El presidente cubano desveló ante el Parlamento que el Consejo de Ministros acordó los pasados 16 y 17 de julio «un conjunto de medidas para acometer, por etapas, la reducción de las plantillas considerablemente abultadas en el sector estatal».
En una primera fase, que concluirá en el primer trimestre de 2011, se modificará el tratamiento laboral y salarial a los trabajadores estatales «disponibles e interruptos», se suprimirán «enfoques paternalistas que desestimulan la necesidad de trabajar» para además reducir «gastos improductivos».
Otra de las decisiones del Gobierno es ampliar el trabajo por cuenta propia con la eliminación de varias prohibiciones vigentes, para otorgar nuevas licencias, la comercialización de algunas producciones y la flexibilización de la contratación laboral.
El empleo por cuenta propia contará con un nuevo régimen tributario para garantizar que este sector contribuya a la seguridad social y abone impuestos sobre ingresos personales y ventas así como por la contratación de trabajadores.
Raúl Castro aseguró que «nadie quedará abandonado a su suerte» y que «el Estado socialista brindará el apoyo necesario para una vida digna».
Pero también advirtió que «hay que borrar para siempre la noción de que Cuba es el único país del mundo en que se puede vivir sin trabajar».
Antes de hacer estos anuncios, el general Castro criticó las «campañas de prensa» que tergiversan la realidad de Cuba y que «anticipaban con estridencia el anuncio de supuestas reformas en nuestro sistema económico y social y la aplicación de recetas capitalistas para encauzar la economía».
«Algunos incluso se atrevieron a describir la existencia de una lucha entre tendencias en la dirección de la Revolución» reprochó el el presidente cubano, quien reafirmó que Cuba actualizará su modelo económico a su ritmo, con responsabilidad y sin improvisaciones.