Una señal es un indicio, una indicación que encierra la explicación sobre una realidad que podemos tener delante sin verla o entenderla. Hay señales visuales que no necesitan de la palabra para ser comprendidas. Los hechos evidencian comportamientos que, a modo de señales, alumbran la conducta, valores y moralidad de las personas. Se necesita sensibilidad y conocimiento para interpretarlos. “Señales” es también el título una película del año 2002. Desarrolla la historia de una familia de granjeros que descubren una serie de figuras geométricas, agroglifos, que sorpresivamente aparecen en sus campos, plantaciones de maíz, para terminar comprendiendo que serían atacados por extraterrestres.
El pastor David estuvo atento a las señales que mostraba el guerrero Goliat. Su elevada estatura, pesada armadura y armamento sobredimensionado, sus movimientos lentos… El gigante era invencible en el cuerpo a cuerpo, David solo tenía que mantener las distancias para obtener la ventaja. El tamaño de la piedra y velocidad imprimida por la honda hizo imposible que Goliat la viese venir, mientras que las medidas de la lanza y distancia entre ambos permitió a David esquivarla. En tiempos de Moisés, el pueblo de Israel, esclavizado por Egipto, utilizó la sangre del cordero para marcar las puertas de sus casas, como señal para proteger a sus primogénitos del ángel exterminador (Éxodo 12).
“¿Qué señal puedes ofrecernos para que, al verla, te creamos?”, preguntan los discípulos a Jesús, (Juan 6,30). “Esta es una generación malvada; pide una señal, pero no se les dará una señal distinta de la de Jonás”, responde Jesús, (Lc 11,29). Jonás estuvo tres días en el vientre de la ballena, el tiempo que el cuerpo de Jesús permaneció en el sepulcro. “En los últimos días habrá tiempos difíciles. Los hombres se volverán egoístas, soberbios, difamadores, rebeldes a sus padres, ingratos, duros de corazón, calumniadores, traidores, presuntuosos…” (2Tim 3). Honduras atraviesa tiempos difíciles.
En política aparecen profusas señales. Cuando un político es votado para que desarrolle sus propuestas, pero agarrado el poder rompe el juramento abrazando otra ideología para lo que necesita cambiar la Constitución; cuando robaban dinero de la condonación de la deuda destinado a erradicar la pobreza; cuando se provocan crisis artificiales para aprobar compras de emergencia ninguneando los procedimientos; cuando se utilizan donaciones de países amigos para fines diferentes a los pactados; cuando se aprovechan las desgracias naturales para desviar recursos destinados a paliar el sufrimiento de la población… Desde hace quince años las señales muestran hacia dónde se dirige nuestra democracia.
El problema no son las leyes ni las instituciones, siempre perfectibles. Tampoco se encuentra en los partidos políticos. El problema son las personas a las que entregamos el poder sin estar preparadas para gestionarlo. Estados Unidos como ejemplo. Una sociedad referente por su democracia y libertades, nunca tan polarizada como ahora, incluso con instituciones cuestionadas, casualmente desde que Trump llegó a la presidencia. Como electores estamos obligados a conocer la ética, moralidad, valores y capacidades de quienes nos piden el voto.
“La fe es el fundamento de lo que se espera y la prueba de lo que no se ve”, (Heb 11,1). Por fe y con esperanza los antepasados construyeron esta sociedad que ahora está experimentando un cambio de paradigma que olvida nuestra dualidad, somos seres materiales y espirituales. Asistimos a una acelerada pérdida de valores. Un materialismo que considera a la espiritualidad como una distorsión de la inteligencia y la razón. Vivimos en permanente paradoja, apostamos por la evolución tecnológica para el desarrollo material, la calidad de vida, arrinconando la intangible espiritualidad. Pero resulta que esa tecnología está promoviendo un modelo de relaciones basadas en la virtualidad, una pseudorealidad también intangible.
Vimos señales procedentes de China alertando sobre el virus; también las emitidas por entes autorizados avisando del peligro que representaba “ETA”; pero como sociedad no les dimos importancia, ahora pagamos los efectos. Tampoco entonces ningún político fracasado alzó la voz avisando sobre las amenazas, proponiendo soluciones para enfrentarlas. Sufridas las consecuencias es cuando se exhiben para aprovecharse del sufrimiento del pueblo denunciando errores de las autoridades y subir perfil… así llevan toda la legislatura. Subidos al pedestal muestran la ñorda para ver quien la tiene más grande. Prestemos atención a las señales. Honduras es un país en permanente estado de provisionalidad donde todo está por hacer.
“Con las mentiras se puede llegar lejos, lo que no se puede es regresar”.
–Proverbio judío-