Por: Arabesca Sánchez
En estos días, resulta casi imposible no realizar análisis comparativos entre los signos de los tiempos que vive el mundo en la actualidad y otros tiempos que tuvieron signos similares; así observamos que mientras unos han optado por buscar respuestas en referentes sobre las formas como reaccionaron otras generaciones ante las diversas pandemias que ha enfrentado la humanidad a través de su existencia, tratando de encontrar denominadores comunes que nos orienten sobre la mejor forma de actuación en estos momentos y posibilitar soluciones a nuestros problemas actuales.
Otros prefieren ser innovadores e identificar los puntos en donde podemos avanzar y aquellos en donde aún necesitamos hacer esfuerzos superiores para vencer los actuales límites de la ciencia y afrontar lo que vivimos -tal es el caso de un montón de científicos que hoy están poniendo lo mejor de sí para encontrar la cura al Sars-Cov 2- mientras los ingenieros en sistemas inventan en la marcha cuanta aplicación se les ocurre para facilitar las tareas y evitarnos las exposiciones innecesarias y mantener activa una buena parte del mercado. Sin faltar por supuesto las mentes más brillantes sobre teoría económica que buscan ayudar para evitar una posible recesión económica y suavizar la situación.
Con tantas cosas moviéndose tan rápido, también quedan otras que son verdadero lastre en la ruta de salida a esta situación por la que pasa nuestra región centroamericana; solo para hacer un ejercicio de repaso a los signos concurrentes, a continuación, se revisan al menos algunos de ellos.
Polarización Política
Para quienes medianamente han revisado la historia reciente de Centroamérica- encontrarán que algunos de estos signos que se están observando hoy, ya se observaron durante las tres décadas comprendidas entre los años 70`s, 80`s y 90`s, entre ellos los más importantes sin duda son la polarización política, que inevitablemente siempre trae consigo: el debilitamiento de la legitimización de la gobernanza, la concurrente corrupción en los procesos de adquisiciones del estado, aumento de migrantes y desplazados hacia el norte del continente o Europa, la omnipresencia de las fuerzas armadas en casi todas las actividades del poder ejecutivo -respecto a su mandato del artículo 274 de la constitución claro- además procesos electorales que todavía no están tan bien concretados a pesar de que queda poco tiempo para elecciones internas – derechos que nos brinda nuestro modelo de democracia representativa para evitar cualquier intento de autocracia o de dictadura-, y por último, la dificultad cada vez más pronunciada por encontrar puntos de encuentro en los procesos de conciliación nacional… y así podríamos enumerar muchos otros.
Ya todos aquí sabemos como fue que comenzaron, se desarrollaron y disiparon esos signos en otros tiempos -no sin antes dejar numerosas y dolorosas lecciones aprendidas para todos en la región claro está- sin duda fueron tiempos tan difíciles como aleccionadores que al final dieron paso a sendos acuerdos de paz en la región que actualmente recuerdan todo aquello que no ha de volver a suceder -conflictos infértiles no que dejaron más que sufrimiento y mayor subdesarrollo-, ni qué decir del detrimento en la calidad de vida de la población centroamericana.
Crisis de Salud Pública
Esos signos son acompañados de los nuevos escenarios generados por una emergencia sanitaria -de por sí ya teníamos hospitales atendiendo emergencias en su mayoría heridos por violencia y criminalidad muy parecidos a los hospitales de guerra- ahora la pandemia ha traído consigo una trilogía de frentes que atender, entre ellas: el primer componente de esa trilogía es la reestructuración de la política e institucionalidad de salud pública por supuesto que obliga a cuarentenas, bioprotecciòn personal, fortalecimiento de infraestructura hospitalaria, abastecimiento de stock de medicamentos, renovación de equipamiento, actualización formativa del personal de la salud, e innovación científica en el estudio del ADN y RDN y su impacto en la salud de las personas con respecto al nuevo virus como amenaza emergente.
El segundo componente trilógico se concentra en los retos de tener que lidiar – en medio de todo esto- con la corruptela que ya comenzó a asomar -como punta de iceberg- sobre el uso de presupuestos dedicados a la atención de la COVID19 -sin menoscabo de que podría estar afectando otras líneas presupuestarias, seguro más adelante lo sabremos- ; y el tercer componente, se enfoca en el fortalecimiento e institucionalización de protocolos de trabajo que permitan a todos en el sistema de salud pública, privada y militar, un mayor entendimiento interinstitucional, interdisciplinario e intersectorial en cuanto a cuándo y cómo actuar de frente a las distintas situaciones que van a tener que enfrentar en sus puestos de trabajo para lograr el objetivo de salvar el mayor número de vidas posibles ante el virus y otras atenciones sanitarias ya conocidas.
Inseguridad Económica
Aclarando que ya éramos una región con economías débiles, ahora tenemos economías marchando a medio vapor, abriendo a medias y cerrando a medias, por lo tanto, produciendo a medias también -al menos eso nos dicen las reducciones en PIB y exportaciones de la región que se han estado observando- a pesar de que se aplaude la solidaridad y la forma integral en que la región hace bloque hasta ahora con sus planes integrales de atención a esta pandemia para mantenerse a flote.
Aquí se ha vuelto más importante de nunca la transparencia en el manejo de fondos públicos -pues las existencias deben de optimizarse-, la calificación -por parte de organismos internacionales- sobre la capacidad de endeudamiento de nuestros países, el importante rol que tienen de acuerdo a sus misiones y visiones el FMI y el BM -que como diría Stiglitz y lo cito: el primero enfocado a la atención de política macroeconómica sobre déficit presupuestarios, déficit comercial, política monetaria, deuda externa, e inflación; mientras el segundo se focaliza en la política microeconómica sobre política laboral, gasto público, políticas comerciales, y política financiera- ya algo de esto ha comenzado a verse con los anuncios de fondos disponibles para préstamos dirigidos a países centroamericanos e incluso fondos de la siempre solidaria Unión Europea que también han venido al rescate de esta región -esperemos que haya sabiduría en la administración pública de los gobernantes centroamericanos-, así van también surgiendo otros enfoques sobre la mejor forma de abordar el reto económico, ya existen voces apostándole a la operativización de las teorías keynesianas -apoyando un mayor gasto público y reducción tributaria en tiempo de crisis, además de promover un mayor consumo para reactivar una mayor inversión correspondientemente- otros están yendo por la vía del endeudamiento privado y un mayor protagonismo del sector empresarial presionando por una apertura económica más amplia y acelerada.
En conclusión, estos signos de los tiempos de lo que es, ha sido, y será esta pandemia en nuestra región y en nuestras vidas; solo nos muestran lo difícil que se está tornando la gobernanza en estos tiempos ante estos riesgos ya conocidos -por unos más que por otros debido a la brecha generacional- y los riesgos emergentes que, sin duda alguna, van a necesitar sacar a la mejor versión de nosotros mismos si es que acaso queremos salir delante de manera integral como región.