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Muere Paco Ignacio Taibo I, un ejemplo ético para generaciones de periodistas

México.- El periodista mexicano de origen español Paco Ignacio Taibo I, fallecido hoy en México, es recordado como un hombre íntegro y de enorme estatura ética, además de un defensor de la cultura como instrumento para congeniar con el mundo.
 

Nacido en Gijón en 1924 abandonó la España franquista en los años cincuenta y, ya en México, se dejó la piel en el periodismo, un oficio del que «no se arrepintió ni un ápice» durante más de sesenta años de ejercicio continuo.

«Empecé a ser periodista sobre un par de ruedas, como cronista de ciclismo en los años cincuenta, y hoy, tanto tiempo después, como podrán ver, sigo sobre ellas», declaraba irónico en mayo pasado, sentado en una silla de ruedas, al recibir el Premio Nacional de Periodismo por toda su carrera.

En aquel acto recordó a Teresa Bautista y Felicitas Martínez, dos locutoras de la radio comunitaria de San Juan Copala, asesinadas un mes antes en sur de México, y las puso como ejemplo para hablar de los peligros de la profesión en el país.

El periodismo es «un oficio donde, si nos permitimos olvidar, estaremos condenados» y en el cual a los profesionales, «si nos callamos una sola vez, nos quitarán para siempre la voz y la palabra», dijo entonces.

«La moral, contra la siniestra lógica de un oscuro personaje de nuestro México, no es ese árbol que da moras. Es más bien, un almohada (…) que nos permite dormir por las noches y dar de comer a nuestros hijos sin una pizca de remordimiento, haciendo lo que sabemos hacer», agregó.

Taibo I recordaba día a día con su extensa labor, plasmada en incontables artículos, que ética quería decir «no estar a la venta» mientras la estética era «simplemente ponerse guapo a la hora de plantar la renuncia sobre la mesa».

Le apodaban «El Jefe» pero él confesaba que siempre había aprendido algo de cada uno de los compañeros con quienes trabajó, tanto en El Comercio de Asturias como en El Universal de México, un diario que fue su casa hasta 1999, entre otras publicaciones.

Sabía que no todos los días tendría la oportunidad de hacerse oír por lo que exigió el regreso de las secciones culturales a los periódicos, que «avasallados por la televisión, la radio y el internet, quieren parecerse a ellos sin saber que son únicos y especiales».

Añoraba las secciones culturales más clásicas y decía que las actuales estaban «arrinconadas entre bodas, bautizos o espectáculos».

«Parece ser que la cultura no vende, o eso me dijeron. Y la cultura, lamento informarles, no está hecha para vender sino, acaso, para congraciarnos con el mundo, con la inteligencia, con lo mejor de nosotros mismos», apuntó.

Uno de sus hijos, el poeta Benito Taibo, dijo de él que «nunca transó» (cedió) ni se casó con el poder y que ejerció como «una profesión de fe» el periodismo cultural.

Llevaba meses con la salud mermada pero siempre arropado por su familia, que veía en el creador de la viñeta «El gato culto» a un hombre encantador y siempre generoso con los que venían de fuera.

El propio Gobierno español le otorgó en 2006 la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil a través de su Embajada en la capital mexicana, cuya titular de entonces, Cristina Barrios, lo definió como «un embajador en el sentido amplio del término, un hospitalario representante no oficial de una España que se desarrollaba sin relaciones diplomáticas con México».

Por la casa de los Taibo pasaron en su día cantantes, pintores y pensadores llegados a México que simpatizaban con los ideales de la República española.

Con cincuenta novelas a cuestas, periodista, cinéfilo y columnista, inoculó en sus hijos el amor por las letras.

El autor de novela negra Paco Ignacio Taibo II ha confesado públicamente que el golpeteo de los dedos de su padre contra las teclas de una máquina de escribir le hizo amar la literatura siendo muy joven.

«Acuñaba dentro de mí la imagen de este padre que se negaba a dormir y que hacía algo que es lo más difícil que se puede hacer, que es escribir después de haber escrito, robándole las últimas horas del sueño», dijo de él en un homenaje en 2004.

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