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Muerte de Ted Kennedy marca el fin de una era para poderosa dinastía política

Washington – El «clan» de los Kennedy se quedó hoy sin sucesor aparente tras la muerte del patriarca familiar, el senador Ted Kennedy, cuya desaparición marca el fin de un capítulo en la grandiosa y trágica historia de la poderosa dinastía política.
 

El más joven de los nueve hijos de Rose y Joseph Kennedy y el último superviviente de cuatro hermanos varones, Ted Kennedy fue durante décadas el rostro más visible de una familia que la dramaturga estadounidense Clare Boothe Luce (1903-1987) describió como «indomable, honorable y vulnerable».

«¿En qué otro lugar, además, de en la ficción gótica podría uno encontrar tales triunfos y tragedias, tal belleza y encanto (…) y al mismo tiempo tal ambición, orgullo y debilidad humana?», se preguntó Luce en una memorable impresión de los Kennedy.

La muerte del «patriarca» se produce sólo semanas después de la de su hermana mayor, Eunice Kennedy Shriver, de 88 años, fundadora de los Juegos Olímpicos Especiales.

«Eunice está ahora con Dios en el cielo. Sé que nuestros padres y hermanos y hermanas que se fueron antes de ella estarán encantados de tenerla otra vez a su lado», afirmó el senador de Massachusetts en un comunicado tras el fallecimiento de Eunice.

Jean Kennedy Smith, de 81 años, es ahora la única superviviente de la rica, católica y progresista dinastía de origen irlandés, bautizada por algunos como la «familia real» estadounidense, y cuyos rostros comienzan ya a difuminarse en la historia.

De ahí que los analistas se pregunten quién asumirá el relevo de una generación de políticos, cuyos dos miembros más prominentes, el presidente John Fitzgerald Kennedy, «JFK», y el senador Bob Kennedy fueron asesinados en los años 60.

El otro hijo varón y primogénito, Joseph (1915-1944), falleció al mando de un bombardero B-24 en Inglaterra durante la II Guerra Mundial, en uno de los muchos episodios trágicos de la familia, que ha llevado a hablar de «la maldición» de los Kennedy.

Ben Bradlee, ex director del diario The Washington Post y amigo de «JFK», piensa que ha llegado el ocaso definitivo de la dinastía.

«No creo que haya nadie en la próxima generación de los Kennedy cuyo trabajo se pueda comparar con el de la generación de sus padres», dijo Bradley a mediados de este mes al Post.

Las esperanzas estaban depositadas en Caroline Kennedy, la única hija viva de «JFK» y quien se creyó ocuparía el escaño dejado en el Senado por la ahora secretaria de Estado Hillary Clinton.

Pero los pronósticos no se cumplieron y los Kennedy carecen hoy de una figura capaz de mantener viva una llama que ha ardido durante seis décadas en la política estadounidense.

Muchos de los integrantes más jóvenes de la familia mantienen un papel activo en la vida estadounidense, pero carecen, al menos de momento, de la estatura de sus antecesores.

Joseph Kennedy, el hijo mayor de Bob Kennedy, es uno de los descendientes hacia el que miran los observadores políticos.

Director de la organización sin ánimo de lucro Citizens Energy, que entrega combustible barato para calefacción a los residentes más pobres de Massachusetts, sirvió durante seis periodos como legislador por el estado.

Patrick Kennedy, hijo del senador fallecido, también podría sorprender y competir incluso por el escaño de su padre, pero el congresista de 42 años no es ajeno a la polémica después de que se conociera, hace tres años, su adicción a los analgésicos, con la que mantiene aún una dura batalla.

No falta quien recuerde, de todos modos, las pocas esperanzas que Joseph Kennedy, el acaudalado empresario fundador del clan, tenía depositadas en el «benjamín» de la familia.

Pero los acontecimientos obligaron a Ted Kennedy a superar expectativas y lo llevaron a convertirse en el «león del Senado» y en el guardián de un legado familiar que vuelve a necesitar hoy un heredero.

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