Nacido para caminar

Caminar y correr somete a los pies a fuerzas que exceden el peso del cuerpo y hasta ahora se creía que el arco longitudinal era el que les confería rigidez para que no se deformaran, pero un nuevo estudio apunta a que el menos estudiado arco transversal «puede jugar un papel de igual importancia».

El estudio que publica este miércoles Nature está firmado por expertos de las universidades de Yale (EE.UU), Warwick (Reino Unido) y Okinawa (Japón).

El arco longitudinal (AL) o externo recorre la cara externa del pie, mientras que el transversal (AT) o anterior va desde la cabeza del primer al quinto metatarsiano.

Los autores consideran que la investigación «abre nuevas vías de estudio del pie» e incluso pone en duda las definiciones de pies planos que se basan en el arco longitudinal sin tener en cuenta el transversal, aunque advierten de que hacen falta más trabajos para saber cómo actualizarlas, según un comunicado.

Fuente de mayor rigidez

El arco transversal, que evolucionó hace más de 3,5 millones de años, es «una fuente mayor de rigidez en los pies», escriben los expertos.

Esta investigación «podría ayudar al diseño de pies robóticos y dar pistas sobre cómo evolucionó la bipedestación», indica en un comunicado Mahesh Bandi, de la Universidad de Okinawa y coautor del estudio.

Para determinar cómo influye en la rigidez la parte media del pie, el equipo hizo simulaciones por ordenador y creó modelos en plástico de esta estructura y midieron cuánta fuerza era necesaria para doblarla hasta un cierto punto.

Los resultados indicaron que con un AT más pronunciado este era más rígido y menos susceptible que a doblarse que cuando es más plano, por el contrario un aumento de la curvatura en el AL «tuvo poco efecto en la rigidez».

Un paso fundamental en la evolución

El equipo también estudió el papel del AT en la evolución humana para lo que compararon su curvatura en humanos y primates no humanos con fósiles de especies de homínidos para establecer cuándo apareció por primera vez en un registro fósil de un arco transversal prominente.

«Nuestros hallazgos sugieren que un arco transversal similar al humano pudo haber evolucionado hace unos 3,5 millones de años«, lo que supone 1,5 millones de años antes de la aparición de la especie Homo y fue un paso fundamental en la evolución de los humanos modernos», explicó Madhusudhan Venkadesan, de la Universidad de Yale.

El investigador consideró que esto «también proporciona una hipótesis de cómo» el Australopithecus afarensis, la misma especie del fósil Lucy, que se cree que no tenía los pies arqueados longitudinalmente, podría generar huellas como las de los humanos que se descubrieron en el yacimiento arqueológico Laetoli (Tanzania).

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