Recientemente nuestra Presidente viajó a España y le encomendó a su esposo que reuniera a su gabinete de gobierno a fin de resolver la “sarta de problemas” que agobian al gobierno. Debemos notar que, contrario a lo que establece nuestra Constitución, no dejó a uno de sus designados presidenciales a cargo del gobierno durante su ausencia, sino que le confió esa tarea a su esposo. Es curioso, pero pareciera que, sin anunciarlo, en efecto han cambiado nuestra forma de gobierno, pasando de un sistema republicano a uno parlamentario. Doña Xiomara se dedica a las tareas protocolarias, típicamente asignadas a un monarca en el sistema parlamentario, mientras su esposo, actuando como primer ministro, se dedica a la misión de gobernar. Tenemos así a la Reina Xiomara y al Primer Ministro Mel. Pero volviendo a la “sarta de problemas”, pareciera que, en cuanto a la generación de problemas, el gobierno es su peor enemigo. Pero veamos en más detalle la situación.
Los problemas comenzaron con el nombramiento de la Junta Directiva del Congreso, donde don Jorge Cálix les ganó el mandado. El gobierno nació inmerso en una crisis, provocada por ellos mismos. Una crisis que todavía no ha sido superada y que cuestiona la legalidad y legitimidad de la actual Junta Directiva del Congreso. Una crisis que solo puede ser achacada a la incompetencia del partido gobernante.
Posteriormente hemos estado inmersos en las crisis en la Secretaría de Salud y en la de educación. En cuanto a Salud el problema comenzó con la falta de medicamentos por la derogación de los fideicomisos por iniciativa del mismo Poder Ejecutivo. La situación luego se agravó por la presión ejercida por los colectivos de Libre para que se colocara en dicha Secretaría a los activistas del partido de gobierno. En Educación continua el pugilato por los nombramientos en las direcciones departamentales y en algunos colegios y escuelas. En ambas Secretarías de Estado, los activistas de Libre pujan por la destitución de los titulares, mientras por parte de la ciudadanía continúan las críticas por la carencia de medicamentos y por el mal estado de los edificios escolares. Lo que se percibe claramente es la incompetencia en la administración de los recursos presupuestarios.
En cuanto a la crisis del sector eléctrico, la situación se ha deteriorado por la falta de toma de decisiones apropiadas y oportunas. Nombraron presidente de la Comisión Reguladora a una persona sin ninguna experiencia o conocimiento del sector. Ahora el mismo presidente de la Comisión confiesa que los racionamientos que ya sufrimos empeorarán y que llegarán a 200 megavatios este verano. Han permitido que pase el tiempo sin tomar medidas para hacer frente a la situación, y ahora le piden al sector privado que ponga a operar diariamente durante varias horas los pequeños e ineficientes equipos que tienen para hacer frente a emergencias esporádicas y de corta duración. Al obligarlos a proceder de esta manera encarecen el costo de producción, con lo cual vuelven a nuestro sector privado menos competitivo todavía. Para colmo de males, todo indica que se proponen emprender contrataciones directas, alegando la existencia de una emergencia que han provocado ellos mismos. Ya se les escucha decir que las contrataciones directas no son sinónimo de corrupción, pero cuando ellos mismos causan la emergencia que luego buscan superar mediante contrataciones directas, es difícil pensar que no estamos frente a un acto cuestionable y posiblemente inmersos en la corrupción. Mientras tanto la crisis financiera de la ENEE continúa sin solución.
Recientemente han optado por impulsar el denominado proyecto de Justicia Tributaria, sin haberlo socializado con el sector privado y con la sociedad civil. Como resultado se ha generado una tremenda polémica que en nada favorece la discusión racional y desapasionada del proyecto. Debió haber sido evidente que el proyecto sería controversial y por tanto se debió haber socializado ampliamente, ajustándolo en lo que fuera necesario para aprobar una ley que pudiera ser apoyada mayoritariamente, pero como de costumbre, en el gobierno se privilegia lo ideológico por sobre lo pragmático.
Y como si todo esto no fuera suficiente, se anuncia con bombos y platillos que nos aprestamos a establecer relaciones diplomáticas con China. Esa decisión tendrá repercusiones internas ya que muchos productores exportan a Taiwán y muchos hogares tienen jóvenes estudiando en ese país. Tendrá también repercusiones negativas en nuestras relaciones con Estados Unidos. Nuevamente, es evidente que se trata de una decisión ideológica y que simplemente se ignora sus repercusiones.
Al ver la multiplicidad de crisis y notando que muchas de ellas, sino todas, son causadas por el mismo gobierno, uno se siente obligado a preguntar si se trata de una estrategia dirigida a mantenernos en un constante ambiente de crisis. Es como si la idea fuera resolver una crisis generando otra. Pareciera que piensan que, con tantas crisis simultáneas, al final nos veremos obligados a seleccionar la más grave y olvidar las otras. Es como si trataran de dividirnos al forzarnos a escoger “nuestra” crisis, logrando reducir la resistencia a algunas de las medidas propuestas por el gobierno. Estaríamos frente al uso de las crisis para gobernar. Eso, por supuesto, generará un estado anímico confrontativo y poco conducente al desarrollo nacional, pero cuando no se cuenta con la capacidad para administrar, y mucho menos para desarrollar el país, es posible que se recurra a estrategias extremas, nuevamente basadas en ideología.
Ojalá que esté equivocado y que se trata solamente de una estrategia inadecuada para comunicar e impulsar las medidas que propone el gobierno. Esperemos que esto sea parte del proceso de aprender a gobernar, y no una estrategia equivocada basada en consideraciones ideológicas. Mientras tanto los ciudadanos deberemos dar la batalla simultáneamente en varios frentes.