de aquí a las elecciones.
En tanto en el Partido Nacional, este instituto sigue siendo a nivel de estructura partidaria el que más simpatía registra en el electorado y su apuesta es a terminar de sellar “la casa unida” para perfilarse como un órgano que puede competir con más holgura en estas elecciones.
Libertad y Refundación, a su vez, parece haber llegado a su etapa de crecimiento, y se percibe, de acuerdo a los sondeos, una especie de estancamiento al llegar al tope del techo previsto. Tres años en campaña permanente pudieron desgastar a este partido, sostienen los expertos.
El veredicto de estos escenarios se decidirá el 24 de noviembre, donde si bien Honduras se abre a un sistema multipartidario, el electorado decidirá si quiere un bipartidismo débil ante el surgimiento de nuevas fuerzas políticas inciertas, carente de raíces e ideología doctrinaria, o apuesta por un bipartidismo renovado, capaz de tender puentes para un pacto mínimo de consensos sin transiciones bruscas, en vista que la mayoría de los hondureños, según otros estudios de país, son proclives a salidas negociadas y no violentas.