Madrid – El Museo Reina Sofía presentó este martes la exposición ‘Maruja Mallo: Máscara y compás’, con cerca de 200 objetos entre cuadros, bocetos, dibujos, estudios y notas de la artista que «dotó de imaginario visual a la Generación del 27», aseguró el director de la pinacoteca, Manuel Segade.
La exposición, diseñada en colaboración con el Centro Botín de Santander, donde estuvo expuesta desde abril, añade gran cantidad de documentos, entrevistas y fotos procedentes del Archivo Lafuente recientemente adquirido por el museo madrileño de arte contemporáneo.
La artista «más singular y fascinante del siglo XX español» muestra así su faceta más metódica y detallista que la llevó a catalogar minuciosamente toda su obra y detallar los procesos de elaboración de sus cuadros y los cálculos geométricos y espaciales que los sustentan, explicó la comisaria de la muestra, Patricia Molins.
Con esta exposición, el mundo del arte salda una deuda histórica con Mallo (1902-1995), la artista más transgresora de la Generación del 27 española; una mujer adelantada a su época, feminista e independiente, pero mucho menos conocida que sus contemporáneos hombres.
Se conoce como generación del 27 a un grupo de poetas españoles considerados entre los más destacados de la literatura del siglo XX, como Federico García Lorca o Rafael Alberti, y a ellos se sumaron otros artistas, hombres y mujeres que tuvieron un papel destacado en el desarrollo cultural español durante la Segunda República, proclamada en 1931 y que se frustró con la Guerra Civil (1936-1939).
La gran retrospectiva de la artista surrealista, que se podrá visitar hasta mediados de marzo, muestra la cosmovisión femenina de la humanidad desde el punto de vista de la mujer moderna, libre, activa e independiente.
«Por primera vez, la humanidad se centra no sobre el hombre sino sobre la mujer», que disfruta de la feria en sus cinco míticos cuadros de verbenas; corre, salta y hace deporte, que trabaja en el mar y en el campo, y que muestra la diversidad física y mezcla de culturas y razas, señala Molins.
Organizada siguiendo las series en las que la artista ordenó su producción, la exposición abarca desde el realismo mágico de sus primeros años hasta las configuraciones geométricas y fantásticas del final de la trayectoria de Mallo, con paradas en sus arquitecturas rurales, las maquetas y figurines diseñados para el teatro, o sus naturalezas vivas, con composiciones con conchas y flores.
En 1965, tras años de exilio en América Latina, mucho de ese tiempo en Buenos Aires, la artista se instala definitivamente en España y cierra su trayectoria con dos series impactantes: ‘Moradores del vacío’ y ‘Viajeros del éter’, con los que entra en su etapa más esotérica inspirada en lo que llamó sus «experiencias levitatorias» vividas al cruzar los Andes y navegar en el Pacífico. EFE