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No caminar más en la noche de apetitos desordenados, pide Iglesia en cuarto domingo de Cuaresma

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Tegucigalpa – No caminar más en la noche de apetitos desordenados, pidió hoy el nuevo arzobispo de Tegucigalpa, Vicente Nácher, durante la homilía correspondiente al cuarto domingo de Cuaresma, tiempo preparatorio para la Semana Santa.

“Amigo sal de tu error, de tu miedo, de tu egoísmo, de tu incredulidad, sal de tu pecado. Despierta y vive, no camines más en la noche de tus apetitos desordenados, nos dice Jesús en esta Cuaresma””, reflexionó el nuevo arzobispo en la toma de posesión de la sede Catedral Metropolitana San Miguel Arcángel.

Cabe señalar que esta es la primera celebración eucarística que monseñor Nácher preside como arzobispo después de su ordenación el sábado.

El arzobispo Nácher se convirtió en el VI arzobispo de la Provincia Eclesial de Tegucigalpa en sustitución del cardenal Óscar Andrés Rodríguez a quien el papa Francisco aceptó su renuncia, una normativa de la Iglesia Católica cuando un prelado cumple 75 años.

 Los actos de toma de posesión culminaron este día con la entrega de la sede catedral al nuevo arzobispo de Tegucigalpa.

Durante la homilía el arzobispo Nácher reflexionó sobre el valor de la vida después de leer el pasaje bíblico en el que Jesús resucita a su amigo Lázaro.

“Hay veces que Jesús perdona y rehabilita, pero le corresponde a la comunidad acompañar de la mano al que ha salido de la oscuridad para que pueda caminar junto a nosotros”, externó el religioso.

A renglón seguido dijo que la iglesia es una comunidad, no es una comunidad de perfectos, sino de redimidos por el amor hasta el extremo de Cristo.

El agua, la luz y la vida son catequesis bautismales que hemos escuchado durante los cuatro domingos de Cuaresma, recordó.

En ese orden, apuntó que aunque exista agua y luz no brotará vida nueva si no hay un sustrato sobre el cual modelar la nueva existencia.

“Esa tierra somos cada de nosotros con toda nuestra condición humana, en la cual no se da una vida biológica sino divina”, agregó.

Resumió que todos somos redimidos por la compasión divina de Cristo, el Hijo de Dios.

A continuación Proceso Digital reproduce la lectura del día tomada del santo evangelio según san Juan (11,3-7.17.20-27.33b-45):

En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro mandaron recado a Jesús, diciendo: «Señor, tu amigo está enfermo.»
Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba.
Sólo entonces dice a sus discípulos: «Vamos otra vez a Judea.»
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa.
Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.»
Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.»
Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»
Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»
Jesús sollozó y, muy conmovido, preguntó: «¿Dónde lo habéis enterrado?»
Le contestaron: «Señor, ven a verlo.»
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: «¡Cómo lo quería!»
Pero algunos dijeron: «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?»
Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa.
Dice Jesús: «Quitad la losa.»
Marta, la hermana del muerto, le dice: «Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días.»
Jesús le dice: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?»
Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.»
Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro, ven afuera.»
El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario.
Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar.»
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

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