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Oposición política enfrascada en feroz lucha interna

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Tegucigalpa – Dos de las principales fuerzas políticas de Honduras, representadas en el Partido Liberal y el partido Libertad y Refundación (Libre), entraron en una encarnizada batalla a lo interno de sus estructuras políticas que de no manejarlas, puede terminar atomizando sus fuerzas y debilitar la alianza opositora política que han conformado junto al Partido Anticorrupción (PAC).

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Las fisuras internas tanto en el Partido Liberal como en Libertad y Refundación no son nuevas, mientras en el primero se vive una pugna entre viejos y nuevos liderazgos que buscan, cada uno a su manera, revitalizar el otrora gonfalón rojo blanco rojo, en Libre—un hijo del liberalismo—las fuerzas que disputan el liderazgo a Manuel Zelaya son cada vez más fuertes y evidentes.

En el liberalismo, la inconformidad de algunos integrantes de la vieja guardia y algunos diputados que sufren de progeria o envejecimiento prematuro, es con el ex presidenciable Mauricio Villeda, por su forma de conducir el Consejo Central Ejecutivo, del cual es su presidente, y ha comenzado un silencioso trabajo de base y acercamientos políticos que les incomoda porque no «pide permiso».

La acción que más incomodó a estas fuerzas a lo interno del liberalismo fue la aparición en una alianza político coyuntural con la cúpula de Libre y del PAC, con quienes Villeda mantiene al parecer una comunicación más fluida y ha dejado entrever que se ha sentido mejor tratado y respetado por sus integrantes que por algunos miembros de su propio partido, en especial ciertos diputados.

carlos-floresVilleda, quien ha externado su inconformidad con el reciente fallo de la Sala Constitucional que allana el camino para la reelección presidencial, mostró su disgusto con diputados de su partido que han avalado el fallo y ya barajan nombres de posibles presidenciables. Él dice que nadie que abrigue los principios del liberalismo puede abrazar un fallo que a su juicio tiene vicios de inconstitucionalidad.

El destape de Villeda

Y en un exabrupto político, sin medir las consecuencias de sus palabras a lo interno de un partido aprisionado entre lo viejo y lo nuevo, Villeda dijo que algunos diputados que le adversan son los mismos que se «arrodillaron» ante el oficialista Partido Nacional y el Presidente de la República para votar a favor del rango constitucional de la policía militar, desacatando así una decisión del liberalismo de no avalar esa propuesta gubernamental, misma que finalmente no logró la votación requerida en la cámara.

A las declaraciones de Villeda siguieron las indignaciones de los diputados liberales aludidos, algunos de los cuales se mofaron de sus posturas legalistas y de transparencia, señalando que se creía «un santo», en tanto otros insinuaron que ha llegado el momento de sacarlo de la conducción del partido.

villedaOtros que defienden el trabajo de Villeda en el Partido Liberal, al asegurar que pese a la guerra subterránea que le han montado, ha comenzado a costurar las heridas en el liberalismo, son del criterio que el Central Ejecutivo debe ser más contundente con los «renegados» del liberalismo y debe expulsarlos, un extremo que Mauricio Villeda ha rechazado.

En las bases y en algunos gobiernos locales, contrario a los pronósticos, las posturas de Mauricio Villeda han sido evaluadas en forma satisfactoria, al aducir algunos de sus dirigentes que el partido debe comenzar a efectuar una oposición más constructiva, menos insípida y no descartar alianzas con la oposición para retornar al poder, sí ese fuera el caso.

Los analistas son del criterio que el liberalismo en este momento debe sumar y no restar. En este sentido, abogan por la madurez política de Villeda y sus allegados, tomando en cuenta que a lo interno del liberalismo los caciques y caudillos están ahí, esperando el chance para reflotar o para hundir al partido.

En tanto, en el partido Libertad y Refundación las divergencias a lo interno ya no se pueden ocultar en la disputa del control y liderazgo a la familia Zelaya-Castro, cuya principal figura recae en el ex presidente Manuel Zelaya.

Un líder inaccesible

En una semana se produjeron dos deserciones en la bancada de Libre para sumar un total de seis diputados propietarios y al menos cuatro suplentes, quienes han conformado una bancada que se autodenomina independiente y se ha incrustado en el ala derecha donde se ubica el oficialista Partido Nacional.

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Algunos de sus diputados desertores resienten que no pudieron entablar comunicación directa con Manuel Zelaya, el que dicen está rodeado por una especie de «oligarquía» neo-burguesa que bloquea cualquier acceso al ex gobernante, quien sigue siendo un líder que no ha podido evitar un desmoronamiento tan prematuro en un novel partido que tiene ya al menos trece corrientes internas.

Dentro de esas corrientes destaca la intención del diputado Rasel Tome, Jari Dixon, Esdras Amado López y otros que han mostrado un interés manifiesto en ser los próximos ungidos de Libre con la candidatura presidencial, aunque se la disputen a la vuelta de la esquina Xiomara Castro o al propio Manuel Zelaya.

En recientes declaraciones, Manuel Zelaya considera esas deserciones como parte de una estrategia del oficialismo del Partido Nacional para debilitar a Libre y a la oposición, pero asegura que no tendrán éxito porque si algo tiene claro la oposición política que conforman con el Partido Liberal y el PAC es que solo unidos pueden sacar a los nacionalistas del poder.

Pero Zelaya en cuanto repica, dobla. A veces asegura que está dispuesto a deponer una candidatura presidencial para cederla a la oposición si con ello ganan a los nacionalistas, pero al rato, se retracta y deja entrever que le gustaría reelegirse—no importan las reglas del juego—siempre y cuando pueda recuperar los siete meses que le deben y lo que pueda restar una vez aprobada la figura de la reelección presidencial.

Luego, Libre enfrenta también en su periferia pugnas fuertes de poder con creación de movimientos internos que se autodenominan «la pureza» de Libertad y Refundación haciendo funciones de inquisidores al mejor estilo de Torquemada, el máximo representante de la inquisición católica a mediados del milenio pasado.

Escenarios por venir

melManuel Zelaya se ha enfrentado así, en reuniones privadas, a los propios demonios que creó y hasta cacheteos se asegura se han dado de un bando y otro en esas agrias discusiones de confrontación.

Confrontación que Libertad y Refundación deberá sortear más allá de su discurso externo de cuestionar el statu quo, de exigir democracia y democratización cuando a lo interno parece que esa práctica no un manual con el cual han conformado sus liderazgos ni sus estructuras a nivel de bases.

Por ahora, Manuel Zelaya resta importancia a la deserción de su nada despreciable número de diputados en el parlamento, prefiere recorrer el país como en los mejores tiempos de campaña, mientras en el liberalismo Mauricio Villeda parece estar destinado a seguir luchando en solitario, juntando piezas para dar forma a un partido mientras marca una distancia de un sector de diputados a quienes ya etiquetó con el oficialismo.

Villeda deberá avizorar cómo enfrentará la de hecho decisión de Manuel Zelaya de lanzarse a la reelección, si la obsesión por volver al poder puede más que el interés por sacar a los nacionalistas del poder. El escenario político apenas empieza a calentar sus motores y muchos serán los capítulos por venir.

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