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Obama y McCain se enfrentan, mientras Hillary Clinton clama por no ser olvidada

Washington – La campaña presidencial en EE.UU. entró en una nueva fase, con ataques directos entre el demócrata Barack Obama y el republicano John McCain, que se intensificaron hoy, mientras Hillary Clinton resiste la presión para que abandone.
 

Tanto las huestes de Obama como las de McCain definen sus líneas de batalla, pues los republicanos ya asumen que el senador negro será el rival a batir, según confirmó hoy Joseph Lieberman, un ex congresista demócrata, ahora independiente y apoyo clave del senador por Arizona.

Obama repitió hoy en una entrevista en CNN una frase que puede convertirse en una especie de eslogan de su campaña: «John McCain esencialmente ofrece cuatro años más de las mismas políticas que nos han metido en la situación en la que estamos ahora».

El senador por Illinois explota con ello el descontento generalizado con el presidente George W. Bush, plasmado en sus bajos índices de aprobación y agravado por las dificultades económicas por las que pasa el país.

El bando de McCain también tantea los puntos débiles de Obama. Mitt Romney, un ex gobernador de Massachusetts y ex rival de McCain que se ha pasado a su lado, afirmó que un líder del grupo radical Hamás «ha dicho que apoya a Barack Obama».

«Es algo embarazoso y la razón es bien clara. Barack Obama ha dicho que si es elegido presidente, se sentará con (el presidente iraní, Mahmud) Ahmadinejad», sostuvo Romney.

Acusaciones similares ha hecho el propio McCain, que se tomó hoy el día libre, en un intento por presentar a Obama como un político ingenuo y sin experiencia en política exterior.

La convidada de piedra es, por supuesto, Clinton, quien también se dio un descanso por el día de la madre, que se celebra hoy en Estados Unidos.

Envió en su lugar a algunos de sus asesores clave a los programas matutinos de entrevistas a sacar el cuello por ella.

Howard Wolfson, uno de sus principales consejeros, rechazó la idea de que las largas elecciones primarias están debilitando al partido demócrata.

«Si Barack Obama quiere que Hillary Clinton abandone la campaña, la debería ganar, ganar en Virginia Occidental, Puerto Rico y Kentucky», dijo Wolfson en una entrevista en Fox.

Clinton tiene ventaja en esos tres estados, de los seis que quedan por votar.

El estilo combativo de Howard contrastó con el de David Axelrod, el principal estratega de Obama, que en el mismo programa puso bálsamos a la relación entre ambos.

«Ahora los sentimientos están muy encendidos. Esos sentimientos sanarán con el tiempo. Tendremos unidad en el otoño», cuando se celebrarán las elecciones generales, sostuvo.

El propio Obama calificó hoy a Clinton como «una candidata extraordinaria».

Los estilos reflejan las prioridades de las respectivas campañas, dado que lo que a Obama le interesa ahora es ganarse a los votantes de Clinton para que no se queden en su casa el día del voto crucial en noviembre.

Mientras, el campo de la senadora lucha por la supervivencia. Wolfson reveló que su campaña tiene una deuda de unos 20 millones de dólares.

Clinton ha prestado a sus arcas electorales 11 millones de dólares hasta ahora y está abierta a la posibilidad de aportar más, dijo en NBC el director de su campaña, Terry McAuliffe, quien reconoció que es «muy improbable» que la senadora por Nueva York obtenga más delegados que Obama al final de las primarias.

Su plan para la victoria, según detalló McAuliffe, es lograr superar a Obama en número de votos totales recibidos, al contar con los emitidos en Florida y Michigan, que fueron descalificados inicialmente porque los partidos demócratas de ambos estados adelantaron la fecha de los comicios.

Eso mostraría la fortaleza de la candidatura de la ex primera dama a los «superdelegados», líderes del partido que votan según su parecer en la convención que ungirá al representante demócrata para las elecciones generales.

Clinton gozó de una ventaja enorme en el número de apoyos de los notables de un partido en el que su marido, el ex presidente Bill Clinton, tiene un peso enorme.

Obama, sin embargo, la acaba de superar en número de «superdelegados», según la mayoría de las estimativas.

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