Madrid – El pasado de Sara Jaramillo Klinkert vuelve a demostrarse una fuente inagotable de inspiración con ‘El cielo está vacío’, la cuarta novela de una autora que debutó sumergiéndose en un episodio capital de su infancia: cómo un sicario asesinó a su padre en el Medellín (Colombia) de los años 90.
‘Cómo maté a mi padre’ (Lumen, 2020) fue esa obra iniciática y a la vez también es la semilla de ‘El cielo está vacío’, editada también por Lumen, porque Jaramillo (Medellín, 1979) ya dedicó en aquella primera novela un capítulo al protagonista de su nuevo trabajo, el experimentado amante inglés que tuvo cuando, a los 23 años, lo dejó todo atrás para irse a vivir un año a Londres con la excusa de aprender el idioma.
«La historia germen es real: esa chica que se fue, un poco huyendo de su casa, de sus hermanos, de su familia, pero con la excusa de aprender inglés, porque ¿quién le va a objetar a uno esa excusa? ¡Es una excusa buenísima!», comentó a EFE Jaramillo en una entrevista en Madrid.
Se mostró muy emocionada de arrancar la promoción de ‘El cielo está vacío’, ya en librerías, en la capital española, porque fue donde empezó todo: aquí cursó un máster de narrativa en el que engendró y dio a luz a ‘Cómo maté a mi padre’ y a su segunda novela, ‘Donde cantan las ballenas’.
«Madrid lo quiero mucho porque Madrid me dio mucho. Siento que en Madrid arrancó mi carrera, arrancó todo mi andar como escritora», puso en valor la colombiana.
Pero antes que la capital de España fue la británica la que recibió al principio de los años 2000 a una joven Jaramillo, que se sintió en Londres como «una loba recién sacada de su bosque y plantada en la ciudad».
La escritora y periodista ha estado tres años echando la vista atrás para rememorar aquella experiencia alejada de su exuberante y cálida Medellín para volcarla, con toques ficticios, en ‘El cielo está vacío’.
El cielo gris de Londres y sus frías gentes acogen a regañadientes a la protagonista, que tiene que lidiar con la soledad, la precariedad y la añoranza mientras va evolucionando uno de los poquísimos vínculos que consigue crear al otro lado del charco: el idilio sexual y sentimental que mantiene con un profesor de literatura que le dobla la edad y que está más que dispuesto a colmarla de regalos y facilidades, estableciendo así una perturbadora relación asimétrica y de dependencia mutua.
«Hay mucho de mi vida, está inspirado en un hecho real, pero obviamente, yo cambié cosas (…). Hay cositas y personajes que cambio, exagero o elimino, porque también siento que la literatura es una construcción. Me parece muy facilista uno coger su historia y ponerla tal cual», explicó la autora.
Así, hay mucho de autoficción -y también ficción- en esta nueva obra de Jaramillo, que busca escribir historias que «lean» a los lectores.
«Me interesa mucho esa mirada, esa mirada propia que al ponerla en una historia se vuelve universal. Eso lo vine a entender ya después de varias novelas», explicó Jaramillo, acostumbrada a revisitar su infancia con fines literarios, no tanto su juventud.
En este sentido, reconoció la escritora, a la que le gusta «mucho analizarse» y «reflexionar con la distancia que solo puede dar el paso del tiempo», que no había «mirado tanto» a la época de su vida que se refleja en ‘El cielo está vacío’.
«El ejercicio del libro fue espectacular, como empezar a quitar capas y a quitar capas, y a descubrir y a hacerme preguntas para las que no tenía respuesta», comentó.
Y abundó: «Descubrí que las respuestas las descubre uno escribiendo. Es como una suerte de terapia. En vez de sentarme con el psicoanalista ahí a hablarle, me siento a escribir».
«Volver a esa historia después de tantos años ha sido hermoso», apostilló Jaramillo, que también da clases de escritura autobiográfica a unos a alumnos a los que inculca que «la originalidad ya no existe», que la creatividad «es una construcción colectiva» o que, «aunque suene cliché», «las historias están en todas partes».
Algo que ella pone en práctica con una columna periodística semanal que escribe valiéndose de sus vivencias y estando atenta a todo lo que le rodea. EFE