Por Alberto García Marrder
Para Proceso Digital, La Tribuna y El País de Honduras.
Gustavo Petro, presidente de Colombia, tiene el estigma de haber sido miembro del grupo guerrillero M-19 en su juventud.
Pero ahora lo tiene más grave que hacerse creer que es un líder mundial que podría salvar a la humanidad de genocidios como el de Gaza, sin darse cuenta que podría arrastrar a su país a la miseria por dar leña al fuego con su pelea con el presidente norteamericano, Donald Trump. Pelea que tiene perdida.
Da la casualidad de que esos dos presidentes son egocéntricos, arrogantes y testarudos. El billonario Trump es el líder de la primera potencia del mundo y puede darse el lujo de serlo. Petro no tanto.
Trump y después un intercambio de insultos con Petro, ha cancelado la ayuda económica a Colombia (de 450 millones de dólares por año), lo ha acusado de ser un cabecilla de un grupo del narcotráfico, de no hacer nada por reducir la producción de coca (Colombia es el mayor productor de cocaína en el mundo), le ha quitado su visa y ha prohibido a sus familiares que tengan cuentas bancarias en Estados Unidos.
Eso ha enfadado a la clase media colombiana que hacía frecuentes viajes de compras a Miami y a la clase pobre la suspensión de la ayuda económica americana que servía para pagar los programas de ayudas sociales (y también militares). Y se temen aranceles de más del 50 por ciento de Trump que puedan afectar a su principal exportación, como el café.
¿Le preocupa a Petro estos “castigos” de Trump? Al perecer no, solo lo que le afecte a él y a su prestigio, en una súbita caída de popularidad, cuando intenta una reforma a la constitución para poder ser reelegido, ya que termina el próximo año su mandato.
En su errático y desgobernado mandato, ha cometido tres errores, según mi opinión de periodista:
Después de asistir a la Asamblea General de la ONU en Nueva York, y en una calle, se dirigió a los que protestaban por el “genocidio” en Gaza y con un megáfono en las manos, les pidió a los soldados norteamericanos que no obedezcan a sus jefes, pensando tal vez en los que están en el Caribe cerca de las costas venezolanas.
Se ha declarado “un hermano” del dictador venezolano, Nicolás Maduro, y que tropas colombianas saldrían a ayudar a Venezuela, si es atacada.

Ofrecer una entrevista en directo a la cadena de Televisión Univisión de Miami, realizada por el prestigioso periodista colombiano Daniel Coronell. Petro evadió todas las preguntas incómodas con arengas divinas y espirituales. Quedó al desnudo la clase de presidente que es.
¿Cuál es la estrategia de Petro? Según comentaristas colombianos que lo siguen, pretende presentarse como el primer-y único- presidente latinoamericano en enfrentarse al “imperio norteamericano” y a las constantes “injerencias de Washington en nuestros asuntos internos”.
“Nuestra soberanía no está en venta”, suele decir, al tiempo que repite consignas anti norteamericanas que huelen a un rancio izquierdismo latino americano: “No al tutelaje” y “No pasaran”.
Al contrario de “su hermano” Maduro, Petro pretende convertirse en un líder mundial que supo enfrentarse a “un emperador”.
Trump ha señalado una recompensa de 50 millones de dólares por capturar a Maduro. Por Petro, aún nada, pero tal como van las cosas con Washington pronto se podría fijar una cantidad. Y Petro está ayudando mucho a eso.
Colombia ha sido hasta ahora el principal aliado de Estados Unidos en América Latina y ahora se le compara con Afganistán en Washington.










