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Pueblo Nuevo: De la cosecha para un rato a la alimentación permanente

Victoria, Yoro.  Es mediodía y en la única escuela de la aldea,  en donde resaltan un par de láminas en lengua tol y español, un grupo de pobladores de la tribu indígena Tolupán de Pueblo Nuevo de Las Vegas de Tepemechín, se apresta a contar sus vivencias y experiencias en torno a cómo lograron vencer la sequía y la hambruna desde hace dos años.

 

De entrada, un jugo de caña combinado con limón mandarina que se produce en la aldea, es parte del ritual de bienvenida que esta tribu ofrece a los visitantes que llegan para conocer su historia, ofrecer ayuda o registrar sus anécdotas.

 

Luego para no perder su fuerte tradición católica, alguien lidera una oración para dar gracias por la visita, por sus anhelos, por los alimentos y por la vida.

 

señorTomás Cruz, el joven líder de esta tribu Tolupán de Pueblo Nuevo da sus palabras de bienvenida en la lengua tol: Ûsu Tjucjûy  Najamica, que significa “bienvenidos amigos”.

 

Cruz tiene apenas 27 años y es el más joven líder de esa tribu, es profesor de educación  intercultural bilingüe. Es uno de los tres maestros tolupanes que hay en Honduras.

 

Sencillo al hablar pero claro en sus objetivos, Cruz relata a Proceso Digital, en una visita a la tribu, que hace dos años la tribu Tolupán de Pueblo Nuevo de Las Vegas de Tepemechín vive una transformación sin precedentes, al aplicar las buenas prácticas en la agricultura, conservar el medio ambiente, no padecer por la sequía y sacar de la desnutrición a un grupo de 29 menores de cinco años con desnutrición crónica.

 

Todo ello gracias a la ejecución de un programa integral de seguridad alimentaria que impulsa el Programa Especial para la Seguridad Alimentaria (Pesa) de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

 

Un diagnóstico hecho por el Pesa/FAO identificó que 73 de los 298 municipios de Honduras tienen serios problemas de seguridad alimentaria con una población infantil menor de cinco años con desnutrición.

 

La comunidad de Pueblo Nuevo es una de ellas. Pueblo Nuevo es un asentamiento que fue reubicado en el corazón de la montaña El Pijol, en Victoria, Yoro, luego que su tribu fuera afectada por el paso del huracán y posterior tormenta tropical Mitch en 1998. En Pueblo Nuevo habitan unas 780 personas.

 

El Mitch volvió la zona en donde vivían,  El Comunal, un sitio inhabitable por la vulnerabilidad de la tierra y el riesgo. Los indígenas tolupanes tuvieron que ser reubicados y fue así como fundaron Pueblo Nuevo.

 

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Se fueron los junios…

 

Ubicado a unos quince minutos de la aldea Las Vegas, del municipio de Victoria, Yoro, Pueblo Nuevo es hoy día un ejemplo nacional e internacional de superación al vencer no solo la hambruna que les cogía cada año a partir del mes de junio, sino que también la sequía.

 

“Todo inició cuando hace dos años llegó aquí la FAO, en aquel entonces no creíamos tanto en que estas instituciones pudieran incidir en nuestro cambio de vida, pues nuestra población culturalmente tenía una tradición rudimentaria de cultivar la tierra, pero ellos nos enseñaron a mejorar nuestras prácticas”, relata el líder Tolupán Tomás Cruz.

 

“Nosotros solo cosechábamos para un rato y cuando venían los junios, decíamos: ahí vienen los junios negros, una época que duraba hasta el mes de agosto, era una temporada difícil de escasez de alimentos, en donde teníamos que acudir a los tubérculos, a comer raíces para poder subsistir”, agregó.

 

Los pobladores de Pueblo Nuevo cuentan que antes la comunidad no era tan limpia como luce ahora. Vivían en completo hacinamiento, en medio del lodo y las heces humanas y de animales. Dormían todos juntos con los animales y ello incidía en que su salud fuera precaria, en especial para los menores.

 

Los maestros, dicen los técnicos de la FAO, no querían llegar a realizar actividades festivas por la cantidad de estiércol que había y la gente de la Secretaría de Salud prefería ir de paso ante la falta de condiciones.

 

Pero todo eso cambió. La metodología del Pesa/FAO fue efectiva en cuanto al acompañamiento personalizado que hace en el trabajo comunitario, explica César Alfaro, el técnico de ese organismo de Naciones Unidas a quien los indígenas quieren como si fuese uno de ellos.

 

Asistencia personalizada

 

Alfaro explica a Proceso Digital que el trabajo en Pueblo Nuevo inició en febrero de 2012. La FAO nofogon tenía pensado entrar en Victoria, pero la tenacidad de su alcalde, Sandro Martínez, les convenció al llevarlos a conocer la tribu y ver las condiciones de precariedad en que se encontraban.

