Tegucigalpa- Alba Nora Gúnera de Melgar Castro falleció este viernes en Tegucigalpa, la capital hondureña, tras sufrir una larga enfermedad que le alejó de la vida pública en los últimos años.
En las últimas horas, falleció en su residencia en Tegucigalpa, doña Alba Nora Gúnera de Melgar, quien fue lideresa del partido Nacional, y fue la primera candidata presidencial mujer de Honduras y también exprimera dama del país.
Familiares de doña Nora confirmaron la noticia a través de un comunicado, en el cual manifiestan su profundo dolor por la partida física de quien fue una gran dama de la sociedad hondureña.
Su velatorio se realizará este viernes en La Auxiliadora, para su posterior sepelio en Jardines de Paz Suyapa en la ciudad de Tegucigalpa, M.D.C.
El comunicado familiar reza en uno de sus párrafos destaca que: Su alma llamada por su creador, voló hacia los cielos acompañada por la Santísima Virgen de Suyapa, patrona de los hondureños y va en su viaje final encontrándose con nuestro adorado e inolvidable padre, Juan Alberto Melgar Castro.
Tras el deceso de la ex primera dama de la nación militantes y líderes directivos del Partido Nacional de Honduras y otros sectores de la sociedad han expresado sus muestras de pesar.
En los últimos años doña Nora fungió como diputada al Parlamento Centroamericano, y fue electa como diputada al Congreso Nacional, y fue vicepresidenta de la Cámara Legislativa en el periodo 2010 -2014.
Alcaldesa, presidenta del partido y candidata presidencial
La historia contemporánea de las mujeres hondureñas y su incursión en política no puede escribirse sin mencionar el nombre de Alba Nora Gúnera de Melgar Castro, una maestra de educación primaria que llegó a Tegucigalpa desde Concepción de María, San Marcos de Colón, Choluteca, en el sur hondureño, y desde sus años mozos inició su participación en la vida pública del país.
Desde su nacimiento, en mayo de 1942, a la fecha. Ese recorrido por la vida la llevó a ocupar encumbradas posiciones del poder público, pero esas circunstancias no le marearon ni la desvincularon de su sencillez y su cercanía con la gente.
La vida política de Norita -como le decían sus seguidores de los que aún hay muchos, en los barrios populosos de Tegucigalpa, Comayagüela y los poblados recónditos de Honduras- hizo que ese camino fuera difícil y hasta imperdonable, en un país duro y machista en todos sus órdenes.
Ser mujer, viuda y aspirar a posiciones del poder público no fue un tema fácil para Nora de Melgar. La dirigencia tradicional del partido Nacional le abrió paso, pero, en el camino viejos lideres pusieron tantas zancadillas como pudieron.
Casada con el extinto exjefe de Estado, general Juan Alberto Melgar Castro (1975-1978), fue entonces primera dama del país y se proyectó con proyectos de alfabetización, especialmente dirigidos a mujeres y adultos y una amplia labor social. El matrimonio tuvo tres hijos, hijos José Arquímedes, Nora Liduvina y Juan Ramón.
Fue electa primera mujer alcaldesa de la capital hondureña para el período 1990-1994, tras un proceso de elecciones internas; Nora de Melgar mantuvo un liderazgo fuerte que le llevó a ser precandidata presidencial por su partido, pero, antes de llegar a los comicios internos, en los que debió competir con el exrector y expresidente de la Corte Suprema de Justicia, Oswaldo Ramos Soto, ella fue obligada a dejar sus aspiraciones.
Pese a ello, logró avanzar y llegar a ocupar la candidatura presidencial por el Partido Nacional de Honduras, tras ganar las elecciones internas en 1996. Así, se convirtió en la primera mujer candidata presidencial en la historia del país.
Fue entonces que doña Nora de Melgar Castro compitió por la Presidencia de la República con el liberal Carlos Roberto Flores Facussé. En esas elecciones obtuvo 844 mil 985 votos, lo que en ese momento representaba el 42.76 por ciento del apoyo del electorado hondureño.
En una manifestación pública, doña Nora se refirió a su postulación presidencial al decir que siguió “el camino de mujeres valientes y visionarias que lucharon por rescatar para la mujer hondureña y latinoamericana los derechos que ciertos intereses oscuros mantuvieron alienados por mucho tiempo”.
