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Retrocediendo

Por: Luis Cosenza Jiménez

Recientemente Transparencia Internacional publicó el Índice de Percepción de Corrupción para 2016, y resulta que comparado con 2015 descendimos (es decir, empeoramos) 11 posiciones. 

En 2015 ocupamos la posición 112 (entre 167 países evaluados) y en 2016 merecimos la posición 123 (entre 176 países estudiados).  Empatamos ahora con México y Paraguay y solo superamos a Guatemala, Nicaragua, Haití y Venezuela (el país que, según la evaluación, es el más corrupto de la región).  Nos encontramos ahora entre los países más corruptos del continente, y mientras no se ataque la impunidad que rodea a la corrupción en nuestro país, seguiremos siendo ubicados entre los países más corruptos.

Por difícil que sea creerlo, esta noticia pasó prácticamente desapercibida, al igual que las declaraciones de un ex Sub Secretario de Trabajo revelando que entregó dos cheques, por setenta y cinco mil dólares cada uno, para financiar la pasada campaña política del Partido Nacional.  Según las mismas declaraciones, los fondos fueron provistos por una empresa que ha sido señalada por participar en el saqueo del IHSS.  Este es el segundo de tales señalamientos, ya que hace meses se había dado otro caso similar en el cual recursos supuestamente tomados del IHSS habían ido a parar a las cuentas destinadas a financiar la campaña del Partido Nacional.  En aquel entonces algunos dirigentes del Partido ofrecieron reembolsar al IHSS los recursos tomados ilegalmente, dando a entender que con eso se cerraba el caso, por increíble que parezca.  No sabemos si en efecto reembolsaron dichos fondos, pero ahora, frente a la nueva acusación, simplemente han optado por ignorarla.  Estos sucesos agravan la percepción de impunidad que reina en nuestra nación y por tanto no es sorprendente que la percepción de corrupción aumente.  Esto, por supuesto, nos debilita ante la comunidad internacional y hace mucho más difícil atraer la inversión privada.

Tampoco estamos mejorando en la evaluación que hace Doing Business, y que busca medir que tan fácil o difícil es hacer negocios en Honduras.  La última publicación de este documento (que prepara el Banco Mundial) muestra que nuestro avance se ha estancado y menciona tan solo una reforma hecha en nuestro país.  Según la publicación, Honduras dificultó el comercio internacional al aumentar el número de “inspecciones intrusivas” en cuanto a las importaciones, lo cual aumentó el tiempo para cumplir con las nuevas medidas.  Critican, por tanto, dicha reforma ya que vino a dificultar el comercio internacional y resultó en decenas de furgones detenidos en la aduana de Puerto Cortés en el segundo semestre de 2015.  El gobierno luego tomó medidas para no afectar las importaciones navideñas y, por supuesto, en seguida nos informó de su agilidad y perspicacia para resolver el problema, olvidando, también por supuesto, que ellos mismos causaron el problema.  Un gobierno diligente, y comprometido con apoyar al sector privado, simplemente no hubiera permitido que se diera el problema.  En muchas instancias habría que concluir que en Honduras se hace negocios, no gracias a las medidas que toma el gobierno para mejorar el clima de negocios, sino que pese a ellas.

Estos retrocesos se dan justo en el contexto de una difícil situación internacional.  Lamentablemente, el Presidente Trump parece decidido a obstaculizar el comercio internacional, a obligar a las empresas de su país a que inviertan casi exclusivamente allá, y a impedir la migración y a deportar a los indocumentados que viven en Estados Unidos.  Frente a la tormenta que se vislumbra en el horizonte, debemos diseñar una estrategia inteligente.  Esa estrategia necesariamente debe basarse en la lucha contra la impunidad y la corrupción, a la vez que debe incorporar medidas para mejorar el clima de negocios.  Si no lo hacemos, seguiremos retrocediendo y nuestros pobres seguirán padeciendo.

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