 

Al inicio, relata Alfaro, fue complicado el abordaje pues no es fácil ganarse la confianza de los indígenas, quienes cuando les hablaban de levantar un censo para dirigir mejor las acciones e identificar las personas y menores con problemas de nutrición, se inventaban otros nombres.

 

“Pero después, al ver ellos que uno empezó a respetar su cultura y su tradición, fueron entendiendo la dinámica y empezaron a colaborar. Poco a poco se fueron sumando los pobladores, ahora son un ejemplo de entusiasmo y emprendimiento”, dijo.

 

Antes, comenta, los indígenas tolupanes bajaban al pueblo más cercano durante los “junios negros”, como llamaban a la época de hambruna y sequía, a vender su fuerza de trabajo o a empeñar sus animalitos a cambio de dinero para alimentar la familia.

 

Ahora—interrumpe Narciso Garay, un miembro  Tolupán —eso cambió. “nosotros le vendemos al pueblo nuestros productos, ya no vendemos nuestra fuerza de trabajo, ellos vienen a comprarnos frijoles, maíz, aguacates, huevos, gallinas”, dice sonriente.

 

Todos se carcajean ante las aseveraciones de Garay, un indígena de unos sesenta años con una sabiduría popular y un sentido del humor que contagia. Él quiere que se haga un libro de Pueblo Nuevo para que conozcan su historia.

 

Entra a la conversación con Proceso Digital nuevamente Tomás Cruz para explicar que los técnicos del Pesa/FAO les enseñaron a modificar su forma de sembrar la tierra, a tener huertos familiares, a formar una Caja Rural, una especie de fondo comunal en el cual todos aportan parte de sus ganancias para tener recursos que les permitan comprar cosas que necesita la comunidad.

 

La Caja Rural ha sido fundamental para que ellos puedan captar otros recursos de la corporación municipal, del gobierno central u organismos de apoyo externo.

 

Organización y trabajo

 

gallinaEsa Caja Rural les ha permitido contar ahora con una planta de tratamiento de agua potable, levantar las dos aulas que constituyen su escuela, contribuir en la mejora de las viviendas de sus socios miembros y tener, por primera vez, un granero en donde almacenan los granos básicos como reserva en caso de que alguien de la comunidad tenga problemas para alimentarse.

 

La organización resalta el líder Tolupán Tomás Cruz, es fundamental, al igual que la educación al considerarla básica para sacar adelante a su tribu. Todos los indígenas tolupanes se agrupan para escuchar los proyectos de su líder y asienten mientras comentan cómo les cambió la vida.

 

En la tribu de Pueblo Nuevo, los 29 menores identificados con problemas de desnutrición, lograron vencer la enfermedad. Fueron sometidos a un proceso integral de salud y monitoreo en el centro de salud hasta que lograron recuperarlos.

 

El proceso fue integral porque no solo cambiaron sus hábitos alimenticios, también mejoraron sus viviendas con fogones mejorados, pulido de pisos y paredes que hacen que sus casas, pintadas a base de cal, luzcan limpias y relucientes. Esos cambios, ellos los hicieron con la ayuda de FAO y la alcaldía municipal.

 

Así lo cuenta Dilma María Murillo, una joven madre indígena que tuvo uno de sus tres hijos desnutridos. “Me asusté cuando me dijeron y los médicos nos regañaban porque no los cuidábamos bien, pero ahora nos felicitan por lo que hemos hecho”.

 

“Yo miro a mis hijos mejores ahora y mi fogón ahora no pasa apagado como antes, ahora tenemos alimento con el huerto familiar donde sembramos yuca, plátano, maíz, frijol, aguacate, culantro, en fin, alimentos básicos para nutrirnos bien como nos han dicho”, señala sonriente.

 

Los indígenas de Pueblo Nuevo en la mejora de sus viviendas trabajaron hasta once horas diarias durante dos semanas y en el trabajo se incluyeron sus mujeres, trayendo agua del río, pegando mezcla, puliendo paredes. Y ese orgullo de lo propio lo muestran a quien los visita.

 

El alcalde de Victoria, Sandro Martínez, dice que la experiencia de Pueblo Nuevo la están replicando en otras siete tribus tolupanes de más de una docena que existe en ese municipio, el cual adoptó una política pública en seguridad alimentaria para dejar instalada la experiencia de la FAO con apoyo del gobierno de Canadá.

 

Mientras los indígenas muestran a Proceso Digital sus casas limpias y sus amplias cocinas, los silos donde almacenan el grano y la tierra en donde siembran sus cultivos, una leve llovizna empieza a caer en Pueblo Nuevo y ellos atribuyen la lluvia a bendiciones que les adelantan que se vienen tiempos mejores…

 

En Honduras la tribu Tolupán se encuentra distribuida en los departamentos de Yoro, al norte, y en la Montaña de la Flor, en Francisco Morazán, en el centro. Son una de las siete etnias hondureñas y la única precolombina que conserva su lengua.

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