Phoenix (AZ) – La nueva oleada de menores centroamericanos que llegan a la frontera con México sin la compañía de un adulto vuelve a poner en el foco las condiciones en las que estos jóvenes indocumentados son recluidos en los albergues abiertos por el Gobierno federal.
En una aula, que pareciera ser una sala de clases de cualquier escuela del país, alrededor de 23 jóvenes escuchan atentos a las explicaciones del profesor de matemáticas, no obstante esos adolescentes están en uno los albergues establecidos por el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) en Phoenix, Arizona.
Cuando estos menores no acompañados centroamericanos son arrestados por un agente de la Patrulla Fronteriza, los niños deben ser entregados en un plazo de 72 horas al HHS, el brazo del Ejecutivo responsable de buscarles una casa de acogida segura mientras la Justicia determina si pueden permanecer en Estados Unidos o si deben ser expulsados a sus países de origen.
Visto por fuera, el albergue de Phoenix luce como un complejo de apartamentos, pero por dentro se parece a una escuela normal de cualquier vecindario del estado, según pudo constatar Efe durante una visita al local.
«Este es uno de nuestros albergues permanentes. En este lugar los niños reciben cuidado médico, consejería y pueden comunicarse con sus familiares por medio de llamadas telefónicas», explicó Andrea Helling, vocera de HHS, durante la vista guiada a las instalaciones. Leer nota completa.