Tegucigalpa – El retorno de las muertes múltiples como una de las modalidades del crimen, parece concentrarse en 14 de los 18 departamentos del país, donde cinco de ellos concentran el mayor número, sin dejar de lado los otros crímenes múltiples como son las muertes en los penales.
En el 2010 los eventos por homicidios múltiples fueron 147 masacres para bajar a 101 en el 2016 y ver un fuerte repunte a fines de 2019 con 71 muertes múltiples. Las autoridades definen como homicidio múltiple al acto de asesinar a tres o más personas de manera simultánea en el mismo contexto y lugar donde las víctimas, por lo general, se encuentran indefensas ante el ataque del que son objeto y que es ejecutado por un nivel de eficiencia, frialdad, crueldad y ensañamiento.
De los 71 homicidios múltiples registrados en el 2019, el número de víctimas fueron 285 personas, de las que 251 fueron hombres y 34 mujeres. Las zonas o áreas donde más se registraron este tipo de hechos fueron el sector urbano (59.2%) y el área rural con 40.8%.
El Observatorio de la Violencia de la UNAH señala que de 2010 al 2019, Honduras ha registrado un total de 3,629 muertes múltiples o masacres. Los datos del Observatorio de la Violencia, arrojan, año con año, las regiones del país donde se concentran mayormente este tipo de eventos, es decir, las zonas de alerta que podrían estimular a generar políticas públicas más efectivas de combate a la criminalidad.
Catorce departamentos del país son los que por más de una década son las zonas en donde se mueven las masacres o muertes múltiples. Estos departamentos son: Atlántida, Choluteca, Colón, Copán, Cortés, El Paraíso, Francisco Morazán, Gracias a Dios, Intibucá, Lempira, Ocotepeque, Olancho, Santa Bárbara y Yoro.
De estos catorce departamentos, cinco son los que reportan el mayor número de masacres y son las regiones de Cortés, Atlántida, Yoro, Francisco Morazán y Olancho, que el año pasado se convirtieron los más violentos en este tipo de eventos.
En el departamento de Cortés, para el caso, en el 2019 se registraron 110 muertes violentas producto de homicidios múltiples, en Atlántida fueron 46; en Yoro, 16, Francisco Morazán reportó 49 víctimas y Olancho, 24 personas muertas a causa de las masacres.
A nivel de municipios, en el 2019, en Atlántida, los municipios más golpeados por las masacres fueron La Ceiba, Tela y Jutiapa; en Cortés fueron Choloma, Omoa, Puerto Cortés, San Pedro Sula, Villanueva, La Lima y San Manuel.
En Yoro, los municipios más golpeados por las masacres el año pasado fueron El Progreso, Yoro, Morazán y Santa Rita, mientras que en Olancho las regiones son Catacamas, Guayape, Manto, Patuca; Salamá, San Francisco de la Paz y Silca.
En Francisco Morazán, los municipios con mayor número de masacres el año pasado fueron el Distrito Central, Lepaterique y El Porvenir. De acuerdo a la radiografía del Observatorio de la Violencia de la UNAH, estos son los municipios más violentos con muertes múltiples que registra el país en el 2019, todos ellos concentrados en cinco de los dieciocho departamentos.
Los otros nueve departamentos que tienen un número significativo de masacres, son municipios como Choluteca y El Corpus, en la zona sur, Bonito Oriental, en Colón, Corquín en Copán, Trojes y Morocelí, en El Paraíso, Juan Francisco Bulnes en Gracias a Dios, la Esperanza y San Francisco de Opalaca, en Intibucá.
Las otras masacres
También destacan como municipios con homicidios múltiples Candelaria, en Lempira, San Francisco del Valle, en Ocotepeque y Protección en Santa Bárbara.
Los primeros meses de 2020 registraron también las primeras muertes múltiples como parte de una tendencia que seguirá imponiéndose dentro de las estrategias de la delincuencia organizada en el país, apuntan los expertos.
Pero no solo este tipo de masacres son tendencia con niveles preocupantes de repunte en el país, también lo constituyen los homicidios múltiples que se registraron en los centros penitenciarios del país.
Cinco cárceles fueron las protagonistas de cruentos crímenes que no se registraban hace un par de años, estos centros carcelarios fueron Tela, en Atlántida, El Porvenir y la cárcel de Marco Aurelio Soto, en Francisco Morazán, Morocelí, en El Paraíso y el Centro de Menores Renacer, en Francisco Morazán.
Los centros penales, señala el Observatorio de la Violencia, son espacios públicos cerrados que el Estado de Honduras administra y regula, tienen como responsabilidad la rehabilitación, reeducación y reinserción social de las personas condenadas, a quienes se les deben respetar los derechos humanos mientras se encuentren bajo custodia y responsabilidad del Instituto Nacional Penitenciario.
Así las muertes múltiples en los penales registraron en el 2019 un total de 20 víctimas privados de libertad en la cárcel de Tela, 19 en El Porvenir, Francisco Morazán, 5 en la cárcel de La Tolva, en Morocelí, El Paraíso; 3 en la cárcel Marco Aurelio Soto, en Francisco Morazán, y 4 en el Centro de Menores Renacer, siempre en Francisco Morazán.
El diagnóstico del Observatorio de la Violencia no solo muestra una radiografía de esta modalidad de muertes múltiples en el país, sino que refleja tendencias que se han mantenido a lo largo de varios años en las llamadas zonas conflictivas que podrían contribuir a elaborar estrategias de ataque a la inseguridad y criminalidad orientadas a disminuir los riesgos, en tanto advierten, en el caso de los centros carcelarios, las bombas de tiempo por desactivar para que las muertes múltiples no sean también otro foco más de conflicto que ponga cuesta arriba las políticas penitenciarias del país.