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Sin estrategia frente a la inseguridad

Tegucigalpa – A pesar de llevar casi un mes en el debate nacional, autoridades hondureñas no tienen estrategia, ni mecanismo de solución sobre la aplicación de la tasa de seguridad, que en el Congreso Nacional pretenden aprobar la próxima semana.
 

– Continúa empantanado el tema de la tasa de seguridad en medio de múltiples contradicciones mientras cada día más hondureños caen víctimas de la violencia

La medida, según sus creadores, es la respuesta definitiva a la creciente ola de violencia común y de crimen organizado que azota a la población.

El presidente del Congreso Nacional, Juan Hernández, avaló la iniciativa de crear una tasa de seguridad, que permitiera recaudar 1,500 millones de lempiras, tras escuchar las quejas de los responsables de la secretaría de Seguridad y las disertaciones del ex presidente colombiano Álvaro Uribe.

Su propuesta es que los recursos fueran proporcionados por la comunidad empresarial, pero tal iniciativa ha sido rechazada frontalmente por las diferentes asociaciones de negocios, algunas de las cuales consideran que ello equivale a la aplicación de un tercer paquetazo por parte de la actual administración.

El rechazo empresarial, ha contrastado con enfrentamientos directos mantenidos con el presidente del Congreso Nacional en un ir y venir de acusaciones. Al final se ha dejado ver incluso la propuesta de que sea el ciudadano común quien a través del incremento al impuesto sobre ventas pague la tasa de una seguridad cada vez más lejana.

A la caza de votantes

Los empresarios se defienden diciendo que son víctimas de ataques e intereses de políticos, en plena campaña, a la caza temprana de votantes.

Santiago Ruiz, presidente del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep), denunció públicamente que el diputado Hernández politizó el tema de la tasa de seguridad.

El presidente de los empresarios ha sido apoyado por Aline Flores, titular de la Cámara de Comercio e Industrias de Tegucigalpa (CCITT); Adolfo Facussé presidente de los industriales, y otras asociaciones empresariales de base.

Ruiz ha propuesto varias alternativas, como aplicar a la matrícula de vehículos una tasa adicional, pero la misma aún no cuenta con el aval del Legislativo.

Las otras opciones, como gravar llamadas telefónicas, el consumo de combustibles también se ha quedado en el limbo.

Hernández dijo que los empresarios propusieron aumentar en un punto porcentual el impuesto sobre ventas, al pasar del 12 al 13 por ciento, pero la misma fue negada por Ruiz y sus compañeros de la cúpula empresarial.

Sin salida

Hernández dijo que la semana entrante debe quedar aprobada la tasa de seguridad, de la cual saldrían los 1,500 millones de lempiras, aunque no hay consenso con la comunidad empresarial.

El congresista expuso en un encuentro con el buro de negocios que los recursos deben provenir de las ganancias de las grandes empresas. Estimó que éstas deben destinar entre el 4 y 6 por ciento de las ganancias para que se establezca el fideicomiso de la llamada tasa de seguridad.

La nueva carga se sumaría a los pagos que ya realizan las empresas como el del impuesto sobre la renta, el 1 por ciento del volumen de ventas y otras cargas que ya establece la legislación tributaria.

Pero los empresarios insisten en que la nueva carga no debe caer solo en sus espaldas, sino que debe ser compartida por toda la sociedad.

Admiten que es necesario elevar el nivel de disponibilidad de la fuerza pública y favorecen la compra de equipos para los policías.

Otras voces

En tanto, el asesor del Presidente Lobo, Humberto Palacios Moya, dice estar de acuerdo con que primero hay que hacer una auditoría en la Secretaría de Seguridad antes de aprobar cualquier nueva generación de recursos.

Palacios Moya ha dicho que es importante que los hondureños sepan a donde van a parar sus contribuciones. Por eso dijo que el Consejo Hondureño de la Empresa Privada, COHEP, no está equivocado en pedir una auditoria sobre la forma en que se manejarían los recursos de la tasa de seguridad.

Así, en medio de múltiples desencuentros, los hondureños siguen siendo víctimas de una creciente ola de violencia. Pero el tema que al final de cuentas debiera ser adoptado por el Estado, quien de acuerdo a la Constitución Política de este país centroamericano, es el responsable de velar por la seguridad de la población, sigue a la deriva en medio de una realidad que cada día se mancha con crímenes y diversos actos delincuenciales, desde los más comunes hasta los más espeluznantes y elaborados.

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