Tegucigalpa / Ciudad de México– El papa Francisco ha centrado su mensaje en los temas de la pobreza, migración y la violencia, durante su segundo día de peregrinación en México donde cumple una extenuada agenda.
-En la homilía en la basílica de Guadalupe el papa recordó a «los excluidos», a «los descartados» y a las personas que han visto perder un familiar por la violencia criminal.
«Tantas familias se dividen y no siempre la integración en la presunta tierra prometida es tan fácil como se piensa», expresó Francisco al referirse al tema de la migración.
En ese sentido, el pontífice hizo un vehemente llamado a la clase política mexicana para dar al pueblo «justicia real, seguridad efectiva» y paz, a la vez que pidió a los obispos enfrentar con coraje el narcotráfico.
Justicia real y seguridad efectiva
El líder católico recordó que “a los dirigentes de la vida social, cultural y política les corresponde de modo especial trabajar para ofrecer a todos los ciudadanos justicia real, seguridad efectiva, un ambiente sano y de paz».
Francisco centró su mensaje dirigido a México, un país golpeado por la violencia, la pobreza y la corrupción.
«Cada vez que buscamos el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano, la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte», advirtió el santo padre.
Aún conmocionado por el motín que el jueves dejó 49 muertos en una cárcel de Monterrey, México condensa muchos de los temas que preocupan a Francisco pues México al igual que la mayoría de países latinoamericanos, es una sociedad desigual donde la mitad de sus habitantes sigue siendo pobre, un país acechado por la violencia del narcotráfico y donde miles de migrantes viven un calvario tratando de llegar clandestinamente a Estados Unidos.
Durante sus discursos, el jerarca católico destaca algunos problemas que enfrentan los mexicanos; resalta la grandeza del país y la riqueza de la juventud y la imagen de la Virgen de Guadalupe.
Asimismo, ha subrayado que el Santuario de Dios es la vida de sus hijos, de todos y en todas sus condiciones, especialmente de los jóvenes sin futuro expuestos a un sinfín de situaciones dolorosas, riesgosas, y la de los ancianos sin reconocimiento, olvidados en tantos rincones.
Enfrentar narcotráfico con coraje profético
En su mensaje en la catedral de México ayer sábado, el papa recalcó que “la complejidad de sus causas de la violencia, la inmensidad de su extensión como metástasis que devora, la gravedad de la violencia que segrega y sus trastornadas conexiones, no nos consienten a nosotros pastores de la iglesia, refugiarnos en condenas genéricas sino que exigen un coraje profético y un serio y cualificado proyecto pastoral”.
Como parte de la agenda, el papa se reunió con los obispos y arzobispos mexicanos en la catedral metropolitana, donde los instó a enfrentar el narcotráfico «con coraje profético».
Apuntó que la proporción del fenómeno del narcotráfico, la complejidad de sus causas, la inmensidad de su extensión, la gravedad de la violencia que disgrega y sus trastornadas conexiones, “no nos consienten a nosotros, pastores de la Iglesia, a refugiarnos en condenas genéricas, sino que exigen un coraje profético».
«No minusvalorar el desafío ético y anti cívico que el narcotráfico representa para la juventud y para la entera sociedad mexicana”, agregó.
Pidió a los obispos que “no se dejen corromper por el materialismo trivial ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa”.
Sean capaces de seguirlos
En la catedral de Ciudad de México, en el encuentro con los obispos y religiosos, Francisco expresó su apreció por todo lo que están haciendo «para afrontar el desafío» de una «época representada en las migraciones».
«Son millones los hijos de la Iglesia que hoy viven en la diáspora o en tránsito, peregrinando hacia el norte en búsqueda de nuevas oportunidades», explicó.
Francisco destacó cómo «muchos de ellos dejan atrás las propias raíces para aventurarse, aun en la clandestinidad que implica todo tipo de riesgos, en búsqueda de la luz verde que juzgan como su esperanza».
«Tantas familias se dividen y no siempre la integración en la presunta tierra prometida es tan fácil como se piensa», agregó.
Por ello, les pidió que «sean capaces de seguirlos y alcanzarlos más allá de las fronteras» y para ellos «refuercen la comunión con sus hermanos del episcopado estadounidense, para que la presencia materna de la Iglesia mantenga viva las raíces de su fe».
Como parte de la agenda, el papa se reunió con los obispos y arzobispos mexicanos en la catedral metropolitana, donde los instó a enfrentar el narcotráfico «con coraje profético».
Apuntó que la proporción del fenómeno del narcotráfico, la complejidad de sus causas, la inmensidad de su extensión, la gravedad de la violencia que disgrega y sus trastornadas conexiones, “no nos consienten a nosotros, pastores de la Iglesia, a refugiarnos en condenas genéricas, sino que exigen un coraje profético».
Terreno fértil para la corrupción
Mientras tanto, en el propio Palacio Nacional, el papa advirtió que «la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando sufrimiento y frenando el desarrollo».
“A los dirigentes de la vida social, cultural y política les corresponde de modo especial trabajar para ofrecer a todos los ciudadanos la oportunidad de ser dignos actores de su propio destino, ayudándolos a un acceso efectivo a los bienes materiales y espirituales indispensables: vivienda adecuada, trabajo digno, alimento, justicia real, seguridad efectiva, un ambiente sano y de paz”, profundizó.
Calificó que “México es un gran país. Bendecido con abundantes recursos naturales y una enorme biodiversidad que se extiende a lo largo de todo su vasto territorio”.
