San Salvador.- La ola de violencia y las desigualdades económicas que afectan a El Salvador impiden a los salvadoreños «disfrutar plenamente» de la paz alcanzada en 1992, dijo hoy el enviado especial de la ONU para la conmemoración del 25 aniversario de los Acuerdos de Paz, Miroslav Jenka.
«La violencia, la persistente desigualdad y falta de oportunidades impiden a los salvadoreños disfrutar plenamente de los beneficios de la paz», aseguró Jenka en nombre del secretario general de la ONU, António Guterres, durante el acto oficial en la capital salvadoreña.
Jenka señaló que «en la actualidad son muchos los salvadoreños que a duras penas consiguen mantener un nivel de vida digna, que son víctimas de la violencia y que se ven forzados a abandonar sus comunidades y dejar atrás familias rotas».
Añadió que las «divergencias políticas» entre el Gobierno y la oposición «bloquean los acuerdos necesarios para hacer avanzar el bien común y la reconciliación genuina».
«Este es el momento de reflexionar sobre el pasado y confrontar los desafíos presentes», acotó Jenka, que pidió un «diálogo transparente e inclusivo» como una medida «imprescindible para superar los desafíos contemporáneos».
Destacó el llamamiento realizado por el presidente, Salvador Sánchez Cerén, a los partidos para crear un nuevo pacto político nacional y en el que la ONU colaborará.
«Confío en que los dirigentes de los partidos políticos y la sociedad civil volverán a situar el interés nacional por encima de todo y avanzarán en pos de la consolidación de una sociedad más justa en la que todos los ciudadanos puedan disfrutar de los beneficios de la paz», añadió.
Destacó que los acuerdos firmados en 1992 por el Gobierno y la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, hoy en el poder como partido, son un «ejemplo para el mundo» en momentos en los que se registran «conflictos cada vez más complejos que se caracterizan por violaciones a los derechos humanos».
La guerra civil salvadoreña (1980-1992) que enfrentó al Ejército, financiado por Estados Unidos, y al FMLN se saldó con unos 75.000 muertos y 8.000 desaparecidos.