Por: Otto Martín Wolf
Una de las pocas tradiciones realmente nuestras que le van quedando a Honduras es la quema de cohetillos en las fiestas de navidad y año nuevo.
Hemos absorbido casi a la fuerza el Halloween, el Thanksgiving y otras, mientras que el propio gobierno parece interesado en borrar nuestro pasado.
Porqué prohibir la quema de cohetillos?
Las autoridades municipales se preocupan mucho por el casco histórico de Tegucigalpa, en esa zona la gente ni siquiera puede pintar sus propiedades del color que desee, todo para conservar el patrimonio histórico…. Y qué pasa con el patrimonio cultural?
Porqué alejar de nuestros recuerdos el rico olor a pólvora de cohetillos y dejar sólo el de los disparos en las frecuentes masacres?
Cierto que algunos niños y también adultos terminan con lesiones, a veces graves.
Pero, acaso es prohibido nadar en el mar, ríos y piscinas? Ahí se producen más muertes todos los años y a nadie se le ocurriría hacerlos ilegales (al menos todavía).
Las patinetas, las bicicletas y hasta los triciclos producen accidentes lamentables, los deberían prohibir también?
Bajar mangos y otras frutas a veces dejan lesionados, lo vamos a eliminar?
Quizá debería legislarse más severamente para castigar a los padres cuyos hijos se queman por descuido, pero no eliminar los cohetillos.
La prohibición no ha funcionado, lo único que se ha logrado es que los padres de familia se vuelvan contrabandistas, los vendedores de cohetillos cobren más caro y, quizá, que algunos policías aprovechados les cobren mordida.
Lo veremos el 24 y 31 de Diciembre a las doce de la noche, ahí habrá una encuesta popular con todos los que quemaremos cohetillos en todas partes de Honduras.
Eso si es una rebelión que vale la pena!