– Está más interesado en impulsar las relaciones comerciales y la cooperación, mientras la lucha antidroga no tiene la prioridad para el encuentro.
– Centroamérica acude con posiciones separadas, ya que los mandatarios de la región se encuentran divididos por asuntos bilaterales.
Obama llega a Costa Rica, donde se reunirá con la mandataria de dicho país Laura Chinchilla, y el sábado lo hará con el resto de los presidentes centroamericanos, interesado en promover la cooperación y el comercio, pero menos empeñado en debatir el asunto del narcotráfico.
El jefe de la Casa Blanca, afanado en retirar a Estados Unidos de las ocupaciones de Irak y Afganistán y en desarticular la red terrorista de Al Qaida, busca en su segundo mandato concentrarse más en la región latinoamericana, pero desea “desnarcotizar” las relaciones que por décadas ha mantenido Washington con los países al sur de sus fronteras.
En esta ocasión, el presidente de Estados Unidos no viene a imponer una visión de su mundo para que los centroamericanos deban acatarla, sino a promover una relación de cooperación y comercio.
Igualmente Obama viene con “las manos vacías”, señalaron varios expertos, debido a que no anunciará ninguna iniciativa y con ello la dotación de recursos, como ocurrió en el pasado.
La última iniciativa estadounidense fue el Programa de Seguridad Centroamericana (Carsi, por sus siglas en inglés) que consta de 200 millones de dólares para la región, de los cuales 55 millones de dólares serían desembolsados a Honduras.
Migración Asimismo, Obama trae en su cartera la propuesta por una reforma migratoria, algo de vital importancia para la región ya que más de cuatro millones de centroamericanos residen en Estados Unidos y envían a la región más de 13,000 millones de dólares en remesas. Las remesas son vitales para la estabilidad económica de la región, ya que representa más del 15 por ciento de su producto interno bruto (PIB) de los países y clave para la estabilidad cambiaria para El Salvador, Honduras e incluso Guatemala. Pero igualmente la reforma migratoria permitirá alejar el fantasma de las deportaciones masivas de decenas de miles de centroamericanos, con lo cual la estabilidad social se asegura, ya que las economías de la región no están preparadas para absorber a los deportados. |
Seguridad Pero los presidentes centroamericanos han adelantado que pedirán en la reunión que Obama se comprometa a dotar de mayores recursos y apoyo técnico a los cinco países a fin que puedan hacer frente a las poderosas bandas del narcotráfico. Aunque Obama quiere “desnarcotizar” las relaciones, los mandatarios de la región se encuentran preocupados por la desbordada violencia que genera el narcotráfico, especialmente en el Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras), donde se registran las mayores tasas de homicidios del istmo. Asimismo, los países de la región, que integran el Sistema de Integración Centroamericana (Sica), desean una mayor involucramiento de Washington en la lucha antidrogas, pero especialmente que haga algo en el mercado interno, ya que si la demanda estadounidense no se reduce difícilmente se podrá ganar la guerra contra las drogas. El presidente guatemalteco Otto Pérez Molina pidió en el pasado que el consumo de drogas sea legalizado, como un mecanismo de resolver el problema de las drogas, pero Washington se niega aceptar tal alternativa. Pérez incluso no ha podido entusiasmar al respecto a sus pares centroamericanos. |
Participación Al final, sin agenda definida para dialogar, lo rescatable de la visita de Obama será que los cinco presidentes centroamericanos volverán a encontrarse por primera vez desde el año pasado. Los permanentes boicots entre sí de los mandatarios Laura Chinchilla de Costa Rica y Daniel Ortega de Nicaragua han hecho que las últimas cumbres fracasaran. Además los desencuentros de Mauricio Funes de El Salvador con Otto Pérez son recurrentes. |