Tegucigalpa – El Partido Nacional de Honduras cumple hoy 117 años, desde su fundación el 27 de febrero de 1902, en un momento sui generis en su vida institucional.
Hasta hace menos de una década, los nacionalistas eran, junto a los liberales, las dos potentes fuerzas que conformaron por más de una centuria el bipartidismo que empezó a fracturarse tras la crisis institucional de junio de 2009, con la salida del poder del entonces liberal Manuel Zelaya Rosales.
Tras esa ruptura, los liberales, protagónicos en la salida de su correligionario Zelaya, quedaron debilitados y desde entonces su fuerza ha mermado hasta aparecer apenas como tercera en el país. Mientras los nacionalistas aprovecharon la circunstancia para consolidarse en el soleo presidencial ganando al hilo tres elecciones, la última producto de una inédita reelección.
Pero, aunque el nacionalismo está en el poder, el costo de ostentarlo tres periodos al hilo, mas la división que ocasionó en los comicios la reelección, le han pasado factura.
Pese a que la reelección contó con la aprobación de dos tribunales supremos de justica y fue avalada con la participación de los nueve partidos políticos presentes en las elecciones generales de noviembre de 2017, la sociedad hondureña, que ya venía fracturada tras los hechos de 2009, se mostró fraccionada al respecto.
Las secuelas de la corrupción
Igualmente, la lucha contra la corrupción y el narcotráfico efectuada en Honduras en los últimos años ha dejado daños en liderazgos nacionalistas al involucrarse a alcaldes, diputados y funcionarios del primer anillo del poder, en actos que le ligan a la ilegalidad. Casi todos estos casos se encuentran en los tribunales con procesos activos. Otros procesos se verifican en cortes estadounidenses.
Figuras de otros partidos políticos como liberales y libres también han sido involucradas en actos al margen de la ley y tienen o han enfrentado juicios dentro del país como en tribunales estadounidense, pero son los nacionalistas los mayormente golpeados e involucrados en los procesos.
El desgaste del poder
El desgaste natural de ostentar el poder por casi una década continua, sumado a las circunstancias que rondan a muchos de sus líderes, contrastan con acciones gubernamentales como el combate a la criminalidad que ha permitido al gobierno nacionalista, reducir las muertes violentas a por los menos 42 por cada 100 mil habitantes, tras llegar a rozar las 90 por cada 100 mil habitantes en 2012.
Pero la mejora en seguridad ha pasado a ser un tema que da paso a la necesidad de empleo que afecta a por lo menos 40 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) y que se ha convertido en una de las principales causales de la emigración desde este país.
Vientos proselitistas
Frente a estos acontecimientos, a poco más de un año del segundo periodo del presidente Juan Orlando Hernández, a lo interno del Partido Nacional ya soplan vientos proselitistas y campañas políticas asoman en la palestra pública.
Figuras como el designado presidencial Ricardo Álvarez, ha iniciado un recorrido por todo el país para visitar a los cuadros de base del nacionalismo con su movimiento denominado Solidaridad.
Aunque Ricardo Álvarez no ha dicho directamente que él será el precandidato de su movimiento, si ha indicado que consultará en una asamblea popular al respecto donde serán sus cuadros quienes participen.
Álvarez aboga por la unidad del nacionalismo y ha pedido que la campaña azul sea incluyente y sin ataduras para nadie.
Mientras que el presidente del Partido Nacional y diputado más votado en Olancho, Reinaldo Sánchez, también mantiene un trabajo activo en su partido, propio de su posición como máxima autoridad de la institución de la estrella solitaria.
Sánchez, no ha lanzado su candidatura, pero se conoce que sus cuadros se extienden más allá de las pampas olanchanas, donde ha logrado superar en las urnas al propio expresidente Manuel Zelaya.
En tanto, el actual presidente del Congreso Nacional, Mauricio Oliva, también es mencionado como posible presidenciable nacionalista.
Oliva es un dirigente de la vieja guardia nacionalista, que fue ungido como presidente del Congreso Nacional para el primer periodo del gobierno del presidente Hernández y reelecto en este segundo mandato.
Oliva ha manejado una estrecha relación con la bancada de su partido y ha capitalizado simpatías de muchos de ellos, aunque gran parte de los congresistas ya se han identificado con otras figuras que buscan espacios políticos.
Olga Alvarado, también designada presidencial, se avizora como una de las que buscarán la silla del “altar Q” por el Partido Nacional. Su trayectoria es novel en política y se desconoce que tenga organización.
En tanto el alcalde de la capital hondureña, Nasry Asfura, es otra figura que cuenta con simpatía en el Partido Nacional y aunque no lo ha dicho directamente, se le ha mencionado como un aspirante al soleo presidencial.
Asfura no cuenta con organización de estructuras políticas, vitales al momento de las contiendas electorales, pero su obra en Tegucigalpa es reconocida por sus correligionarios e incluso por independientes.
Pero más allá del contexto cercano al proceso electoral que se enfrentará a mediano plazo, los nacionalistas se encuentran ante un momento histórico ya que nunca han ganado cuatro elecciones al hilo.
El Partido Nacional de Honduras sigue siendo, según estudios de opinión calificados, la primera fuerza a nivel nacional y su organización sigue siendo superior a la de otros institutos políticos, pero, aunque con estos puntos en su favor, no se sabe si los mismos serán lo suficientemente sólidos para que los electores hondureños les mantengan en el poder o los despojen del mismo.