El prelado, nacido en Boston, Massachusetts, EU, realizó una labor extraordinaria en ese distrito cristiano y dejó un legado a la feligresía olanchana y a su sucesor monseñor, José Bonello.
Tras su ordenación como sacerdote en 1966, Muldoon fue enviado a Centroamérica como joven misionero franciscano y su primera asignación fue de vicario parroquial de la catedral Inmaculada Concepción de Juticalpa, donde entre otros logros, renovó el santuario según las nuevas normas del Concilio Vaticano II.
En los siguientes 15 años sirvió como pastor en cuatros parroquias rurales en Honduras, El Salvador y Guatemala y posteriormente el 2 de febrero de 1983, el Santo Padre Juan Pablo II, le nombró prelado ordinario de la iglesia de Olancho.
Desde su retorno a Olancho, el 26 de febrero de 1983, y su consagración como primer obispo diocesano de la nueva diócesis de Juticalpa, el 8 de octubre de 1984, el condecorado se destacó por su sentido de solidaridad, compromiso y humanismo con su congregación, especialmente con aquellos más desposeídos.
El homenajeado logró también incrementar enormemente el número de sacerdotes en ese territorio cristiano y fundó las congregaciones de vida consagrada netamente olanchana: Hermanas Franciscanas Cooperadoras Parroquiales de la Asunción y Hermanas Misioneras de N.S. de la Presentación.
Además, en su labor espiritual, Muldoon apoyó la tarea perenne de la formación cristina de las hermanas y hermanos laicos como colaboradores y participantes plenos del ministerio y como miembros de los diferentes movimientos apostólicos.