Sus Orígenes
Nora de Melgar llegó a Tegucigalpa desde un poblado rural de una de las zonas más pobres de Honduras, y allí conoció la realidad del país, vivió en medio de ella y la interiorizó. Provenía de un hogar modesto. Su padre, maestro de educación primaria y líder local nacionalista, influyó en su vida, dijo ella, con emoción, en reiteradas ocasiones.
Trabajó como maestra en una escuela pública; estudió, sin concluir la carrera de Psicología en la estatal Universidad Nacional Autónoma de Honduras, donde fue parte de las jóvenes estructuras del Frente Unido Universitario Democrático (FUUD), luego se formó en educación para adultos en Alemania.
En los años de estudiante, también integró a los movimientos de juventud del Partido Nacional de Honduras, época en la que transitó desde el activismo de barrio hasta llegar, décadas después, a ocupar la presidencia del Comité Central del Partido Nacional.
Sus hijos, Nora Liduvina, profesional de la química y farmacia; José Arquímedes y Juan Ramón, dos ingenieros agrónomos graduados en la Escuela Agrícola de El Zamorano, han representado para Nora Gúnera de Melgar, el centro de su vida.
Su periplo por Honduras
En sus jornadas políticas, llegó hasta la más pequeña de las aldeas del país, con limitados recursos económicos. Doña Nora visitó entonces desde los principales centros urbanos, con concentraciones fundamentales de electores, pero no dejó de ir a Belén, Gualcho, Concepción, Dolores y Mercedes en Ocotepeque; fue a El Carrizalon, Cabañas y San Juan de Opoa, Corquin, Cucuyagua y La Entrada en Copán; visitó en Intibucá poblados como San Marcos de la Sierra, Colomoncagua, Yamaranguila y San Miguelito.
En Lempira no se quedó únicamente en Gracias y se desplazó entre otros poblados a Coloaca, Guarita, Mapulaca, Colohete, Erandique, Candelaria y Gualcince.
La Paz le abrió las puertas especialmente porque Marcala, su principal ciudad, fue la cuna de su esposo, allí visitó entre otras comunidades Aguantequerique, Santa Elena, Chinacla, Guajiquiro y Opatoro; en Santa Bárbara doña Nora estuvo en las localidades de San José de Colinas, Ilama, Quimistan, San Luis, Seguaca, Santa Rita y Zacapa para mencionar algunos.
En Olancho el itinerario fue amplio por todos los municipios y fue recibida con especial afecto en La Unión, Guata, Silca, Jano, Manto, Becerra, Guarizama, San Francisco de la Paz, Guayape y Culmí.
En Comayagua el recorrido por los pueblos fue total y en localidades como San Jerónimo, San Luis, Minas de Oro, El Rosario y La Libertad debió quedarse más tiempo del programado.
Cortés, un departamento donde las visitas de doña Nora fueron constantes; a esa región le unían los recuerdos de una etapa de su vida de casada con el general Melgar Castro. Visitó los poblados garífunas, pero su favorito siempre fue Masca, viajó muchas veces a San Manuel, Villanueva, Choloma, La Lima, Pimienta, Cofradía, Omoa y Puerto Cortés, entre otros. Allí le acompañaban muchas mujeres, la mayoría emprendedoras y con espíritu guerrero. Nunca faltó su gran amigo Fuad Canahuatti, entre muchos líderes locales.
En Colón las mujeres garífunas le acompañaron en el recorrido total. Ella disfrutó su visita a Santa Fe, Sonaguera, Tocoa, Trujillo, Limón, Balfate y Bonito Oriental.
Atlántida y su alegría le recibieron y visitó entre otros lugares Esparta, Jutiapa, El Porvenir, La Masica, Tela y Arizona
En Yoro doña Nora fue acogida en Sulaco, Victoria, Santa Rita y Yorito mientras que en El Paraíso visitó Teupasenti, Soledad, Liure, Yuscarán y Alauca.
El sur, su cuna, siempre la recibió con una calidez especial y en Valle sus visitas a Jícaro Galán, Caridad, Aramecina, San Francisco de Coray y Langue marcaron su etapa de aceptación más plena. Choluteca con sus localidades de Apacilagua, Concepción de María, Namasigüe, Pespire, San Isidro y San Marcos de Colón formaron parte de un itinerario recorrido más de una vez.
Fueron tantos otros los poblados de tierra adentro como aldeas, caseríos y barrios del Distrito Central y de Francisco Morazán, donde su caudal político era pujante.
Este jueves doña Nora ha fallecido, pero ella con su recorrido por la vida del país, marcó la historia y el transitar en ella de las mujeres de Honduras. (PD)