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“No puedo respirar”, retumba en la conciencia de EEUU

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Washington, (EEUU).- Durante ocho minutos,  el policía de Minneapolis, Derek Chauvin, mantuvo  su rodilla izquierda apretando el cuello de George Floyd, que estaba esposado y caído boca abajo debajo del vehículo policial. Siguió asfixiándole hasta después que perdiera el conocimiento.

“No puedo respirar” (“I can not breathe”) fueron las últimas palabras de Floyd. Su crimen: ser de raza negra y tratar de cambiar un billete falso de 20 dólares.

Ese “I can not breathe” retumba hoy en la conciencia de un país sumido en una crisis profunda y se ha convertido en un lema de protesta y símbolo de una desigualdad social en este gran país. La muerte de Floyd a manos de ese policía ha provocado protestas y saqueos en varias ciudades, que permanecen bajo toque de queda. Y el ejército está listo para intervenir si es necesario.

Y ha servido para sacar a la luz un racismo aun latente, la brutalidad policial y la poca sensibilidad ante este problema.

Los males nunca vienen solos. Primero fue el corona-virus (ya más de 100,000 muertos) y ahora esta crisis.

Y en ambas, el presidente Donad Trump, reaccionando tarde y mal: “Es una simple gripe” y en vez de tratar de calmar lo de Minneapolis, escribió en un “twitter”: “cuando comienzan los saqueos, también los disparos”, al pedir más mano dura contra esos “radicales de ultra izquierda”.  Estos negros ni son de derechas ni de izquierda, solo tienen hambre.

El asunto es serio y merece un análisis profundo.

Lo que pasó con Floyd no es nuevo. Hace seis años, en 2014, un policía de la ciudad de Nueva York, Daniel Pantaleo, asfixio con sus brazos a Eric Gardner, en un forcejo al resistirse este a una detención. Su crimen: ser de raza negra y vender cigarrillos sueltos en la calle. Antes de morir, Gardner gritó once veces: “I can not breathe”.

2 FOTO Gardner en el suelo

Pantaleo nunca fue detenido o enjuiciado. Cinco años después, fue despedido y ahora reclama ser reinstalado en la fuerza policial.

La población negra en Estados Unidos representa solo un 12 por ciento del total, pero cuenta más de la mitad de los homicidios y robos. Y más de un 70 por ciento de los delitos relacionados con drogas.

Un 27 por ciento de los negros,  hacinados en los “ghettos” urbanos, viven en un nivel de pobreza, en comparación con el 11 por ciento del total de la población. Y sus posibilidades de salir de esa situación son casi nulas. Mas desgarrador es el porcentaje de madres solteras, muchas menores de 21 años: 78 por ciento.

Y cuando estos jóvenes negros, indignados, salen a las calles a protestar por el asesinato de un “brother” (un hermano), incluyendo saqueos y enfrentamientos violentos con la policía, parecen decir que no tienen nada que perder. Que ya lo han perdido todo.

Manos alto

 

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