Netflix, la popular plataforma de entretenimiento que ha removido los cimientos de la televisión y el cine del siglo XXI, estrenó recientemente una producción icónica, no tanto por la temática desarrollada que podría ser hasta redundante, o por su reparto cuajado de luminarias de Hollywood, sino por su trasfondo, crítico, áspero y punzante de la realidad, ligada a la forma en que los humanos nos comunicamos en la actualidad.
“No miren arriba” es el sugestivo título. Una orden o quizás el consejo mórbido que los medios de comunicación nos dan hoy día: “No investiguen”, “No busquen la verdad”, “confórmense con lo que nosotros les damos”, “Hagan lo que los políticos o simplemente, la masa hipnotizada por las redes sociales les manda” En pocas palabras: “Al diablo con la ciencia, con la ilustración”.
La historia es simple, ya hemos tenido épicas similares en el ámbito cinematográfico: Un cometa que se mueve sigilosa y velozmente hacia la tierra, es descubierto por un grupo de científicos de una universidad norteamericana.
Existe, según la trama, la tecnología para desviar al meteoro. El gobierno es informado y las alertas colocadas con tiempo. Pero la humanidad entera, entretenida por Instagram, Facebook y las demás redes hace caso omiso. La presidente de turno, que piensa mas en las primarias que se avecinan y en cómo utilizar cualquier información que le brinden para atraer votos, se demora en decidir que hacer, al influjo de un magnate patrocinador. Las cadenas de televisión enajenadas por su afán de obtener mayor cobertura prestan escasa atención al llamado de los científicos, que anonadados, no terminan de interiorizar la inmensa frivolidad de la casi totalidad de la raza humana. Para los medios es mas importante el affaire pasional de las estrellas de cine que un dato que pone en jaque sus vidas.
La recomiendo. Es una obra maestra de nuestro tiempo, cómo lo fueron el Quijote o el Tartufo en su momento, cuyos autores, subsumidos en las terribles contradicciones sociales de su época, no vacilaron en hacer llamados indirectos, metafóricos y hasta desesperados, para que la gente observe las cosas mas allá de sus viseras. Es evidente que tuvieron, igual que el director de esta película, poco éxito.
La lección de “No miren arriba” me recuerda a la vez, una de esas lecturas aleccionadoras que nos dejó el recién ido 2021. Un libro fantástico del afamado sicólogo cognitivo Steven Pinker, uno de los mas citados científicos de nuestro tiempo, quien en su último libro “Racionalidad”, nos deja reflexiones que calzan perfectamente con lo expresado en la película.
El argumento de Pinker no puede estar mas paralelo que el de la película. El siglo XXI encuentra a una humanidad alcanzando cotas nunca imaginadas en cuanto a la compresión y avance científico y, al mismo tiempo, parece estar enloqueciendo. -¿Cómo puede – alega el sicólogo- una especie que ha desarrollado vacunas para la COVID19 en menos de un año, producir tantas noticias falsas, remedios caseros y teorías de la conspiración?
No se trata solo de que seamos naturalmente irracionales, unos cavernícolas que durante mas de 180 mil años hemos venido evolucionando cargados de sesgos, falacias e ilusiones y que apenas en 250 años, luego de la revolución industrial y el iluminismo, que el mismo Pinker desarrolla tan elegantemente en su libro anterior “En defensa de la ilustración”, hayamos recién descubierto el potencial de la mente rigurosa y objetiva. Mas bien, nos dice, es que no hemos sabido sacar partido de las potentes herramientas del razonamiento que hemos construido a lo largo de milenios de lógica.
Se trata si, de mejorar la educación, de hacerla mas útil para la vida, de invertir adecuadamente nuestro tiempo, cambiar algunos hábitos y crear una cultura que evoque esa racionalidad cuya naturaleza es capaz de dominar en todos los ámbitos a ese ser visceral que pretende dominar nuestras decisiones en todos los ámbitos de la vida.
Y la política no debe ser ajena a esta búsqueda. Por el contrario, es menester de la organización social que decidamos tener, procurar los incentivos adecuados para entender de manera mas inteligente lo que debemos hacer como individuos y por ende, como grupos humanos, lo que mas nos conviene para cuidar nuestro futuro, el de nuestro entorno y de universo mismo de mejor manera. Pero los políticos, deben hacerlo utilizando a su vez, métodos inteligentes y racionales, olvidarse por lo tanto, de querer cambiar las cosas a la vieja usanza, como una vez lo quisieron Stalin, Hitler o Franco. Cómo hoy lo intentan Maduro, Erdogan o los Talibanes.
Es una buena reflexión para comenzar este 2022, luego de tantas experiencias aleccionadoras, en lo social, en lo político y sobre todo en lo fundamentalmente humanístico. ¡Adelante!